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viernes, 31 de julio de 2020

LA SIRGA, LAS SIRGUERAS Y LAS CARGUERAS DE LA RÍA DE BILBAO




las mujeres de la sirga por la ría
del Café Bar Bilbao

*Al Bilbao romántico y soñador con sus lechuguinos y sus damiselas de polisón, a nuestros abuelos que hacían el amor en el Campo Volantín, en el Paseo de los Caños y en el Arenal, todo esto perpetuado por el pintor Losada.*


El 19 de noviembre de 1787 en Erandio, los hermanos Diego, 
José Antonio y Manuel Aguirre, eran conductores a la sirga con varias parejas de bueyes.
Estos hermanos reclaman a Juan Larrea e Isidro Ornes patrón y piloto lemanes de la nave que conducen,  noventa y ocho  y catorce reales de vellón, procedentes de los derechos de siete embarcaciones.
Piloto lemán era el encargado de la fijación de la ruta nautica.
Estos pilotos nombrados por el Consulado de Bilbao actuaban como lazarillos ayudando a entrar y salir de la barra de Portugalete a todos los barcos, la cuestión era salir o entrar sin ningún contratiempo.

En el  13 de diciembre de 1796 existe una escritura de obligación del Consulado de Bilbao por la cual Nicolás de Fano  y su mujer Catalina Arana pueden conducir las embarcaciones del puerto de Bilbao a la sirga, con las yuntas de bueyes necesarias por un tiempo de nueve años, bajo las condiciones fijadas.Todas las embarcaciones que bajen y suban a la sirga con sus yuntas de bueyes.

Los barcos pasaban la barra de Portugalete hacía el puerto de Bilbao, para llegar a los distintos muelles de la villa, tenían que sortear un sin fin de dificultades, las mareas y en concreto las bajamares,los churros, los arenales.
También tenían un servicio de bueyes de bajería militar.
Parece ser que su ámbito principal de actuación era Olaveaga en dirección a Bilbao. Estos son las primeras noticias de la sirga en la ría de Bilbao.
La ría eran yermos arenales(desde la barra de Portugales-Las Arenas) y dilatadas marismas, trece kilómetros desde el Abra hasta el puente de San Antón.
Arrastraban las embarciones con una cuerda o sirga, lo podían hacer yuntas de bueyes, hombres o mujeres que tiraban con fuerza en una ría de imposible navegabilidad.
Las cargueras subían la mercancía a los muelles de la Sendeja, el Arenal, Ripa, Uribitarte o el puente de San Antón.
En la ría existía el bajío o churro que era una elevación rocosa en el fondo del mar, sobre la cual se acumula arena o fango muy peligroso para la navegación, el churro del convento de San Agustín, de Olaveaga y Deusto.
En el año 1814 se prohibe que los barcos amarren en los árboles del Arenal, el atraque, amarre y desamarre ha de hacerse en los sitios indicados y lo mismo ocurría en la lengüeta de San Agustín.
En diciembre de 1857 subía a Bilbao a las dos y media la carroza de Portugalete arrastrada por la sirga y cerca del puente llamado de los Ocho Ojos se hallaban dos buques franceses fondeados con los calabrotes amarrados a tierra, que impedía el paso de la carroza, el primer buque francés arrió el calabrote para dejar paso, pero el otro no le imitó haciendo caso omiso, el carrocero Ignacio iba a soltar la amarra del buque francés cuando recibió un disparo en el costado, era una carga de perdigón menuda



El Campo Volantín antes de 1870, se puede ver la ría, la isla de Uribitarte
la casa de Juan Eustaquio Delmas., destruida en el asedio carlista a Bilbao.
Pedro Telesforo de Erauzquin, Museo Arqueológico e Histórico Vasco.


LA SIRGA
Muchas cosas hay en nuestro país y muy singularmente en el valle que habitamos que nos favorecen poco a los ojos de los forasteros  que las presencian y una de las que más nos avergüenza o cuando menos debe avergonzarnos es la sirga, practicada por el sexo que llamamos contrario y cuyo nombre es como un escarnio  aplicado a las infelices mujeres que se dedican a la sirga.
Esas hileras de desdichadas mujeres, muchas de ellas ancianas y no pocas enfermizas que desde Olaveaga a Bilbao  tiran de una maroma cuyo extremo se afianza en su pecho y sus hombros inclinando  el cuerpo para extremar el esfuerzo hasta el punto de que si la maroma falla, suele suceder muchas veces que caen de bruces al suelo, esa hilera de desdichadas mujeres haciendo el oficio de bestias, ofrece un espectáculo que entristece el alma y avergüenza al pueblo que lo consiente.
La costumbre que tenemos los bilbaínos de verlo, disminuye en nosotros ese efecto, pero a ojos de los forasteros puede ser testimonio de una gran falta de cultura y también una gran falta de corazón.
¿No habrá medios de evitar este triste y repugnante espectáculo que continua ofreciéndose a nuestros ojos?.
Mientras no haya otro medio de gabarraje, debe prohibirse y creemos que nuestras autoridades tienen facultades legales para ello.
En la ría de Bilbao las embarcaciones atracaban  a lo largo de toda la margen izquierda, para dejar libre de todo entorpecimiento la margen derecha que era por donde se arrastraban las gabarras y embarcaciones a la sirga, arrastradas desde tierra bien por yuntas de bueyes o personas. El poseedor de la contrata tenía la obligación de tener en todo momento un numeroso servicio de parejas de bueyes ante cualquier petición en la margen derecha de Olaveaga en dirección a Bilbao y en las canteras de Axpe.
Los conductores debían ser hombres que supieran leer y escribir  y mayores de 24 años.
Se entregaba la papeleta al boyero debidamente cumplimentada por el capitán del navío, se marcaban los kilómetros recorridos para saber cuanto cobrar por dicho servicio.
En el año 1865 la tarifa de arrastre por pareja de bueyes y kilómetro de ría recorrido 0,45 pesetas en ambos sentidos, ascenso y descenso. Si hay un  falso flete por parte del fletador(un desistimiento unilateral) 1,74 pesetas.
Una vez atravesada la barra de Portugalete las embarcaciones remontaban la ría contra marea, para poder gobernarlas bien se necesitaba la ayuda de un remolcador a vapor o arrastrados a la sirga por parejas de bueyes. En toda la ría existía un muro  sin interrupción desde Las Arenas a Bilbao.
Se llamaba el camino de la sirga las gabarras y embarcaciones gozaban de los mismos beneficios  que los buques de navegación.
Este servicio dependió del ingeniero del puerto y la contrata era a subasta.
En ese mismo año de 1865 Juan Cruz Artiach del comercio de Bilbao reclama daños y perjuicios a José Lecumberri por cortarle la sirga intencionadamente, tirada por seis hombres que conducían dos gabarras cargadas de trigo para la fábrica de la Isla.
En el año 1849 se deslindan los caminos de la sirga, de Bilbao a Portugalete, los muelles de la ría de la anteiglesia y los que pertenecen al Consulado de Bilbao.
Un año después del deslinde y amejoramiento del camino de navegación de la sirga en el tramo comprendido de Bilbao a las Arenas, frente a la universidad de Deusto se llamó el paseo de la Sirga en 1910. En el término de la Cava había un fielato de arbitrios que impedía el camino de la Sirga en 1886.
Vigilancia y denuncias en todos estos caminos , para que estuviesen limpios y expeditos, si alguien deterioraba el tramo del camino era multado y obligado a reparar el camino.
En el año 1852 se producen diligencias de apeo y deslinde del camino de la sirga.
También se encarga el cuerpo nacional de ingenieros de caminos canales y puertos , para la ejecución de obras de afirmado del camino de sirga de la ría en el año 1858.
Lo mismo ocurre prohibiendo usar el camino de la sirga para usos vecinales.

A principios de mil ochocientos todavía no se había concluido la carretera de Portugalete y la otra orilla se reducía a un camino de sirga que a su terminación era un estrecho paso abierto entre los arenales que las aguas cubrían con la marea.
Los viajes por mar entonces se hacían en carrozas, simples lanchones con una cámara a popa y arrastrando casi siempre a la sirga con parejas de bueyes y aveces también por la sufrida tripulación. A proa izaban una vela para aprovechar el viento y a falta de este había que manejar los remos.
También había que depender de las mareas, para salvar los churros de San Agustín, Deusto y Olaveaga, en el viaje a Portugalete se invertían cuatro horas.



