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viernes, 15 de abril de 2022

CHANGO, EL CHISTULARI DE BILBAO "FRANCISCO MARÍA DE ARZUAGA Y LETAMENDÍA"

Cuadro de Losada, don Terencio y Chango el tamborilero.


 Francisco María de Arzuaga y Letamendía, fue bautizado el 15 de agosto de 1800 en la iglesia Santa María de Tolosa.
Sus padres Miguel José Arsuaga Echeverría y su madre Rafaela Letamendía Egües, se casaron en Tolosa el 18 de noviembre de 1799.
Francisco iba para sastre, pero la música popular le hizo abandonar o alternar las tijeras con el silbo y el tamboril, continuó cortando trajes y cosiendo mangas, hasta que se vino a Bilbao hacia 1825 y empezó a conocérsele por el apodo de "Chango".
En cuanto a su cojera, parece ser que fue ocasionada por una bala carlista, en la primera guerra civil de 1833.
En el año 1824 se enteró que la villa de Bilbao estaba sin chistulari y mando un memorial al ayuntamiento solicitando plaza.
En ese memorial se denominaba músico juglar y que ejecutaba bien el silbo, con mucho primor y en muchos de los ayuntamientos en los que ha actuado ha merecido el aplauso de los oyentes.
El ayuntamiento de Bilbao antes de oír tocar a Francisco, quiso aclarar una cuestión política previa. Pidió al ayuntamiento de Tolosa, si había sido Francisco "miliciano voluntario constitucional", durante el trienio de 1820 al 23. Contestaron afirmativamente, que había sido forzado a serlo y que sólo actuó como músico, abandonando la columna en la que fue enrolado en Santander.
En un escrito de Francisco María Arzuaga, mostraba su arrepentimiento y el ayuntamiento la concedió la plaza de tamborilero en enero de 1825 y ya fue empleado municipal del Ayuntamiento de Bilbao, con el salario de un real al día que debía de pagarle el corredor del puente de San Antón, más otros dos que le pagaba la Caja General, es decir tres reales diarios, de los que tenía que pagar a su vez a un muchacho ayudante o redoblante. En el año 1829 se le aumentó el sueldo a seis reales, como músico tamborilero obligado a asistir y tocar en todas las funciones de la villa, tenía que ir con un criado mantenido por su cuenta.
Con obligación de tañer por las calles y plazas públicas en unión de aquél con tamboril y silbo, según costumbre todos los domingos y fiestas del año a excepción de la Santa Cuaresma y a concurrir a los Arenales de la villa en persona o su criado a tañer los citados instrumentos desde Pascua de Resurrección hasta fin de septiembre de cada año y hasta la oración angelical, sin llevar a las gentes que se divirtiesen, cosa, ni emolumento alguno.
No podía salir de Bilbao, sin licencia, ni podía ser contratado, sin permiso por otras entidades públicas.
Estaba dispensado de tocar en Los Arenales, si estaba ocupado en hacerlo en las fiestas de las calles, iglesias y otras de la Octava del Corpus, corridas de toros y otras de carácter público.
Los tamborileros de Bilbao, tenían para cada solemnidad sus especiales sonatas y toques de tamboril. En el Octavario del Corpus, en las romerías y bailes, en la plaza del mercado junto a San Antón.
La música en los bailes era distinta cada día e igual todos los años.
Julián Benito Marco Gardoqui, concejal y luego alcalde de Bilbao mandó recopilar toda aquella música escrita a fin de que los tamborileros la ensayen y sigan la pauta trazada por tradición, tocando en cada festividad lo que estuviese señalado para ese día.
En el año 1882 Fernando Larrañaga, pide permiso para bailar por las calles La Sorgin, es una danza que se baila en los Carnavales.
Esta partitura La Sorgin-Dantza está armonizada a cuatro voces de hombre y pertenece al Ochote de Bilbao, su autor era Eduardo Mocoroa (tolosarra).
En el año 1834 Chango fue miembro de la Milicia Urbana de Bilbao.




