Alberto Besga Gallego, nació el 22 de marzo de 1926, sus padres vivían en la bilbainísima calle de San Francisco, 39 en el primer piso encima de la tienda, esquina con la calle Laguna.
La tienda se llamaba el Abanico, al principio vendía artículos de mercería y luego un poco de todo, ropa, bolsos......
El padre se llamaba Juan Benito Besga Fernández, fue bautizado en San Vicente Mártir de Abando, el 28 de junio de 1891, y en
primeras nupcias se casó con Águeda Marcela o Marcelina Araluce González, (nacida 22 de noviembre de 1883) se casaron el 29 de noviembre de 1900, en la iglesia de Santiago de Bilbao, y tuvo un hijo de este matrimonio, llamado Pedro Besga Araluce, que en el año 1923 cumple como socio del Club Deportivo de Bilbao su primer centenario de montaña.
Al fallecer Marcelina se casó con Feliciana Mercedes Gallego Aldecoa, bautizada también en San Vicente Mártir de Abando, el 22 de noviembre de 1883.
Con la segunda mujer tuvo tres hijos, José socio del Club Deportivo y aficionado a la montaña, Luis y Alberto.
En mayo de 1932, cuando Luis estaba en la tienda, el popular bazar el Abanico, se encontraba examinando un cartucho cuando le hizo explosión, la detonación fue tan grande que alarmó a todo el vecindario.
Su estado fue calificado de muy grave, falleciendo poco después a consecuencia de las heridas.
Luis Besga, era perito mercantil y pertenecía al Batallón de Montaña número 4, era aficionado al ciclismo y Boy Scout, tenía un cargo honorífico Explorador Sub-Instructor de la tropa de Bilbao, al funeral asistieron el alcalde Ernesto Ercoreca, el vicepresidente de la Diputación Manuel Carabias, jefes militares, hermanos y familia.
Los compañeros del finado, socios del Club Deportivo como él, le llevaron una hermosa corona de flores, los amigos iban detrás del cortejo fúnebre.
La banda de música del batallón le rindió honores.
Tanto Alberto como su hermano José trabajaron en un comercio propio, en la calle Lotería, esquina con la calle Correo.
José fue socio del Club Deportivo antes de 1936 y Alberto se hizo socio el 24 de octubre de 1941, le presentó su hermano José.
En octubre de 1950 se dio de baja del club Alberto Besga y comenzó su vinculación montañera con el Bilbao Alpino Club fundado en 1924. En el año 1948 hace su primer centenario con el citado club.
La tienda de los Besga de la calle San Francisco, empezó a funcionar en el año 1886, era una tienda de tejidos y quincalla. En ese año coloca un abanico como muestra sobre el rótulo que tiene colgado en su establecimiento y el negocio se queda con ese nombre.
Tuvo distintas tiendas en el Casco Viejo, en la calle Pelota, Santa María, además de la de San Francisco esquina calle Laguna, era mayorista vendía quincalla al por mayor. El dueño se llamaba Antonio Araluce Urquiza, casado con Bárbara González Quintana, se casaron el 8 de noviembre de 1877.
Su yerno Juan Benito Besga Fernández al casarse con su hija fue el continuador del negocio, pero antes que todo era republicano, se presentó el año 1911 en la candidatura de izquierdas por el distrito de San Francisco con Facundo Perezagua Suárez del partido socialista. Fue socio número 305 de la Sociedad el Sitio de Bilbao, también presidente del gremio de camisería.
En la Sociedad Ciclista Bilbaína, en la Junta Provincial del Partido Republicano y del Círculo de la Unión Mercantil, en todas ellas como tesorero en los distintos años de su vida.
En el año 1937 estuvo preso en la Prisión Provincial de Bilbao con el número 949, con sentencia revisada por responsabilidades políticas.
Juan Benito Besga falleció en Bilbao el 8 de marzo de 1958 a los 83 años.
En el año 1910 el negoció pasó a nombre de Juan Benito Besga, hasta entonces figuraba a nombre del padre de su mujer Antonio Araluce, esta tienda también fue famosa en Bilbao por la venta de disfraces en la época del carnaval.