La Sendeja 2 de mayo de 1892, procesión cívica
PedroTelesforo  Erauzquin, Museo Arqueológico e Histórico Vasco


LAS CARROZAS DE LA RÍA
Proponerse hacer un viaje hasta Portugalete en los año 1830 y 1840, era algo así como hacer un viaje a New York o Chicago.
No había más medios para realizarlo con relativa comodidad que la vía fluvial, utilizando las carrozas.
Que eran unas embarcaciones entre góndolas y trainera.
A popa se alzaba la vistosa camareta, capaz para unas ocho o diez personas de constitución muy robusta.
A proa se levantaba el gallardo mástil que servía para izar la vela si apuntaba la brisa.
El resto estaba ocupado por bancos para los remeros que oficiaban de tales, cuando el caprichoso Eolo se cansaba de soplar.
Pero ordinariamente y a todo evento era conducida a la sirga.... de la cual tiraba la sufrida tripulación desde la orilla, mientras que abordo se manejaba Ignacio, el gobernante.
¿Y quién era Ignacio?, pues el patrón más conocido en la carrera de Bilbao a Portugalete, con escala en Desierto-Erandio.
Ignacio Laca, más conocido por Ignacio el Carrocero, que era el que poseía la más capaz, veloz y mejor pertrechada de las carrozas en servicio y por consiguiente la más solicitada. era el recadista de confianza, el que traía o llevaba a la capital toda clase de encargos.
Enjuto de cuerpo y cara, con una sotabarba fue el verdadero tipo de marino curtido en la lucha con el proceloso elemento.
Que con denuedo surcó en sus mocedades realizando largas y penosas navegaciones.
Honrado a carta cabal fue también una verdadera autoridad como práctico de la ría.
Nadie como él sabía el agua que ocultaba los churros de San Agustín o la Botica Vieja y ninguno como él sabía sortear los peligros del playazo de Elorrieta o los bajos del Fraile que eran piedras situadas en Axpe, en este lugar hubo barcos ingleses varados o averiados entre 1831 y 1832, en el año 1844 en ese punto se colocó una baliza.
Había que sacar las mareas que correspondían en cada momento, no había tablas de mareas como ahora.
Por fin salía la flamante nave del Arenal que empleaba tres o cuatro horas en rendir viaje a Portugalete.
Si no había contratiempos, como que le faltase agua al churro o que se levantase galerna y trastocase los planes.
La gente iba en la carroza para comer y volver a casa para dormir siempre a favor de marea.
Los chicos de la Pastelería eran asiduos a esos viajes, con buena música haciendo ameno el viaje cantando melodías, que producían mágico efecto en toda la población ribereña.
Se hacía parada en Desierto, donde solía tomarse un ligero "Chirimplin", los pulmones se ensanchaban, los ojos no cabían en sus órbitas y nos hacía estremecer de asombro.
Las traineras en continuo movimiento, las señales del piloto de la barra, las bolas negras del telégrafo óptico que comunicaban el monte Banderas con Bilbao.
Nos sorprendía el habla de la gente de Portugalete que tanto difería de la nuestra, nos hacía pensar que estábamos en otro país.
De la familia de las carrozas la más perfilada y lujosa era la falua de sanidad, destinada exclusivamente a este servicio.
Iba al final de Olaveaga en aquella casa de dos columnas, frente a la cual fondeaban los buques de entrada.
Visitaba a tripulantes y viajeros de aquellos barcos para evitar contagios y trasmisión de enfermedades.
Esa Falua de la Junta Provincial de Sanidad, la más elegante hacia la visita sanitaria por espacio de muchos años, el inolvidable e irremplazable médico Pedro Norzagaray director en medicina y cirugía y concejal del ayuntamiento, acompañado por los intérpretes Francisco Urraza y Dionisio Terrazas.
También los jóvenes del Kurding Club solían organizar fiestas en la ría, allá por los años 1880. 
En aquella gabarra adornada con un enorme tablado y una mesa de gran tamaño que la presidía don Terencio, alumbrada con grandes candelabros, llena de flores y rodeada de sus socios con batas, que era de gran efecto y debajo del tablado una cocina, con la cocinera del restaurante Chinostra nada menos.
Con una fiesta deliciosa y una mejor comida, rodeados de barcas, orfeones, música y luces.Don Ramón Real de Asua bailó un aurresku con todos los socios y al pasar por el puente del Arenal fueron ovacionados.
Pero todo cambia, hoy la visita se hace entre muelles, a la misma entrada del puerto donde reside el médico encargado.

En este lugar se veían galeotas, queches gigantescos y holandeses de doble popa que semejaban popas humanas de rollizos seres. Galeota era una galera menor de 16 a 20 bancos con un solo remo en cada banco.
El viaje de Portugalete a Las Arenas ayer triste páramo y hoy suntuoso y poblado barrio a iniciativa de don Máximo Aguirrre que emprendió el saneamiento de la vega de Lamiako.
De las carrozas fluviales pasamos al ómnibus, de la paloma y a los vaporcillos gemelos y de allí al tranvía y luego al ferrrocarril.

En el año 1879 con la navegación a vapor y el servicio de remolcadores apenas se utilizaba este servicio, se utilizaba el camino de sirga por carretera y lo realizaban indistintamente mujeres u hombres.
Pero el progreso avanzaba era el siglo del vapor, gran asombro produjo ver en el muelle del Arenal el primer buque movido por dos ruedas laterales.
El primer vapor que llegó a Bilbao fue en 1851 movido con palas, era de segunda mano y lo compró Joaquín Mazarredo en Bayona (Francia).
Hijo de una acaudalada familia María Josefa Urdaibay casada con Lope García Mazarredo Salazar de Muñatones.
En un principio se le puso el nombre de Manasur , estaba fondeado en el Arenal y hacía excursiones a Portugalete y tardaba 1 hora y 30 minutos y con la marea a favor una hora. Estaba pintado de verde y tenía un toldo donde se sentaban las mujeres.
Costaba una peseta el viaje y llevó en su corta existencia cuarenta mil pasajeros, con una recaudación de cuatrocientos reales al día, facturando 123.242 reales de vellón en total.
El vapor cambió de nombre, por el de Ibaizabal y su fogonero se llamaba Pablo Echevarría y algunos de sus socios o dueños eran Fructuoso José Bolloqui, Gabriel María Ybarra, Alejandro Hormaza y Pedro Antono Errazquin.
En el año 1858 quedó inservible y se compró otro al que se le puso Nervión.
Hubo otros vapores, el Unión, que zarpó del Arenal con 340 pasajeros en dirección a San Sebastián  en junio de 1859. El Comercio que fue botado en el astillero de Glasgow el año 1860 y que hacía la carrera de Bilbao a Bayona, era muy parecido al Unión, la misma estampa, muy largo y con grandes ruedas. Con una cámara de pasajeros  muy cómoda, tardó 92 horas en venir de Glasgow a Bilbao.
El 8 de marzo de 1884 aparece en la ría un pequeño remolcador llamado Luchana, lo compró el señor Román Echevarría y decía la prensa que si cunde el ejemplo, así desaparecerá el triste espectáculo  de las sirgueras, siendo frecuente las caídas a la ría en el desempeño de su labor.
Pudo ser un buen negocio para don Román y un acto humanitario para la sirgueras, pero hubo que esperar algunos años más para ver desaparecida de la ría a esas pobres mujeres, que tuvieron que buscar otros trabajos no menos duros como el de carguera.
Al Luchanita así llamado le siguió el Ezkira con su marinero de brazos giratorios en la punta del mástil de proa y unos toldos para las excursiones fluviales.


Monumento, en homenaje a las sirgueras en la ría de Bilbao


La sirga nuestra extinguida sirga, tuvo afinidades y coincidencias con los bateleros del Volga, la sirga tenía un deje de esclavitud irritante, aquellas pobres mujeres desgreñas con el  surco de dolor y de la miseria indeleble en el rostro, remolcadores terrestres de carne y hueso que inmortalizaran su triste recuerdo.



año 1910, la descarga del bacalao en los tinglados de  Ripa
Fondo Gerardo Gutiérrez-Fundación Popular de Estudios Vascos
El Correo.