Cartel de fiestas,1880,
Archivo Diputación
Foral de Bizkaia
La Plaza Vieja de Bilbao:
Allí en aquella plaza vieja, junto a la picota y ejerciendo personalmente de borrero o verdugo, un alcalde de fuera Alfonso Fernández de León, cortó la cabeza en 1415 a Sancho López de Marquina y a Ochoa de Landaburu, a quienes el mismo había condenado.....
¡Fue alcaldada y gorda!
Allí en la misma plaza bajo los arcos de la Tendería, la Reina Católica Doña Isabel, durante su estancia en 1483 juró vestida a la usanza vizcaína, los privilegios de la villa y los Fueros del Señorío de Vizcaya.
Allí se corrieron y alancearon montaraces jabalíes, por los principales caballeros......
Y más tarde se dieron corridas de toros, limitando la arena con fuertes barrotes de hierro.....
El célebre Francisco de Paula Montes Reina, más conocido por "Paquiro" toreó allá por los años 1840. Fue el último maestro que allí lució sus dotes de alta escuela y su garbo macareno.....
Allí estaban y aun permanecen en pie aunque vacías y maltrechas y condenadas a la próxima demolición, las Casas Consistoriales.
En su patio  convertido en "Corral" se dieron funciones dramáticas, en la época en que las hicieron populares los insignes, Lope, Moreto y Calderón. 
A su balcón asomaban los trompeteros de casaca roja y peto azul
¡ Que en carácter estaba Labarga! al lanzar al aire las acompasadas y solemnes tocatas de rúbrica para anunciar la venida de los Santos Reyes.
Toribio Labarga Aranzay era trompa y clarinero de la capilla de Santiago, junto con José Reparaz, los dos músicos de capilla en el año 1840.
Toribio Labarga murió el 14 de diciembre de 1870 en Bilbao.
Bajo las arcadas de la plaza vieja se dejaban oír las prodigiosas variaciones del chistu, del inolvidable Chango durante la Octava del Corpus.
Aquellas casas venían a ser entonces, la representación genuina de cuanto era, valía y significaba a Bilbao.
En la plaza vieja gustábamos de las sensaciones producidas por el toreo de afición, cuando en ella se corrían toros con una cuerda y embolados....
De niños fuimos espectadores en los balcones del Consulado, arriba del Ayuntamiento o en los de la casa de Doña Eugenia, en la torre de Zubialdea.
De muchachos éramos lidiadores y nos arriesgábamos a echar alguna suerte en la plaza.
Allí formaban los bultos para las procesiones de Semana Santa, admirábamos a todos y a los tradicionales Anachu y Fracagorri y escuchábamos el Motete.....
En cuanto a Fracagorri, mi abuela Petra que nació en la calle Ascao en el siglo XIX, le solía llamar Cacagorri ya que hacia burla al Señor
con un dedo en la nariz y otro dedo en el culo. A mi de niño de oírle a mi abuela, me llamaba mucho la atención este personaje un tanto burlón y siniestro.
Emprendía la marcha la procesión y allí estaban Anachu y Fracagorri, que despertaban entre el populacho muchísimo interés, yo creo que de repulsión, así como el de testigos de cierta calaña en un juicio oral....
En el paso de la Coronación se hallaban los dos citados, haciendo mofa al Señor, en postura poco decorosa.....
Venía el de la Cruz a cuestas, notable la expresión de Jesús y el Cirineo, marcha el insolente Fracagorri con los calzones rojos, con los papos inflados, desgañitándose en tocar el retorcido cuerno.
Vienen detrás Las Tres Cruces y por fin el Descendimiento, que eran los pasos de mayor volumen y de más difícil trasladación.
Seguía su curso la procesión.....
Chango y Sorgín la precedían haciendo sonar el pífano y atabal.
Los mayordomos de la Vera Cruz, eran siempre los mayorazgos de alcurnia y hacían de bastoneros. Hemos conocido en esta función a lo largo de los años a los Azurduy, Gómez de la Torre y Quintana y últimamente luciendo grueso bastón por delegación de aquellos a Txomín Barullo que para todo sirve.
Allí bajo los arcos de la casa de Arana, tenía su puesto el ínclito Vicente Amat, el de las luengas barbas, el propagandista infatigable que se negaba a vender una arroba de patatas, porque no se lo pedían en kilogramos. Y hacía alusión a la poca energía  del gobierno para implantar el sistema métrico decimal y decía entre despreciativo y burlón:  El ministro de Fomento
              no tiene fundamento.