Alberto nos cuenta su vida:
* Soy bilbaíno, por nacimiento en la popular calle de San Francisco en la que mis padres tenían una tienda que se llamaba el Abanico, comercio muy conocido por los bilbaínos de aquella época en las fechas de carnavales.
Como primer recuerdo de mi niñez, son los soldados del Regimiento de Infantería Garellano 43, que en formación con su banda de música salían del viejo cuartel de San Francisco. Los domingos y días de fiesta para acudir a misa en el Corazón de María. Mientras entraban y salían, la banda interpretaba los alegres pasodobles de "La Bejarana" o "La Marcha de Cádiz".
Mi primera enseñanza la realicé en la Claretianos que estaban frente a mi domicilio.
Seguí viendo el pase de soldados, que a la hora que entraba a clase iban de marcha al monte Avril. Habían cambiado de uniforme y lucían los cascos grises de acero y recuerdo muy bien que iban precedidos de unos ciclistas, venían de más lejos, del nuevo cuartel de Basurto. Una buena marcha hasta las ruinas del fuerte monte Abril, más allá del alto de Santo Domingo y volver a Basurto, por lo que prácticamente atravesaban Bilbao.
No hay que olvidar que la calle San Francisco, hasta hace muy pocos años, era la carretera nacional 634 de Irún a Santiago de Compostela.
Por mi calle seguían pasando soldados, todos los días, era la guardia entrante a la cárcel de Larrinaga en sentido descendente hacia el puente de San Antón con la bayoneta calada y la guardia saliente con sentido ascendente hacia el puente de Cantalojas, con la bayoneta envainada, como mandan las ordenanzas.
Lo que tampoco faltaba todos los días como es lógico, el ir y venir del "carro catalán" que muy lentamente a mediodía llevaba el rancho para la tropa del cuartel.
Imborrable era para mi el paso por San Francisco de la imagen de la Virgen de Begoña, salía en procesión desde la Quinta Parroquia a la iglesia de San Antón. Veía la comitiva desde la ventana de mi dormitorio, recuerdo nítidamente distinguir entonces a mi hermano Luis que iba en formación con los Boys Scouts. Estos recuerdos de mi niñez corresponden a la fecha anterior de la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931.
Orgullosamente digo que estoy criado en Larrasquitu a las faldas del Pagasarri y cuando hablo de Bilbao digo que lo más natural que tiene Bilbao a parte de la ría, es el Pagasarri.
Razono así porque pienso que es extraordinario vivir en el Botxo y a media hora a pie y encontrarse en plena naturaleza. Por caminos que te llevan a bosques, peñascales y alturas desde las que admiras variadísimos paisajes, ese denominado "Pulmón de Bilbao" que es el monte Pagasarri. Que se puede alcanzar por variados y bellos itinerarios, objetivo seguido por la B.B.K. con sus marchas populares.
Una cosa es bien cierta que para alcanzar su cumbre a pie desde la sede del B.B.K. en la Gran Vía hay que sudarlo.
Al mencionar que estoy criado por esos parajes, resulta que yo tuve lo que ahora se llama "kanguro" y se llamaba Serapia. Esta joven era oriunda de un caserío, adosado a la muralla que limita las minas de Miravilla en el Camino de los Mimbres.
Por ello, yo no iba al parque de Doña Casilda a dar de comer a los patos, las migajas de la merienda.
Serapia me llevaba al caserío de sus padres y yo salí ganando, pues me gustaban más los caballos que los patos, aquellos caballos percherones que arrastraban las vagonetas y los pequeños trenes mineros que serpenteaban por aquella gran hondonada, incluso a nivel más baja que la ría a su paso por el barrio de la Peña, las minas de San Luis, la Abandonada, la Sulfide que estaba en explotación. Y el plano inclinado que subía hasta la barriada de Irusta y los diversos hornos y lavaderos de mineral.