TIPOS BILBAINOS Las Cargueras:
En Bilbao como en todos los pueblos hay opulencia, medianía, pobreza y miseria.
Vosotros los que habéis visitado paseos públicos y lugares concurridos, no conoceréis quizá la verdad de mi aserto, pero pasad el puente viejo de San Antón y penetrad en esos miserables albergues que componen la antigua Bilbao, y veréis allí confundidos multitud de familias en patios estrechos, húmedos y oscuros.
No obstante es necesario observar para nuestra propia satisfacción que toda esa miseria y corrupción no es nuestra, se la debemos a pueblos menos felices que nosotros, que no pueden contener en su recinto la terrible plaga de pauperismo.
¿Que oficio tienen todos estos habitantes del antiguo Bilbao?
Los hombres son cargueros y las mujeres cargueras.
La carguera nace en todas partes, pero muy particularmente a la orilla derecha del Nervión, en una calle del viejo Bilbao llamada Cantarranas. Su destino es estar cargada, algunas veces de enfermedades, muchas de vino y siempre de miseria.
La carguera se levanta con el sol y no deja su trabajo hasta que aquél se retira.
¡Y que trabajo! Todos los días, todas las horas, le estais viendo, ya con un cesto de bacalao, ya con el saco de arroz, una chirla de canela u otro cualquier objeto que se quiera endosar sobre su cabeza, mediante la corta retribución de cuatro a seis cuartos.
Llegad al muelle un día de descarga y veréis agitarse inquieta una numerosa multitud de estas desgraciadas criaturas; oiréis a lo lejos el murmullo de sus atronadoras voces; todas gritan, todas se mueven, todas accionan con los pies, las manos y cabeza.
Riñen frecuentemente de palabra, con razones no muy corteses y algunas veces de obra, pero entonces lo hacen encarnizadamente y no deponen su enojo hasta ver a su rival bañada en sangre.
Aparece algunas aveces un inofensivo chinel y en el mismo momento cualquiera de los presentes  pone en juego sus pulmones gritando:Agua....Agua... Agua.... que a lo que parece debe ser la abreviación de Aguacil.
Llega el pobre ministril al lugar de la disputa y con voz no muy segura.
Y a usted que le importa, grita una poniéndose en jarras.
Pues está güeno, dice otra, no semos dueñas de arreglar nuestras cosas amistosamente.
¡Amistosamente ! repite asombrado el guindilla.
Pues ya se ve que si, ¡Miren que cosa! un arañazo para armar tanto barullo.
Mi usted señor ministro, si quiere atender sus intereses, deje en paz a la gente tranquila.
Es usted una desvergonzada, respondo el golilla, ahora mismo vienen todas ustedes donde el señor alcalde.
Veremos allí si son tan valientes.
Oiga usted güen mozo ¿En el señor alcalde?. Estoy mariada, no puede ser.
Cara de miseria dice otra, marcha a espulgar los andrajos de tu mujer.
!Jesús¡ ¿Y tiene mujer este saco de güesos?.
Y entonces grita otra ¡ Vamos a limpiar el polvo de su manto!
Y se prestan todas a la cruel operación, que nunca llega a verificarse porque el zarandeado golilla reconoce su impotencia y promete nunca más inmiscuirse en esas amistosas cuestiones.
Pero si la vara de la justicia no asusta a las cargueras, no así la vara del capataz, que es comúnmente una cola seca de buey.
En todas partes se encuentra él blandiendo el arma terrible, que descarga sin compasión, allí donde se asienta el menor preludio de discordia.
Eran famosos los capataces: Morrovi, Picante o Morico y las jefas de cuadrilla la Sañuda, María la Corporala y con menos categoría Pepa Sapur, Siete Delantales, Marilumo, la señorita Caramelo, la Gallarda y Ojo de Perdiz, Francisca la Buena Moza, Paula la Salada y Pucheritos.
Estas mismas cargueras se encargaban de la limpieza y barrido de escritorios y almacenes.
Pero en ellas no es todo lágrimas, el día que hay mas trabajo está mas alegre la carguera, que como ella dice está más caliente el bolsillo.
En el momento de reposo se reunen seis u ocho y las más valientes se proponen echar un trago en la taberna próxima.
Entran y con un vaso en la mano cantan, beben y bailan, olvidan sus miserias y como ellas dicen que son más felices que esas señoronas que se regüelven en sus jaulas de meriñaques.
Dicen que las cargueras vestían bien y entre ellas había lindas muchachitas, hoy no solo, no visten bien, sino que algunas apenas llegan a cubrir sus carnes con miserables harapos. 
De entre todas ellas de las que hoy son, no hay ninguna con unas facciones hermosas, todas llevan en su rostro impreso el sello de la miseria y el abandono y las señales de una repugnante depravación.
Por eso las infelices encuentran tan poca simpatía y la miseria va acompañada del vicio.
Ellas descargaban los buques y gabarras, acarreando las bacaladas  o los cestos de sal a los almacenes de Ripa.
Eran mujeres remangadas de brazos, con una mano al cesto , sobre el sorki, en la cabeza, y apoyado en la otra cadera, con el pecho alzado, airosas de cuerpo, nada tardas de piernas.
Eran más famosas que las sardineras de Santurce, formaban parte del paisaje como la ría misma. Sucias de palabras y limpias de camisa, sus riñas y escándalos eran sonados.
Cuando llegaban a las manos se dedicaban términos como, gangarronas, sinsorgas, mamarras, todas estas palabras pertenecían al léxico de los bilbaínos.
Empezaban su ruda tarea de la mañana con el canto a coro de canciones populares que aquí citamos alguna de ellas.
Tomaban un respiro, a primera hora era la "CHICHIPARRA", que era aguardiente para matar el "hestérico"con un pedazo de pan moreno, a las once de la mañana el amaiketako, reposado y con mucho parloteo.
Luego el chiquiteo, el chupis como se llamaba al tinto y al blanco en la taberna de la Parra, la de Rosendo, Cochinón, el Chamizo, de Perana, Trifol y Calandrajos.
La comida de las sardineras y las cargueras solía ser una porrusalda, un buen plato de bacallao en salsa o un guisado de carne con patatas más un pan generoso y un gran vaso de vino tinto.
Al anochecer las cargueras se reunían entorno a la capatasa, para cobrar su salario y recibir las órdenes para el día siguiente.
A ninguna le faltaba gracia, ni ocurrencias para poner en solfa al más pintado, ya que son inaccesibles a las seducciones y la boca la tienen pronta a cualquier contestación o pulla, alusión intencionada o malévola de quién pretenda tantearlas o burlarse de ellas.
Cuando terminaban con su labor de descargar, bacalao, carbón o telas acudían a la estación del tren y se ofrecían a llevar los equipajes, cosa que irritaba profundamente a los maleteros.

En los años 1840, las cargueras tenían restringidos sus sitios de reunión, prohibido estacionarse en ciertos sitios públicos por el continuo bullicio y el lenguaje obsceno que utilizan.
Les han echado de Barrencalle y la Torre, solo les permiten reunirse en el muelle del Arenal.
Ignacia de Zabala Ansorena natural de Amezqueta, Juliana de Elizalde Bilbao nacida en Dima viuda de Manuel Amorrosta, Josefa de Ansorena Gabancho nacida en San San Sebastian. Estas mujeres se ven implicadas en pequeños y variados hurtos, como el de una caja de puros del señor Besga en 1864, una chapa de hierro en una fábrica de tejas y en peleas callejeras.
Durante la primera guerra carlista de Petra Pérez y Manuela Ibarra cargueras de profesión se insinuó que tenían relación con el enemigo.
Manuela Ameiz y Dominga Retuerto, cargueras de Bilbao piden permiso para un viaje a Santiago de Compostela, para cumplir una promesa se supone religiosa.

Aunque llegasen a las manos que si solían llegar, generalmente no pasaba nada, en el simulacro de lucha intervenían las amigas, la "capatasa"con la liquidación de los jornales. Mediante unas lágrimas y las consabidas multas del chinel y vuelta a la descarga y a los cantos de su repertorio habitual nacidos de la musa popular, castizamente bilbainos y apasionados de la vida.
En invierno de 1860 las cargueras siguen peinándose al aire libre, en los sitios más céntricos de Bilbao, se habla también de los baches de la calle Bidebarrieta y que posiblemente que si la nieve escasea nos vamos a quedar sin limonadas en verano.
Esta mañana hemos presenciado en la Ribera el pronunciamiento de las cargueras más escandalosas de nuestros tiempos.
El motivo era la gran cantidad de bacalao que nos ha llegado a Bilbao. Hubo muchas mujeres que se negaron a descargarlo al precio que pagaban el jornal, pero otras aceptaron la oferta, armando entre ellas tal trapisonda y vapuleo que la Ribera se ha convertido en un campo de batalla, mezcladas las cargueras con los aguaciles y el capataz con la verga en la mano atizaba latigazos de los lindo.
El cuadro era animadísimo, el espectáculo ocurrió el 24 de setiembre de 1861 y no ha podido ser más vergonzoso.

Pero en otros países como Colombia, en la montañosa ciudad de Medellín en esos años había cargueras como aquí, algunas con más pujanza que los hombres. Todas ellas eran rechonchas, feas y verdaderas Maritornes, han perdido su sexo débil y bello se han vuelto feas y masculinas.


Adiós, bilbainita, adiós
Adiós, Arenal florido.
Adiós, virgen de Begoña
que aunque me voy no te olvido.

Me han dicho que eres de Ripa,
de Ripa no puede ser,
una chica tan bonita,
en Ripa no puede haber.

Tres calles tiene Bilbao
que no las cuenta Madrid:
Achuri, Bilbao la Vieja
y el Campo Volantín.

Dime, niña por que ploras
y suspiras sin sesar.
Porque suspiras y lloras,
si..no te puedo olvidar.

Descanse en paz
el poeta callejero
que sintió la poesía,
vivió de la lotería
y despreciaba el dinero.
Al revés que Antón Pirulero.

Con el pecho y la cintura
tu talle no tiene par,
morena sietecallera
que vas derramando sal.

Si quieres que yo te quiera
ha de ser con una condición,
que lo tuyo ha de ser mio
y lo mio tuyo no.

Era casi una profesión hereditaria madres, hijas y nietas de cargueras, sin cualificación profesional y que habitaban a las casas ribereñas a la ría, cercanas al Bilbao del angulero, Urazurrutia, Atxuri, Ollerías, mirando a la ría entre cedazos, redes y ropas puestas a secar en los balcones y a unos pasos de la chanelas de la vida pesquera e industrial de aquellos barrios.
Y luego las amigotas cogidas del brazo, eran las mismas que el día anterior habían discutido y peleado, rápidos enfados y fugaces durante el resto de la semana.
En filas irregulares tomaban Ripa, el muelle de la Naja y la Ribera en dirección al puente de San Antón y a la rampa de Barrencalle, alzando sus voces a coro con sus cantos postreros, ofreciendo al vecindario la nota alegre y simpática de esa vieja costumbre.

A las hijas de Bilbao
nos llevan a la Galera(centro de reclusión de mujeres de mal vivir),
no nos llevan por ladronas,
nos llevan por calaveras.

Convento de San Francisco,
quien te ha visto y quien te ve,
antes convento de frailes
y ahora te han hecho cuartel.

Ante las sombras de la noche, queda amortiguado y en suspenso el ruido del tráfico de la villa.
Se reconcentra la villa al arrimo de de sus calles céntricas e iluminadas, las siluetas de los puentes parecen prolongarse y en las frías noches de invierno los anguleros toman posiciones, a lo largo de la vena fluvial, la bordean con la luz de sus faroles.
El 23 de marzo de 1859 a las once y media de la mañana, varias personas se hallaban en el muelle del Arenal y se produjo un dramático suceso entre dos cargueras, que por un quitame allá esas pajas, se zurraron de lo lindo, aparte de los mutuos piropos que acostumbran a decir estas semejantes heroínas.



Feria de ganado en Begoña año 1910, la Sañuda es la más alta a la izquierda,brazos en jarras y cara de
malas pulgas, preparando las pucheras.
Archivo Néstor Basualdo, Fundación Sancho el Sabio.