Vicente Rufino Miguel Amat Baileras, fue bautizado en la iglesia de San Antón el 11 de julio de 1821, se casó con Victoriana Ascaray Axpe ( originarios de Orozko), el 7 de diciembre de 1842, viudo de su primera mujer Catalina Diharce Gamoi, tuvo una prole numerosa de chicas y chicos hasta siete. Entre los años 1846 a 1852 y se le murieron tres hijos.
Vicente en su puesto de la plaza vieja de Bilbao, vendía cigarros y confitería en el año 1855. 
Vicente tiene un contencioso con Eusebio de Lecea (platero) le reclama Vicente 120 reales por los perjuicios ocasionados por la orden que dio a Félix Unamuno, para que no le suministre pan. Además del horno en Achuri, en el año 1859 Félix tenía un puesto de pan en los soportales de la plaza vieja, donde Vicente tenía el puesto.
Félix Unamuno Larraza y su mujer Salomé Jugo Unamuno eran los padres de Miguel Unamuno Jugo. Los padres se casaron en San Nicolás(Bilbao) el 28 de enero de 1860.

Allí afluyen las renombradas siete calles, las más populosas y populares calles de Bilbao.....
Y finalmente desde la Plaza Vieja se contemplan los objetos tangibles que dieron el escudo a la villa: San Antón y el puente viejo.
Lo único que no se veía eran los lobos sin cebar que campeaban por los aires.
La plaza vieja siempre un mercado bien surtido de cuanto apetecer pudiera el más refinado gastrónomo.
Y que animación había al mediodía, cuando el sol lanzaba sus rayos perpendiculares.
¡ Que algarabía se armaba entre las vendejeras, compradoras y curiosos que iban a olfatear!
Las lidas y frescas aldeanas y por otro lado alguna viejecita enjuta, que vendía nueces, castañas pilongas y otros frutos secos.
Más abajo las "pasiegas", sentadas en el santo suelo, rodeadas de naranjas, limones y bollos de mantequilla envueltos en helechos.... 
Muy cerca de ellas en un cuévano el rorró (bebe) que chupaba el dedo a falta de otra cosa.
Junto a la orilla las pescadoras y las vendedoras de corderos, en sus respectivos sitios sin juntarse.
Bajos los arcos del frente las panaderas y panaderos, que surtían desde la pistola de Bergé y los foies de Alonso, hasta la pamincha de Gordejuela y la otana del Bosque (de los Artiach), amén de las doradas y cónicas boronas.....
Un poco más distante el famoso Batán que afeitaba en seco, ejerciendo de Fígaro al aire libre, en los soportales. que aplicaba el procedimiento de la nuez-ómnibus para redondear carrillos, con derroche de yesca para restañar la sangre y todos por dos cuartos.
Después los charlatanes, que parodiaban a nuestros oradores políticos, con su sistema doctrinario para la extirpación radical de los callos, los domesticadores de ratas blancas, gorriones sabios, la buenaventura, los romances, las cartas de amor de encargo y las coplas de ciego.
Terminada la compra las criadas antes de desfilar para sus respectivas casas, aprovechaban para despellejar a sus amas, cuando estas no iban con ellas a hacer la compra a la plaza.



El puente del Arenal(Isabel II), el teatro Arriaga, la estación del tren de Portugalete y Gargantua que sube hacia la calle Bailén y a la derecha la tienda de Barandiaran, Bilbao a principios del siglo XX,
era un día festivo en Bilbao. Foto del Archivo del Correo.
En el programa de fiestas de agosto de 1897 en Bilbao, primero se hace un boceto y luego se
construye un Gargantua, como complemento a los gigantes y cabezudos de las fiestas, que son
mucho más antiguos. En el año 1705 Antonio de Ibernia era el encargado del mantenimiento
de los gigantes y máscaras, que salían por el Octavario del Corpus. Se hace cargo del trabajo en un contrato por nueve años, cobrando 240 reales de vellón.
En el año 1716 se prohíben los bailes de máscaras en Bilbao.
Ya en agosto de 1780 se prohíbe en todas las iglesias, las danzas de los gigantones en todas 
las procesiones y demás funciones eclesiásticas.
En el año 1785 el Corregidor de Vizcaya, José Colón de Larreategui, prohíbe las máscaras, disfraces,
gigantes y danzas, disciplinantes en similares en las procesiones del Corpus Christi.
En el año 1854 se construye el primer Gargantua obra del bombero Echániz, este primer Gargantua
es destruido por una bomba en la última guerra carlista.

Cosas que se decían de Chango:
Alto, arrogante y sus características patillas blancas, le daban un aspecto épico, realmente era el poeta del silbo, que manejaba a las mil maravillas y no hubo nadie que le superase en ejecución y su brío para tañerlo.
Hablaba con rara perfección el vascuence guipuzcoano y alardeaba de ello.
Quién le haya conocido, recuerda aquella noble e inteligente figura, con su tradicional casaca roja y su sombrero de dos puntas, galoneado de plata, haciendo sonar el pífano cuando precedía a la Corporación Municipal o cuando abría la marcha en las procesiones, en cuyos actos se disputaban los chicos el honor de ser portadores del citado sombrero.
O haciendo prodigios con el chistu, ya debajo de San Antón en la Octava del Corpus o calzadas arriba en la Novena de Begoña.
O delante de los populares gigantes y cabezudos o del novillo ensogado por las calles......
O el paseo matinal de los domingos o en las alegres alboradas a la puerta de muchos vecinos cuando era su cumpleaños, cuando llegaban sus respectivos cumpleaños.
Se decía que de joven había sido un real mozo, muy acicalado y perfilado y que a su buen continente reunía una conversación atractiva, chispeante y agradable.
Lo cierto es tuvo un gran partido entre las mozas.....
Se cuenta que una vez se querellaron ante el señor alcalde, hasta trece muchachas, vivamente interesadas por él. Sosteniendo que a todas ellas había dado palabra de casamiento a cada una de ellas.....
Yo ya me casaría con las trece, contestó ingenuamente el gran chistulari, pero como no estamos en Marruecos, desistió de todas, para ninguna tengo que decir......
Los chicos que sabían los apuros y trasudores que pasaba, cuando tocaba el chistu, veía chupar un limón, se presentaban ante él bociqueando la pulpa del agrio fruto, en los momentos más críticos de sus portentosas variaciones.....  
Era digno de ver las contorsiones que hacía para salvar la situación...
La boca se le hacía agua, el chistu no respondía.....y tuvo más de un disgusto a causa de ello.
De carácter violento sobre todo tratándose del arte, no pudiendo contener sus ímpetus, tiraba el palillo a dar,  ¡ Y pobre del chico a quién acertaba en buena parte!.....


El mercado de la Ribera de Bilbao eran las famosas vendejeras, año 1905
foto del periódico El Correo.

Chango refirió que de joven había sido antropófago inconsciente, probó unos sabrosos bistecs de "gabacho".
Allá por el año 1808 y detrás del convento  de San Francisco en Tolosa yacía un francés muerto en reciente batalla......
Conviene decir que el bueno de Chango era entonces aprendiz de sastre....
Y su amo notó que Chango era un buen aprendiz de sastre y además un excelente cortador, el yacente francés despojado de su vestimenta y con la quilla al sol y unas rosadas y magníficas posaderas, se las cortó aquel habilidoso y poco escrupuloso maestro sastre....
Y condimentadas en secreto, ofreció con ellas una espléndida merienda, a todos sus íntimos incluidos al aprendiz.