LA SAÑUDA
Trinidad Sañudo Leñero, más popularmente conocida por la Sañuda, nació en Begoña y fue bautizada el dos de mayo de 1859.
Sus padres Francisco Sañudo y María Leñero Rivas, en el año 1870 les roban una moneda de cien reales y un pendiente, al matrimonio y en el año 1873 María Leñero muere accidentalmente al caerse de un carro.
Trinidad Sañudo se casó el 16 de setiembre de 1877 en San Vicente Mártir de Abando con León Zubía Tobalina.
En el año 1872 era sereno y le pillan de servicio, dormido y en estado de embriaguez, es expedientado.
La pareja León y Trinidad tiene cinco hijos, Florencio, María del Pilar, Petra, Anselmo y Manuela.
La Sañudo era una mujer alta y corpulenta, de aspecto varonil habitual en los muelles de Uribitarte, el Arenal, la Sendeja. Después de largos años desempeñó el cargo de capataz de la descarga de barcos de bacalao.
Esta mujer gozaba de gran prestigio y autoridad entre consignatarios y trabajadoras.
Tuvo alguna actividad política con el partido conservador de Víctor Chávarri, aprovechándose de su prestigio y carisma entre las gentes humildes de Bilbao la Vieja.
Le decían que se había hecho conservadora a la que respondía: conservadora de sus caudales y sus ahorros.
Era una buena cocinera y allí donde había ocasión en los distintos puestos de venta de las romerías, de Basurto, Deusto o Begoña ofrecía sus apreciados guisos y cazuelas al gusto tradicional de Bilbao.
En el año 1898 su marido abre una taberna en Miravilla diez y nueve y diez años después en la calle de la Fuente diez coge en traspaso una taberna-restaurante, tiene algún contratiempo con el ayuntamiento por incumplimiento de los horarios nocturnos.
Su hija Manuela trabaja con su padre en la taberna en 1906 y pasa el restaurante a su nombre, en el año 1912 Manuela traspasa la taberna.
En el año 1930 ya había muerto Trinidad Sañudo y su hija Manuela solicita al consistorio el puesto de venta de comidas y bebidas, durante las ferias de ganado en la campa de Basurto, al fallecer su madre la Sañuda.
Su hermano Florencio Zubia Sañudo en 1911 era policía municipal suplente, pasa algún tiempo después a policía de segunda clase y después de primera.
Le pillan en el merendero de Torre Urizar, estando de baja médica y tiene una amonestación. En el año 1930 se jubila por imposibilidad física, con una pensión anual de 1912 pesetas.

A la Sañuda los comerciantes de los muelles de Ripa, la denuncian en setiembre de 1905 por vender vinos y licores en la vía pública sin la oportuna licencia.
Los periódicos de esa época están salpicados de noticias de pendencias, riñas y escándalos de la Sañuda.
En mayo de 1911, en la calle Laguna una acalorada reyerta entre dos mujeres que tenían antiguos resentimientos.
Una de ellas era hija de la tabernera de la calle de la Fuente Trinidad Sañudo que agredió con un palo a una tal Catalina que vivía en la calle Laguna cinco. A Catalina la curaron en el cuarto de socorro de Marzana y denuncian a la Sañudo.
En diciembre de 1913, en la calle Miravilla Trinidad Sañudo recibió una paliza de dos Antonias, la Garcia y la Izquierdos, le rompieron el pómulo a la Sañudo.
Su estampa era espectacular, alta, aseada, buena planta, todo ello le daba un toque varonil, pues poseía una fuerza descomunal.
Decían algunos que desde la plazuela del Campo Volantín oían las voces que daba en en Uribitarte, cuando descargaban bacalao en los almacenes de Klausen e Hilario Lund.
Tenía una buena voz y cantaba las bilbaínadas que componían Penetre y Trankilo.
Vestía blusa de lino con cenefa en azul, falda azul de satén y alpargatas de esparto nuevas, toquillas de punto a juego con la falda y lucía moño, era la  mas aristócrata de las cargueras.
Los chicos le solían cantar algunas joticas a coro: Con el sortzibederatzi de las cazuelas, tienen el culo gordo las cocineras y en esto la Sañuda es la primera.
La Sañuda tenía preparada una batería de manzanas podridas y trozos de pan duro para arrojarselos a los chavales.

Hubo otras cargueras pero como ella ninguna por eso pasó a la historia, destacando de todas las demás porque las manejaba a las otras cargueras con puño de hierro, brazos en jarras, moño alto y cara de malas pulgas.

En abril de 1917, una tal Trinidad Sañudo joven de 22 años y casada, avisó a Petra Bilbao Martinez alias "la Marquinesa" y según cuenta la madre de Trinidad le hizo cierta operación para ocultar la deshonra de su marido, que estaba navegando.
La joven murió de una infección tetánica y la Marquinesa pasó a disposición judicial. Desconocemos si tiene parentesco con la familia de la Sañuda, puede ser sobrina pero queremos reflejar este dato histórico.


FIN





El puerto de Bilbao como reflejo y desarrollo industrial de Bizkaia 1857-1913 de Nati de la Puerta. 
Turismo fluvial de Bilbao al Abra por Camaron 21 de octubre 1956 el Correo.
Las sirgueras de la ría de Imanol Barbería BBK.
Memorias de un bilbaino de José de Orueta.
Cargueras y sirgueras de Bilbao Olga Macías Muñoz.
Las cargueras, tipos bilbaínos de Gabriel Bengoa 20 de abril de 1858.
Las canciones de las cargueras, de Restituto Zorrilla.
Mujeres de cuidado de Imanol Villa, el Correo dos de julio de 2006.
Pasavolantes-Argos, Las Cargueras 5 de abril de 1881.
Recordando a la Sañuda Jon Uriarte-el Correo 17 de agosto 2015.
La Sañuda periódico Bilbao, año 2012 K-Toño Frade Villar.
Historias de tripasais, Ana Vega Pérez de Arrilucea 13 de julio de 2019.
Dokuklik.
Hemeroteca Nacional de Madrid.
Archivo Diputación Foral de Bizkaia.

miércoles, 22 de julio de 2020

LA SENDEJA, SU HISTORIA Y SUS GENTES-SEGUNDA PARTE



BILBAO 1764
Se puede ver el arbolado del Arenal y las casas de la Sendeja,, el palacio de la Quintana y siguiendo el
curso de la ría el convento de San Agustín.


En el año 1767 la calle de la Sendeja contaba con 73 vecinos, hasta las Cujas donde empieza la calle de la Estufa.
En el siglo XVIII toda la zona ribereña desde San Nicolás hasta San Agustín se empieza a urbanizar.
Aquellas casas bajas se derribaron y se convirtieron en hermosos edificios.
Los Taramona, Torá, Anchústegui y Orive construyeron esas casas.

En el año 1814 ya atracaban las embarcaciones en el muelle de la lengüeta de la Sendeja.
En el censo policial del 27 de diciembre de 1821, siendo alcalde don Claudio Jané. La calle de la Sendeja  la numeración iba de las casas del número 1 al 21.
Sus habitantes se ganaban la vida artesanalmente, en el número tres de la calle había dos barqueros, Melchor Quintanilla, Antonio Zaragoza y Pedro Beitia en el número cuatro.
En los años que van de 1813 a 1819 había varios barqueros que hacían el trayecto del Arenal a Ripa: Juan Antonio Sertucha, Agustín Correa, Pedro Beitia, Francisco Larrañaga, Manuel Artiaga, Pablo Orue y Gaspar de Ibarra.
Tres chocolateros Bernardo Azcuna, José Zárate, Felipa Urbina. Quedaba un calafatero en esa calle Juan Antonio Sertucha, una tabernera llamada Ramona Arteda en la Sendeja doce.
Las profesiones mas comunes eran:Tejedor, lavandera, cortador, chispero, cerero, sangrador, descargador, saquero, sereno, escribiente, peinero(fabrica o vende peines), algunos navegantes. En la calle cercana, la Estufa habían casi desaparecido los oficios menestrales y se había convertido en el año 1821 en una calle residencial con adinerados comerciantes, lo más granado y florido de la Sociedad bilbaína.


En 1842 hacen un muelle nuevo en la Sendeja, para evitar inundaciones y crear un espacio urbanizable para construir viviendas en dicha calle.
Se piensa construir un monumento a los defensores liberales del primer Sitio de Bilbao, en San Agustín pero el proyecto fracasó se quedó en nada.
Se empezó con la urbanización del terraplén de Achuri, rectificando algunas de las curvas o meandros que hacía la ría, desde el puente de San Antón al convento de San Agustín facilitando la navegación.
Con este procedimiento se ganaban unos miles de metros cuadrados para la municipalidad. En estas obras se invirtieron cuatro millones de reales. La llamada carretera de Durango pasó a llamarse la calle Achuri en 1878.
De 1854 a 1857 obra pública de encauzamiento de la ría con el terreno ganado en la Sendeja y la apertura de un nuevo cauce, ocurrió lo mismo que con Achuri, ampliando con los terrenos ganados a la ría y años después el muelle de la Sendeja.
En el año 1871 obras de reposición de la rampa del muelle de la Sendeja. También se habilita la lengüeta de la Sendeja para descargar mercancías, que tengan que pasar por la hacienda pública y los almacenes de la aduana.
Nicolás Achúcarro es el encargado de las obras de encauzamiento de la ría.
Durante el cerco carlista a Bilbao se colocó una cadena en la Sendeja al igual que en otros puntos de la ría para impedir el acceso por la ría a los barcos enemigos.
En el año 1884 con motivo de la visita de Alfonso XII y su esposa María Cristina se construye una escalinata en el muelle de la Sendeja y un pabellón.
Antes de 1870 el muelle del Arenal era con diferencia el más utilizado en Bilbao en las labores de carga y descarga, pero en 1864 ya se veía insuficiente para su tráfico marítimo.
Ya estaba en proyecto poner dos tinglados portuarios detrás del teatro Arriaga.
En el año 1887 se derriban algunos árboles en la Sendeja para instalar dos grúas inglesas Henry Moorhouse de cinco toneladas y una de ellas se instaló en Achuri.

Es asqueroso el aspecto que presentaba esta mañana las orillas de la ría bajo la Sendeja, donde se veían nada menos que siete perros muertos. El ayuntamiento a dado las órdenes precisas a los barrenderos para que los entierren inmediatamente. Esto ocurría en julio de 1859 y en Bilbao y en otros muchos sitios no se tenía ninguna consideración con los animales domésticos, era frecuente encontrar sacos con piedras en la ría conteniendo gatos, perros o camadas de ellos. 
En el mes de junio de ese año un grupo de once jóvenes artesanos, bajaban por la ría en una lancha que al llegar a la última escala de la Sendeja se les hundió. Los jóvenes nadaban como ranas y la gente que les vio no pudo menos que reirse al ver flotar sus boinas coloradas y ellos ganando la orilla sin perder el buen humor.
En el año 1874 dos casas resultaron dañadas durante el sitio y hubo de proceder posteriormente a su derribo.
Aunque los números de las casas de ahora y los de entonces no coinciden, en la actualidad la calle Sendeja comienza al final o principio de la calle Esperanza y va del número uno al siete donde termina la Sendeja.
Dos lancheros o barqueros riñeron ayer en el muelle de la Sendeja por cuestiones de oficio. Se acometieron con las únicas armas que disponían, los remos se propinaron repetidos golpes, causándose diversas lesiones varias personas pusieron paz entre los lancheros en julio de 1898.
En el padrón municipal de 1885 la calle Sendeja estaba numerada desde el número uno al diez y nueve.

Casas en la calle de la Sendeja, el 3 de setiembre 1821 de José Manuel Barrenechea.
Del Archivo del a Diputación Foral de Bizkaia.

LOS MADARIAGA
En el número ocho de la calle Sendeja vivía la familia Madariaga, la casa se construyó a finales del siglo XIX y era propiedad de la familia.
El padre y cabeza de familia se llamaba  Ramón Madariaga Azcuénaga(1868-1940) y su mujer Cruz Astigarraga Amézaga.
El padre de Ramón se llamaba Nicolás Madariaga Elías, de profesión comerciante casado con María Jesús Azcuénaga Gallano. La madre de María Jesús se llamaba Bárbara Gallano Gana que a su vez era hermana de Juan Blas de Gallano Gana, que fue acusado de insurrección y agitación carlista en 1872 y Apoderado de las Juntas Generales del Señorío de Vizcaya por Abando en el año 1860.

Además la familia Gallano estaban emparentada de segundo apellido con la familia Gana, que tuvieron su casa solar en Plencia. Tomás de Gana ingresó en la Real Academia de Guardia Marinas en 1793.
Ella era hija de Juan Bautista Astigarraga Echebarría, en el año 1895 se hace la testamentaría, de la que se hace cargo el hermano mayor de Cruz, llamado Luis Astigarraga de profesión corredor marítimo ya que sus hermanos eran menores de edad(Cruz, María, Pedro, Tomas, Luisa y Eduardo).
El padre falleció el año 1893 y eran un hombre de negocios, en la mineria, una compañía de navegación  llamada Compañía Bilbaina de Navegación con Eduardo Aznar de la Sota y él. Una compañía de remolcadores que operaban en la ría(Remolcadores del Cantábrico, constructor de viviendas, corredor marítimo.
Además de todo eso fue concejal del ayuntamiento bilbaíno y traductor de inglés en casos de peritaje judicial.
Ramón Madariaga perteneció al partido republicano federal, también era un prestigioso jurista y participó en las ponencias del primer estatuto vasco de 1936.
Nicolas Madariaga Astigarraga, fue bautizado en San Nicolás el 24 de junio de 1896.
En 1913 se examinó en el instituto de Bilbao de ética y rudimentos de derecho, con Cosme Duñabeitia y los dos sacaron  sobresaliente.
Siguió los pasos de su padre y ejerció la abogacía, al igual que su padre estudió derecho en Oxford y su hijo Julen Madariaga fue uno de los ideólogos de ETA junto con José María Benito del Valle. Julen acompañó al exilio a su padre a Francia y después a Chile.
Fue concejal del ayuntamiento de Bilbao, vocal de la junta Asociación Vizcaína de Caridad y de la Caja de Ahorros Municipal y Monte de Piedad de Bilbao.
Fue capitular de la minoría nacionalista en el consistorio bilbaino los años 1933-34.
Cuadro de Aurelio Arteta en el Museo de Bellas Artes de Bilbao
de la familia Madariaga
     Nicolás estaba casado con Esther Aguirre(fallecida a los 96 años
el 10 de noviembre de 1999).
En las elecciones de 1931 salió elegido por el distrito de Begoña, en el Bloque Antimonárquico y asesor jurídico del Gobierno Vasco en el departamento de defensa. Uno de los fundadores de A.N.V., que era una escisión del partido Nacionalista Vasco, con una línea más de izquierdas.

  Juan Madariaga Astigarraga hermano de Nicolas, nació en Bilbao 18 de setiembre de 1901 y falleció en Algorta el  23 de noviembre de 1996 con 94 años. Estaba casado con la hermana del Lehendakari Aguirre, se llamaba María Teresa Aguirre Lecube, que falleció en Algorta el 15 de marzo de 2003.
Juan estudió en el Instituto de Bilbao, y la la carrera de arquitectura en Madrid, residió una larga temporada en Inglaterra. Obtuvo el premio de fin de carrera en el año 1930 y en la Residencia de Estudiantes conoció a Dalí, Garcia Lorca y Buñuel.
Huyó a Francia y de allí marchó a México para volver a Bilbao en el año 1955.
Se instaló su oficina profesional en la casa de sus padres, la Sendeja donde pasó con su familia la niñez y adolescencia.
Ramón Madariaga enseñó a sus hijos en el ideario Krausista que se desarrolló en España a finales del siglo XIX y cuyo principal objetivo era la regeneración de los ideales políticos y los valores humanos de la sociedad.
Otras hermanas Madariaga, Jesusa casada con Armando Artolozaga Unanue que era hermano de Gabino con ellos coincidieron en Chile. Jesusa murió el 9 de octubre de 1991 con 92 años.
La madre Cruz Astigarraga Amézaga en el padrón de 1900 ya vivía en la Sendeja ocho segundo piso, con sus cinco hijos: Nicolás, Jesusa, Juan Bautista nacido el 18 de setiembre de 1901, Cruz 10 de junio de 1903 ó 4 y Ramón el más pequeño nacido 26 de marzo de 1907.
María Cruz se casó con Francisco Greño Pozurama que era un hombre próximo al ideario monárquico, ocupó puestos relevantes durante el régimen franquista, con el título de excelentísimo señor. Fue vicepresidente de la Cajas de Ahorros y director general de la Caja de Ahorros Vizcaína y murió el 27 de mayo de 1971.
Su mujer Mari Cruz falleció a los 96 años el 17 de enero de 2001. 

tinglado de la Sendeja año 1890, foto de Pedro Telesforo Errazquin

LOS TARAMONA
En 1883 Manuel Taramona Saiz, promotor y propietario era el dueño de las casas de la Sendeja números 6-7-10 duplicado año 1890. Vivían en el segundo piso de esa casa, Manuel nació el  de mayo de 1840 en Zalla y estaba casado con Ramona Díaz Entresotos, nacida el 13 de agosto de 1847 en Valdemoro(Madrid). Era comerciante y tenía en explotación minas de hierro.
Vivían con sus hijos, Manuel, Francisco, Arturo, María Dolores, Baldomero y también con dos hermanos de Manuel Taramona, José, Francisco y con tres sirvientas.
En el tercer piso de esa casa vivía un registrador de la propiedad y su esposa, se llamaba Francisco Alcalde y Zabalza, nacido en Logroño el 4 de octubre de 1851. El famoso farmacéutico Salustiano de Orive era el propietario de una casa en la Sendeja once.
Lesmes Anchústegui poseía dos casas los números 13 y 18, se construyó una casa en el Campo Volantín número uno, en un terreno de su propiedad. Lesmes Anchústegui fue alcalde de barrio de la Sendeja en el año 1870.
Juan Torá administrador de la familia de la Quintana, en 1881 construye una casa una casa junto a la fábrica del gas en la calle de la Sendeja números 18 y 19, en el año 1881.
Hay que tener en cuenta los numerosos cambios de los números de las casas en esos años.
Todas esas casas estaban destinadas a ser viviendas de alquiler, algunos de esos dueños se reservaban el piso principal para vivir en él.
Un caso sonado en Bilbao fue en la Sendeja, porque participó involuntariamente el cónsul de Bélgica se llamaba Enrique Bourson y paseaba con su mujer a las cuatro de la tarde el día de San Juan, 24 de junio de 1880 iba del Arenal al paraje de la Sendeja y por allí andaban correteando unos muchachos de los cuales uno Leonardo cayó a la ría al presenciar este suceso, no lo pensó dos veces se quitó el sombrero y vestido como estaba se arrojó al agua salvando la vida del muchacho.
Era hijo de un carabinero  llamado Lorenzo Talledo Larrauri que recogió a su hijo y dando las gracias lo llevó a casa.
Enterado el alcalde señor Lecanda de el gesto valiente, le envió por medio del jefe de la guardia municipal señor Segundo Amorrosta el sombrero del señor cónsul y se pidió para él la Cruz de Beneficencia por agradecimiento público y ejemplo para todos.