Francisco María Arzuaga Letamendía se casó con Vicenta Josefa Murueta Larraza, en la iglesia de San Nicolás de Bari el 22 de enero de 1826 y tuvo dos hijos Nemesio nacido el 19 de diciembre de 1828 y Casiana Hipólita nacida el 13de agosto de 1827, bautizados en San Nicolás de Bari.
Nemesio murió el 9 de abril de 1830 y su hermana Casiana Hipólita el 18 de octubre de 1880.
Una hermana de Chango, Manuela Arzuaga Letamendía se casó con Felipe Larraza Carrera el 23 de diciembre de 1841 en Bilbao.
Manuela murió el 2 de diciembre de 1871.

Chango fue un gran conocedor de la música, dejó varias composiciones muy notables en su género, para silbo, silbato y tamboril.
El verdadero, el genuino y único silbo o chistu que usó Chango en su larga carrera, era de ébano, con virolas de plata y los agujeros gastadísimos por el uso y lo conserva y lo tiene en gran estima su nieta.
Su tamboril se halla en poder de su sobrino el sucesor de Chango.



Gigantes y cabezudos a la espera de salir a la calle en fiestas, en el claustro del Museo Vasco.
Archivo de la Diputación Foral de Bizkaia.

Estaba a pesar de su edad, 80 años cumplidos, fuerte y sano y en todo vigor de sus facultades morales y artísticas, exhaló su último suspiro en su modesta vivienda de la calle Somera, el día 14 de enero de 1881.
Ha causado general sentimiento en la villa de Bilbao, la muerte de Francisco Arzuaga "Chango" ya que había desempeñado el cargo durante cincuenta y seis años, una sencilla lápida descubre su sepultura, en el cementerio de Mallona donde descansan los restos del ínclito tamborilero.
Chango vivía con una de sus sobrinas llamada Bernarda, al morir su tío pidió una subvención al ayuntamiento y le concedió 50 pesetas.
Cuando murió Chango ganaba 912,50 pesetas al año o sea 76 al mes y 2,50 al día.
En noviembre de 1885 hubo ejercicios para la plaza de músico tamborilero y se presentaron Sinforiano Bergareche, natural de Durango, Rogaciano Arzuaga de Deusto nieto de Chango y  Romualdo Gochicos de Irún.

Cambio de Costumbres
Era el mes de agosto y ya habían concluido las matinales peregrinaciones de los fieles devotos de la Virgen de Begoña, que lo son los pocos bilbaínos clásicos que quedan para honrar a su patrona asistiendo a la novena.
Pocos son, si, los que quedan porque hay muchos que cada año se van y no hay quien los sustituya, pues la sangre bilbaína degenera y mal que nos pese nos vamos "maketizando", pero en fin algo queda de aquella tradicional costumbre, aún se ven algunos fervorosos devotos a la Virgen, al chocolate de la Casa de la Novena ( monasterio de Begoña en la Basílica) y a escuchar la basca tibia y el tamboril, en otros tiempos tan primorosamente soplada la una y pulsado el otro por el famoso "Chistu" o "Chango", que ambos nombres le daban en Bilbao a Francisco Arzuaga.
Habíase como hemos dicho, terminado el novenario a la Virgen, habíase también celebrado la famosísima romería de Begoña el 15 de agosto y la villa había entrado ya en periodo de jolgorio y de las fiestas que tradicionalmente se celebran al día siguiente de la Asunción de Nuestra Señora.
Y por las calles, plazas y paseos sobre todo el Arenal, se ven caras nuevas y extrañas al pueblo: "Forasteros hubien sido", como diría alguno de esos pocos bilbaínos que quedan, en quienes aún no ha entrado el purismo del hablar castellano y siguen con sus modismos locales, rara avis por su puesto, pues ya hoy se habla hasta "caló", antes que el lenguaje propio del pueblo.
¡Oh fuerza de la invasión que todo lo domina y lo iguala!.
La villa se viste de fiesta y el municipio saca del fondito de sus almacenes los trapos de cristianizar, se plantan por las principales avenidas, los eternos espárragos con sus gallardetes o banderolas, salen a relucir al sol y los fuegos artificiales en el paseo del Arenal.
Como siempre tuvieron fama las corridas de toros y las fiestas de Bilbao, voló esta fama por esas tierras de allende del Ebro y las de este año prometen ser de lo mejorcito. Por aquí se estila que el gremio de las patronas de las casas de huéspedes tengan un buen contingente de forasteros para "hacer su agosto".
De la Sección Literaria del Noticiero Bilbao, artículo de Alejandro de Arriaga 30 de noviembre de 1894. 
Era hermano de Emiliano, Luis y Adolfo.
Alejandro Arriaga Rivero, fue bautizado en la Iglesia de San Nicolás el 14 de enero de 1849, se casó con Josefa Vildósola Barriguete y tuvieron tres hijos Sofía, Eduardo, Juan Luis.
Alejandro Arriaga Rivero falleció el 9 de octubre de 1896.