En la Sendeja uno, arriba del Arratiano nació el escultor Juan Guraya Urrutia el 1 de junio de 1893. Sus padres Juan Guraya Ugarriza y su madre Dominga Urrutia Aurrecoechea.
Era un escultor poco conocido discípulo de los maestros Moisés Huerta, Quintín de Torre e Higinio Basterra.
Ingresó en la Escuela de Artes y Oficios y con la ayuda de los Lezama Leguizamón se pudo labrar un porvenir en ese mundo. Estuvo en Barcelona, Cuba.
Su hermano José fue bastantante menos conocido que él, nació dos años después que él 20 de junio de 1895.
Ya de mayor vivía en una escondida casita de Busturia y se dedicaba hacer maquetas de barcos de vela, en madera y metal. Era un hombre extraño y áspero para los que no le conocían, artista hasta los tuétanos y bohemio.
Recordaba como en la Sendeja atracaban los barcos veleros y los niños jugaban a reproducir en madera las airosas figuras de los veleros.
Guraya tuvo una vida azarosa Petain, Verdún, Mata-Hari, Pío Baroja, Camilo José Cela le pidió que escribiera sus memorias.
Dice José Guraya que el no trabajaba por el vil metal, fue un buen ebanista y un gran aficionado a la música. Una vez fue a Lisboa a escuchar a Toscanini.
Aprendió el oficio de maquetista en un taller de la calle Santa María. Vivió en Madrid en Vera de Bidasoa allí conoció a Pío Baroja, el primer modelo que vendió fue por dos mil quinientas pesetas era un Cutty Sark. Tuvo varios hermanos además del escultor, Constanza, Antonia, Carmen y Vicente.

*A mediados del siglo XIX el Arenal tenía un frondoso arbolado, con sinuosas sendas, los tres estanques llenos de peces, el kiosko, la guarda de las sillas que eran de madera y el cuidado de un precioso retrete, cerrado con llave para darla en caso preciso.
Había flores en los jardines, hierba fina en las praderas y guijo de Bayona, en las alamedas y sendas.
Lo mejor del paseo del Arenal eran los tres estanques, el mayor cerca del kiosko de la música, con sus juegos de agua, sus nenúfares y su barandilla de hierro en forma de juncos curvados y enlazados. El de la herradura cerca de San Nicolás, por tener alrededor un banco con esa forma, con un fondo alto de verdor, en el centro del estanque una enorme peña con musgo por donde corrían hilos de agua, con una forma de taza donde albergaba peces de colores.
La tercera fuente ya hacia la Sendeja a mano izquierda, entre la alameda del centro y el muelle, era una obra de arte de jardinería artificial, con una peña con musgo con hilos de agua, peces y plantas. Detrás de él estaba el famoso árbol de la bala de cañón, que era de la primera guerra carlista. Le penetró una bala redonda de cañón y se hundió en él, para conservarlo lo rodearon con un aro de fleje de hierro*.
descarga del carbón año 1893, al fondo el puente giratorio,
foto de Pedro Telesforo Errazquin
*El Arenal llama la atención porque está dentro del pueblo y proporciona un recreo cotidiano, con sus frondosidades y frescuras.
Su figura es un triángulo casi rectángulo, en un de sus catetos lo forman la calle de la Estufa.
En el ángulo opuesto a la base está la iglesia de San Nicolás, a la derecha las verjas llamadas de las Cujas que cierran por allí el paseo.
Paralelo a las magníficas casas de la Estufa está "el juego de la pelota" que tiene desde donde está la botadera a la pared 310 metros y 68 metros de ancho. Los bancos de piedra lo cercan por tres lados y remata una alta y hermosa pared con adornos adecuados sobre la cual se alza la estatua dorada de la fama.
En la alameda había siete largas y espaciosas calles y otras tres menores, con altísimos y copudos tilos y castaños de indias, robles, plátanos y acacias, con extensos brazos que dan cobijo a su sombra.
Alumbrados por la noche con faroles de reverbero sobre columnas de hierro.
Había jardines cercados por ligeras verjas, también arcos de entrada por la parte del Teatro de la Villa, también había arcos de entrada por la parte trasera del teatro, por la calle Correo, San Nicolás y las Cujas.
Tres paseos paralelos a la ría y otros tres frente a San Nicolás, con un total de 134 bancos y los árboles sumaban 284.*
En el año 1891 el Arenal perdió su aspecto romántico y ajardinado, se estructuró en tres calles principales con menos árboles, flores y menos arbustos, menos bancos y más paseantes. Las fiestas de agosto en Bilbao obligan a remodelar el Arenal.
A finales del siglo XIX había disminuido considerablemente el tráfico en el muelle del Arenal y se había ido al fondeadero de Olaveaga.
Con esta reforma dio nuevas alineaciones a las calles de la Estufa y la Sendeja para facilitar el tránsito de personas y vehículos.
Las calles en el interior del Arenal fueron tres la central asfaltada, la nueva del puente del Arenal hasta el final de la Estufa y comienza el nuevo andén de la Sendeja.
La tercera era la lateral de la calle la Estufa que daba al salón del Boulevard frente a la iglesia de San Nicolás, llamado paseo de la aristocracia bilbaína cuando esta se relacionaba en la calle.*

En el año 1887 en el Palacio de la Quintana solo vivía una señora, dos hijas que hacían las funciones de sirvientas y un hijo aprendiz.
Los números de la calle Sendeja iban del número uno al diez y nueva, el palacio de la Quintana se consideraba calle de la Sendeja pero sin numeración.
En esa calle todos sus vecinos eran menestrales, ebanistas, cochero, jornalero, sastre, costurera, sillero, peón, varios militares, panadero, cantero, alpargatero, cigarrera, herrero, tapicero, calderero, barbero, tintorero, telegrafista.
Un tabernero llamado Gabriel Bergareche y Elorriaga, nacido el 18 de febrero de 1839, en el número diez y siete.
En el número diez y ocho dos modistas Flora Andechaga Bilbao, nacida en Bilbao y Daniela Múgica nacida en Mañaria.
En el diez y siete vivía Saturnino  Manville, nacido en Bilbao el 9 de noviembre de 1855, la esposa y dos hijos. El padre era marmolista de profesión.
En el número diez y nueve en el bajo tenía Fernando Galina su taller de escultura, soltero y nacido en Bilbao 30 de noviembre de 1838.
Salvador Achúcarro Lesmes había nacido en Limpias(Cantabria) el 13 de febrero de 1852 y era pintor y empapelador, vivía en la Sendeja once y tenía casa en la calle del Cristo.
Doña Leona Llaguno Iturbe, era propietaria y vivía en la misma casa y nació en Orduña el 12 de abril de 1856.
En el número uno de esa calle vivía un músico llamado José Arilla Nogués, casado con Antonia Viñao Gravija.
En la calle de la Ribera, 8 daba clases de música, dibujo y Felipe Serrate de gimnasia higiénica.
Tocaba por los paseos públicos de Bilbao con el permiso municipal, Federico García, Nicolás Valle y José Arilla.
En 1890 era profesor de la Academia de Música de Bilbao y de la Banda Municipal de Bilbao de fagot de segunda.

Luis Ezquerra el señor mayor de bata a la derecha,
en la puerta de su establecimiento.

LA FAMILIA EZQUERRA
José Ezquerra Aguirre fue bautizado en Abando, el 1 de julio de 1878 en la iglesia San Vicente Mártir. Sus padres se llamaban Luis Ezquerra Díaz y era originario de Tafalla(Navarra) y en Bilbao conoció a Benita Aguirre Ureta, bautizada el 30 de abril de 1860 en Abando(San Vicente Mártir). En esa misma iglesia se casaron Luis y Benita, ella era una adolescente y el oficio religioso se celebró el 27 de agosto de 1876.
Tuvieron siete hijos, Ricardo, Juan, Francisca, Luis, Inés, Luisa y José el mayor del que nos vamos a ocupar.
El padre siempre estuvo en los negocios de hostelería, un puesto en la Alhóndiga Municipal y tuvo tabernas en Ripa, Príncipe y en el año 1890 en la calle de Las Cortes seis. Esta era una taberna restaurante con la especialidad de vinos de Rioja, incluso tuvo un almacén de trapos, hierros y toda clase de metales en la calle Fuente uno.
Tuvo su puesto de vino en la Alhóndiga de Uribitarte que en aquellos años estaba en la calle Barroeta Aldamar, se empezó a construir el año 1884. 
En la calle Arbolancha cuatro, abre una taberna como todos los taberneros tuvo problemas con los horarios de cierra al incumplir las ordenanzas municipales y algún contratiempo con el vino cuando alguna partido se declaró no apta para el consumo, cosa frecuente entre los vinateros por aquellos años. En el año 1917 era almacenista de vinos. 
En el año 1929 llegó a presidente de la junta directiva del gremio de vendedores de vinos al por menor. Al morir se traspasó el puesto siete de la Alhóndiga Municipal a nombre de Luis Ezquerra, en el año 1931.
La Sociedad Coral del Ensanche en sus primeros años se reunían en el caserío Etxerre. En el año 1880 sus propietarios eran Estanislao Labayru y Manuel Maguregui.
Fue derribado en 1913 para construir el colegio de los Escolapios de Bilbao(calles Espartero, Henao y Alameda Recalde). 
Entonces fue cuando se pasaron a la taberna de Urrutia, en la calle Lersundi de Atanasio Urrutia que era un clásico bar de chiquiteo. En este lugar los coralistas tenían una sala de ensayos en la parte trasera con un piano, un mesa y un armario para guardar las partituras.
Algún tiempo después marcharon a la calle Arbolancha número dos donde se hallaba el restaurante y en el cuatro el bar de Ezquerra cuyo dueño era Luis Ezquerra, el padre de José.

En el año 1904 el protagonismo lo toma su hijo se hizo con el restaurante-taberna del que era titular Joaquín Mendía, en la calle Sendeja que entonces era el número diez. Era una casa edificada en el año 1850, sobre el solar de otra más antigua.
José pone un rótulo en la puerta que dice:Vinos, Comidas, Café y Licores.
Compró la taberna y las dos primeras plantas.
José se casó con María Tomasa Fernández que pasó de saltar a la cuerda a casarse y llevar el negocio de la taberna.
Su marido al igual que Santi el Marinero, el marido de Pura Iturralde poco tiempo pasaban en los fogones y la taberna. Lo suyo era cuidar las amistades, alternar con ellas y chiquitear por la zona, Tomasa llevaba las riendas del negocio.
Era una mujer grande, llevaba el pelo recogido con un moño alto, era de complexión física fuerte, de ojos azules y de brazos abiertos para muchas familias amigas y necesitadas, también gente de paso.
Se levantaba antes de las seis de la mañana y ya le llevaban baldes de angulas, a esas horas preparaba unas fuentes de merluza frita y de bacalao.
El destino de estos alimentos eran los obreros de la Fábrica de don Federico Echevarría, José Echevarría compró un caserío camino de Begoña, llamado Recalde con todas sus tierras en el año 1878 y allí empezaron fabricando clavos y botes de hoja de lata para las conservas. Los obreros de la fábrica(llamados claveteros) salían del turno de las seis de la mañana y otros a esa hora entraban a trabajar, los unos desayunaban en la taberna y los otros se llevaban el almuerzo al trabajo.
En el primer piso de la casa vivían Tomasa y José con sus hijos, Matilde Ezquerra que era hermana de José, vivía en el segundo piso y en el tercero y cuarto piso un señor llamado Fructuoso Ruiz casado con Tomasa Fernández y la buhardilla estaba compartida.
En esta casa también tuvo su gabinete y consulta por algún tiempo Fermín Salaverri Arriaga, el ortopedista. ¡No gimáis vuestra desgracia cojos! que aquí está Fermín para arreglar todos tus problemas, prótesis, collarines, faja, brazos,bragueros y piernas ortopédicas. También tuvo gabinete en la calle del Cristo seis.
Hubo un tiempo en que los entierros con su carroza y todo su séquito mortuorio de familiares y amigos, coronas de flores y demás parafernalia se despedían en el Ayuntamiento de Bilbao y cada uno de los asistentes se iba a sus obligaciones.
Era entonces cuando José se asomaba al balcón y le decía a Tomasa, ¡Ni te molestes son de sombrero!, los de boina era su clientela habitual.
La Sendeja ha visto pasar dos repúblicas, guerras civiles, manifestaciones y gabarras por la ría, los recibimientos al Athletic triunfador, el recibimiento al ciclista Dalmacio Langarica en las escaleras del ayuntamiento bilbaíno. No podemos dejar de recordar las temibles riadas que de cuando en cuando arrasaban Bilbao, como la última en agosto de 1983.
Las gabarras llenas mercancía, las descargaban en los tinglados de la Sendeja, coco, frutas, pescado, carbón para la fábrica de Echevarría y la Sañuda poniendo orden entre sus huestes, las mujeres con los cestos en la cabeza que venían a vender pescado a Tomasa y las vendejeras con sus trabajados frutos de la huerta.
Algunos de los chiquillos de las cargueras o vendejeras se quedaban en el portal, mientras que ellas se dedicaban a sus quehaceres diarios, descargando o vendiendo.
La taberna y la familia bien prendidas de las riendas de Tomasa, ¡por quién sino, por ella! pudo inventarse la canción de Las risas que hicieron, al pasarse por la calle Sendeja.
La pobre de los domingos venía a pedir todos los festivos, Manolo el txistulari tocaba por Santa Águeda en el portal de la taberna.
La taberna estaba dividida en dos partes, en una estaba la sede de la Sociedad Sendeja, de la que José Ezquerra fue tesorero. Esta sociedad tenía equipo de fútbol que jugaba en la fábrica Echevarría, comisión alpina, atletismo y organizaron una copa de regatas en la ría en los años 1930. La Sendeja tenía una gran masa social, también organizaban excursiones colectivas.
José Ezquerra Aguirre murió el 17 de marzo de 1931 a los 52 años, sin poder ver la proclamación de la República de la que era ferviente partidario.
Al morir José fue su hermana Matilde la continuadora del negocio, los hijos de José no quisieron hacerse cargo de la taberna, José Luis era perito industrial, Benita trabajaba de secretaria en el Gobierno Vasco, luego estaba Rosa y María Luisa la peluquera.
Durante la guerra se cerró la taberna y se refugiaron en Matienzo y Riva(Cantabria), hasta finalizar la contienda y se reabrió en Junio de 1937, pero durante ese tiempo Luis Lopez marido de Rosa Ezquerra, estuvo en la cárcel al terminar la guerra y había sido taquígrafo mayor del consistorio bilbaino.
Al volar el puente giratorio de la Sendeja, la fachada de la casa sufrió daños, aunque no afectaron a la estructura de la misma.
Al acabar la guerra cogió en traspaso un señor que duró poco con el negocio, porque los hijos le hacían la caja todos los días.
Los siguientes en la explotación del negocio fueron los últimos los .
El Cacho era un bar en un patio, con sus mesas de madera y unas acacias que daban sombra. La casa con sus azulejos en las ventanas, la sencillez de sus balcones y las escaleras que bajaban directamente a la taberna. Desde el comedor se ven las acacias, el puente y el paso lento de la ría y curiosamente esta era la única casa que conservaba la línea original de la calle, las demás estaban más adelantadas. Estaba un poco escondida, pegada a las otras casas más altas, más arrogantes que la apabullaban y a esta casa se la consideró fuera de la ordenación municipal. 
En sus locales se fundó la Sociedad Deportiva Sendeja Sport, en el año 1914. Empezó jugando los retos con los equipos del barrio como
el Somera Club, el Tendería Futbol Club, el Iturrigorri, el Basauri, Achuritarra, el Ariñ Sport y otros muchos equipos regionales.
El Sendeja ingresó en la Federación Vizcaína de Futbol el 5 de mayo de 1925 y el equipo desapareció en la temporada 1930-1931. 
Las hijas de Tomasa Rosi y Luisa Ezquerra continuaron con el negocio, hasta que lo cogió Cecilio Cacho y María en el 1943 lo llevó durante muchos años, para terminar cogiéndolo Carlos López y su cuñado Iñaki, no lo reformaron tal cual, tampoco le cambiaron el nombre. La casa del bar estaba estaba escondida de las otras casas, con su terraza y sus acacias, sus mesas de madera. Los domingos el local se llenaba de gente, para tomar el aperitivo y sus mesas en la terraza todas ocupadas.
Llegó la hora de la expropiación, se consideró la casa fuera de la ordenación cuando era la única que conservaba la línea original de la calle Sendeja.





el bar Cacho en sus últimos años

EL PUENTE DE SAN AGUSTÍN O DEL AYUNTAMIENTO
O PUENTE DEL PERRO CHICO.
El expediente para la construcción de dicho puente se inicia desde 1888 a 1893, el expediente va al ayuntamiento para construir un puente giratorio de hierro que cruce la ría de Bilbao uniendo los muelles de Ripa-Uribitarte y la Sendeja. Presenta el proyecto del ingeniero Antonio Ruiz Velasco.
Hubo controversias en el ayuntamiento si se necesitaba dicho puente, otros estuvieron en contra. Obtuvo la concesión en 1891 y se inauguró el 4 de diciembre de 1892 y un perro chico era lo que había que pagar por el peaje al otro lado.
Era el quinto puente que tenía la villa
La construcción del puente corrió a cargo de Talleres de Zorroza, bajo la dirección del ingeniero Nicolás Tous.
El puente giratorio de la Sendeja se compone de un gran arco de acero, dividido en dos brazos que se unen perfectamente en el centro y cada uno puede girar alrededor de un eje vertical, apoyándose sobre una corona de rodillos cónicos.
Con el objeto de no dificultar el paso de las gabarras y embarcaciones pequeñas por la ría,no ha sido posible colocar el tablero al nivel de los muelles, y para salvar las diferencias se ha resuelto colocar en cada extremo del puente una cómoda escalera cuyos pocos peldaños y se esconde el lastre que asegura la estabilidad de esta ingeniosa construcción, cuyas principales dimensiones son: Distancia entre ejes de giro 52,200 metros, longitud total 67,200 metros, anchura para el paso público entre las barandillas tres metros.
El movimiento de rotación del puente se obtiene por una ingeniosa combinación de engranajes, por medio de la cual un hombre accionando con un manubrio efectuará  la operación de una ala o brazo en dos minutos y trabajando dos hombres en los extremos a la vez se abrirá el puente.
El material del puente es de acero de primera clase y procede de la industria vizcaína, han sido laminados en la Vizcaya y Altos Hornos, el acero fundido en los talleres de Deusto.
Las barandillas son fuertes, los dos soberbios machones sobre los que descansa el puente giratorio se instalan en las orillas de la Sendeja  y Uribitarte.
Lamentablemente esta obra de ingeniería civil fue destruida durante la guerra civil el año 1937, como todos los demás puentes que fueron volados.




un bergantín atracado en la Sendeja a finales del siglo XIX
foto Pedro Telesforo Errazquin