Quienes vieron los gigantes y cabezudos de nuestro ayuntamiento en el siglo pasado, recordaran la marcha del tamboril que precedía a la procesión de la gigantomaquia bilbaína.
Dicha marcha estaba enraizada en nuestra tradición vasca, un bilbaíno descubrió la antigua marcha de nuestros gigantes y que todo el mundo conocía entonces "Ya viene la reina mora" que no era más que uno de los valses de Lanner, un viejo vienés rival de Juan Strauss.
Aquél vals hizo furor en Bilbao y algún chistulari, quizás Chango, le cambió el compás del vals en un pomposo seis por ocho y lo convirtió en un rigodón que sirvió para que don Terencio y su consorte, sus compañeros en cabeza y cuerpos descomunales bailasen en la plaza pública. Esa marcha que creíamos tan bilbaína, era vienesa y Lanner le dio la paternidad.

El cartel de las fiestas de Bilbao, del año 1900.
De la Biblioteca del Archivo Nacional de Madrid.


La letra decía así: Ya viene la reina mora
                              cayéndosele la atorra( enagua o saya bajera de lino o cáñamo).
                              y viene doña Tomasa
                              con el abanico a casa.

La reina mora era de achatada pituitaria y los labios enormemente gruesos, con la tez de puro ébano.
Tenía descuidada la atorra y el abanico de doña Tomasa, era como para espantar las moscas a un monarca oriental.
Una preciosa Biribilketa se solía ejecutar por los txistularis a la bajada de la novena de Begoña en el mes de agosto.
Rompía la marcha el veterano y flamante tamborilero Chango ejecutando aquella especie de sonatina del Tiruli, que quizás se remonta al reinado de Felipe II, hábilmente secundada por el atabal Sorguin.
*La montaña navarra es probablemente la zona de los últimos y mejores tamborileros ha dado, también en Zuberoa, son las dos zonas de menos influencias. 
Por la influencia del castellano y la pérdida de su identidad y la industrialización. Estamos asistiendo a la agonía de estas manifestaciones musicales, los tamborileros tienen probablemente los días contados porque la sociedad que los creó está en retroceso y es muy difícil de detener. Como dice Caro Baroja.
Pensar por otra parte que se puede reconstruir una cultura vasca tradicional, rural, folklórica, cuando se da la crisis del caserío, del grupo doméstico familiar, el hundimiento de la agricultura y la técnica artesana, cuando las costumbres tradicionales experimentan una crisis que ya tiene muchos años de existencia y que ha entrado en un momento agónico, tampoco parece viable.*



FIN

Archivo de la Diputación Foral de Bizkaia.
Hemeroteca del Correo.
Dokuklik.
La muerte del célebre chistulari Chango de Manuel Basas.
Vuelos cortos de un Chimbo, el periódico el Nervión.
*Caro Baroja Julio, El laberinto Vasco.
Del tamborilero al txistulari, la influencia de la música culta en la música popular del txistu. Carlos Sánchez Equiza.









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