LAS DOS GUERRAS EN LA SENDEJA Y CERCANÍAS
En el año 1836 los carlistas quisieron volar el palacio de la Quintana, para rendir Bilbao pero fracasó el proyecto.
Atacaron los carlistas desde San Agustín y Mallona(Begoña)
Por cuatro veces lo intentaron quemar, pero al final lo destruyó un incendio.
El palacio de la Quintana jugó un papel muy importante en el asedio a Bilbao de 1835 a 1836, ya que tenían especial empeño en hacerse con él. En noviembre de 1836 por fin entraron y se adueñaron de él, fue el 17 de noviembre de 1836.
Entre 1835 y 1836 la batería de las Cujas en la Sendeja era el baluarte defensivo de los liberales, destruyeron la batería de las Cujas en varias ocasiones, por estar muy expuesta y al descubierto.
Pero en ambas ocasiones se repusieron las baterías, el 28 de noviembre había en la Sendeja varios edificios seriamente dañados
Los carlistas  tenían una batería sobre Tívoli con dos obuses y dos morteros, un cañón en la Salve y dos piezas más en Abando(San Vicente Mártir) y desde todos estos puntos y desde la parte alta del convento de San Agustín disparaban al Palacio de la Quintana y a la plazuela con el mismo nombre, murieron muchos soldados.
El 27 de noviembre de 1836 dos batallones carlistas cayeron con furia, pillando desprevenidos a los heroicos defensores.
Juan Antonio de Arana salió a socorrer a los liberales, era el comandante de la milicia de Bilbao.
En marzo de 1837 se levantó el cerco a ese barrio de la Anteiglesia de Begoña y se hizo abandonar a los carlistas de sus posiciones.
En un grabado de 1846-1847 se puede ver el fuerte de Mallona construido entre los años 1813-1814, el convento de San Agustín en la parte de abajo, la batería del Diente y el cementerio de Mallona y la batería del Choritoqui que era un mirador de vigilancia.
Toda esta linea defensiva estaba encima de la Sendeja.
En el año 1872 existía el fuerte o defensa de Mallona, era de madera y se le daba un baño de alquitrán a todo el entablado, para proteger de la humedad y las lluvias.
El cementerio de Mallona en Begoña se proyectó en el año 1820 pero no se terminó hasta terminada la primera guerra carlista en 1836.
En Bilbao se enterraba hasta entonces en las cuatro parroquias, el convento de San Agustín y el de San Francisco. Pues bien  en el año 1859 ya esta lleno y las gentes protestaban porque no encontraban una urna vacía, otro camposanto era el de Abando construido en 1857 por el arquitecto Lorenzo Francisco Moñiz, estaba situado junto a la iglesia de San Vicente Mártir y miraba a la ría.
Se hizo una medalla conmemorativa del panteón de Mallona, en recuerdo de los heroicos defensores de Bilbao años 1835 a 1836. La medalla se terminó en otoño de 1871, un año después del monumento conmemorativo del sitio a Bilbao.
El autor del boceto de la medalla fue Julio Enciso, amigo y biógrafo de Julián Gayarre y de la Sociedad Bilbaína.
Durante la última guerra carlista en las proximidades de la Sendeja y encima de dicha calle había una batería,
como la batería del Diente en la fábrica de Gas de Bilbao detrás de la Sendeja.
La batería de la Muerte a la salida del Arenal, en la Sendeja.
El fuerte de Mallona en el paraje del cementerio de Mallona(Begoña), donde también fue escenario de la primera guerra carlista.
El fuerte de Larrínaga donde estuvo la casa torre de ese linaje y la cárcel de Begoña.
El fuerte de San Agustín, en las ruinas del convento, en este lugar se construyó con las ruinas una fortaleza.
La batería de la Quintana sobre el llamado mirador de la Quintana, hubo primero dos y luego tres morteros y fue donde más bombas se arrojaron sobre Bilbao.
Batería Casa-Monte, nombre de un caserío, debajo del molino de viento con una batería de morteros. Luego se trasladaron  Artasamina(Archanda).
La batería del Pichón el nombre es de unos caseríos y una taberna.
La batería de Artagan, disparaban cañones y morteros sobre Bilbao y la iglesia de Begoña.
La batería del convento de Santa Mónica, que sirvió de cuartel carlista que disparaba sobre Bilbao.
La batería de Begoña, en la torre y tejado de la Iglesia de Begoña defendida por los forales hasta que los carlistas desmontaron la torre.
La batería del Choritoque(Pajarera) que estaba situada en la zona de Urríbarri-Matico.

ALGUNOS COMERCIOS FAMOSOS
En la Sendeja uno, el Arratiano de doña Felipa San Pedro antiguo y acreditado establecimiento, vinos de Rioja, comidas económicas y estupendas meriendas.
El bar Santi, casa Santiago Pérez en Sendeja cuatro. Café express, vinos de Rioja, clarete de primera calidad y comidas económicas..
Haciendo esquina con la calle Esperanza y Viuda de Epalza, estaba el café bar La Marina amplio y muy limpio. Donde se deleitan los clientes con un finísimo café, licores de cualquier clase, sitio propicio para tertulias.
En la Sendeja dos en los bajos tenía su barbería Dimas Cortabitarte, barbería y peluquería, era de los pocos que todavía afeitaba con nuez, como el peluquero de la Ribera.
En el diez de esa calle la peluquería de Fortunato Díaz, apodado Garbancito.
En el año 1914 el alcalde del barrio llamado Juan Borica es destituido de su cargo por escándalo público, es sustituido por Eduardo Vitoria.
Se suceden los traspasos en las tabernas a lo largo de los años, taberna La Nueva Favorita de Benito Hierro Fernández en 1917.
La oficina del naviero Ricardo Ortíz de Artíñano en la Sendeja siete en 1916, una planchadora...............
Dionisio Borea Arias nació en Bilbao el seis de mayo de 1907, fue el autor del pasacalles Sendeja Club y en el año 1957 el Club de Fútbol Baracaldo se apropió de su música.
Perteneció a la banda municipal de Bilbao en el año 1923, compositor y amigo de la hija de José Ezquerra que se llamaba Benita.
El padre de Dionisio fue cantor y maestro de tenores en el Orfeón Pamplonés.
Compuso otros pasacalles como Abandotarra, San Fermín de Iruña.
Años después en 1930 entró como director de la Banda Municipal de Abanto y Ciérvana. 

EL GORDO DE LOS ROSARIOS

PERSONAJES POPULARES DE LA SENDEJA:
Con el pecho y la cintura
tu talle no tiene par,
morena siete-callera
que vas derramando sal.

 Además de la Sañuda que ya hemos comentado,estaba Cuchillito y Navajita que recorrían las calles de Bilbao, Santa Unzalu"La Chirlora" y su hija Gregoria Ortíz de Zárate.
Se dedicaban a recoger la chirlora de las carpinterías y las vendían en las casas particulares.
Tenían propensión a la bebida y era entonces cuando tenían delirios de grandeza hablando de una herencia que nunca llegaba, una inmensa fortuna. Eran oriundas de Ochandiano y durante muchos años fueron la burla, la alegría y diversión  de los chicos y mayores de la ciudad. 
En Bilbao aun se dice en el acervo popular llevarse tan bien, como Cuchillito y Navajita. Al morir la madre, Navajita abandonó el oficio de la chirlora y fue acogida en el Asilo de Mena.
Cuchillito y Navajita,
pan reciente. 
Diez y nueve y veinte, 
una, dole.
Quile, quilate,
estaba la reina 
en su caballete.
Vino Gil
con el candil.
Candil, candol.
Cuenta, cuenta 
que las veinte son.
Esta pareja alternaba por las tabernas de Bilbao, la de Rosendo, Cochinón. el Chamizo de Perna, Trifol y Calandrajos.
Otro que andaba por los muelles en actividades portuarias y de estiba era Salvador Izaguirre apodado UUU. Vivía en una modesta posada de la plaza de los Tres Pilares,visitaba las tabernas en el muelle de Ibeni.
Tenía muy desarrollada la audición, lo que le permitía oír los sonidos del barco y sus sirenas al entrar en puerto y también aprendió a imitar ese sonido.
Atracó un  barco en el muelle llamado Rhenania con un gran cargamento de cocos, lo que atrajo a toda la chavalería. Salvador haciendo de vigilante emitió ese sonido para ahuyentar a los ladronzuelos con el UUUUUU y así quedó para siempre con ese mote entre los jóvenes, que le persiguió toda su vida y le martirizó.
Este hombre de figura achaparrada y zambo, murió el 28 de octubre de 1903 al caer del puente giratorio de la Sendeja. 
Otro personaje que solía dirigir sus pasos desde el Arenal al Campo Volantín era Berrospe"El Gordo de los Rosario", sobre dos piernas torponas y dos cachavas idénticas que le sirven de báculo, deambula entre la plaza del mercado antiguo y la Ribera, es un hombretón al que el pueblo ha bautizado como El Gordo de los Rosarios, llevaba unas gafas poco habituales y un sombrero bombín que alguien le regalo al bajar de un barco en el Campo Volantín.
En la pechera llevaba un rosario de rosarios, de todos los tamaños algunas como aceitunas de vistosos colores. Se dedicaba a la venta ambulante, de rosarios, escapularios, medallas y solía parar por las iglesias más cercanas de Bilbao.
Poseía un voluminoso vientre y a un costado llevaba una lata de pimientos anudada a la cintura para depositar su orina y también le servía para castigar a los chavales que se metían con él y se decía en Bilbao:
El Gordo de los Rosarios
es un hombre singular,
que lleva bajo la blusa,
una lata para mear.
El otro día al mediodía
cuando venía yo de comer,
me manchó toda la ropa
con el orín que tiraba él.
Cuando se caía por su deficiente andar y alguno le quería ayudar a levantar solía decir: Dios me tiró, Dios me levantará, su santo nombre sea bendecido y honrado por todo el mundo.


FIN




Las calles de paseo del Arenal de Manuel Basas.
Viaje pintoresco por las provincias vascongadas en el año 1842 Francisco Hormaeche.
Memorias de un bilbaíno de José de Orueta. 
Vive en Busturia el más famoso fabricante, Munitibar- el Correo.
La ría de Bilbao en el siglo XIX José Ignacio Salazar Arechalde.
Al pasar por la Sendeja ocho,periódico Bilbao, agosto 2006 Marisa Diez Ezquerra.
El último verano del bar Cacho Daniel Bacigalupe, Bilbao julio 2005.
Semblanzas de tipos populares Julián Alegría, Bilbao 1956.
Recuerdos del fútbol vizcaíno, Enrique Murgoitia Atxa.
Mi agradecimiento a la familia López Ezquerra.