Yo correteaba por todas las campas y visitaba los caseríos de aquel Larrasquitu y San Adrián en todo tan conocido por Serapia y las mozas de aquel lavadero, que existía en la cuesta entre el Camino de los Mimbres y la Ermita de San Adrián, en donde en la Semana de Carnaval, se lavaba todos los días los numerosos blanco "pierrot" que se alquilaban en el Abanico.
Recuerdo que una vez Serapia me llevó hasta la fuente de la Salud que estaba más lejano de aquél grisáceo Peñascal que rompía con el verde de los pinares del Pagasarri.
Serapia me dijo que habíamos andado cinco kilómetros, fue el paseo más largo de mi niñez por las faldas del Pagasarri.
Terminé la primera enseñanza con los Claretianos y pasé al Colegio Santiago Apóstol, con aquellos duros "Hermanos de la Salle", que me sorprendieron por ir vestidos de paisano en lugar de sotanas como los Claretianos (quizás por que fue durante el periodo de la República).
Serapia seguía en casa, estalla la guerra civil y vienen los bombardeos.
Que mejor que para evitarlos, que seguir yendo al caserío, junto a él se horadó una muralla que hacía de refugio antiaéreo.
Para entonces yo era un muchacho había sobrepasado los diez años y es entonces cuando surge mi afición a trepar, tantos días junto al muro, incluso el caserío estaba asentado en un cúmulo de piedras, venga a subir y a bajar por ellas, lo pude considerar como un rocódromo.
Días antes de la entrada en Bilbao del ejército franquista, Serapia desaparece de casa, con sus padres, la vaca, el burro y el perro abandonan el caserío, para iniciar un éxodo hacia Santander.
Estamos en tiempos de guerra, quizás influenciados por la misma, los chavales del barrio formaban bandas para pelearnos a pedradas, cuerpo a cuerpo.
En mi banda estaban los chavales de San Francisco, Marzana, Aréchaga y Conde Mirasol y nuestros rivales los chavales de Recalde que tenían fama de ser muy combativos.
El "pedreo"como lo llamábamos empezaba en Larrasquitu, luego San Adrián y los lavaderos de mineral, hoy el Fango.
Íbamos por la Concepción, la Campa del Taco hacia Zavala y los de Recalde subían por la calle Escurce, más de uno tuvo que ir a la Casa de Socorro de Urazurrutia.
Nuestro jefe de la banda se llamaba Aquilino y era de la calle Conde Mirasol, iba tocado con un casco modelo Adrián, que se uso en la primera guerra mundial por los franceses e italianos, lo había encontrado en las Escuelas de Briñas de Santuchu. Completaba su atuendo guerrero con una gran capa con una asa de utensilio de cocina a modo de escudo, le servía para protegerse de las piedras y con un par de latas de tomate cruzadas sobre el pecho, que se utilizaban como cartucheras para la munición, que eran las piedras y en algunos casos se utilizaban tiragomas.
Las bandas eran perseguidas por los guardias municipales, más conocidos como los "chivas", que por cierto no eran muchos. De aquellos chivas el más destacado y temido fue Félix Linaza, que precisamente su caserío estaba entre en el camino al Pagasarri y la ermita de San Adrián.
Realizaba su servicio en bicicleta, por lo que era muy conocido en la villa y por su movilidad podía aparecer por cualquier calle de Bilbao. Estaba muy bien uniformado a diferencia de su vestimenta de faena en el caserío. Félix Linaza Iturbe ocupó plaza de municipal en el año 1931.
Tenía una facilidad pasmosa para desmontarse de la "burra", así la llamábamos a la bicicleta y atrapar a los chavales.
También era frecuente en verano ir a bañarse a la Peña y a la presa de Bolintxu y jugar al fútbol en Monte Fuerte por la vía férrea a la salida del túnel de Larrasquitu.
Otra excursión llegar hasta las faldas del Arnotegui y luego al campo de tiro junto a la casa bar del "Carbonero". Esperar a que se marcharan los soldados y escarbar el terreno donde se habían colocado los blancos para encontrar los proyectiles, que se llevaban al peso a una chatarrería La Demetria, en la Plaza de los Tres Pilares.
Subir el fuerte repecho del Arnotegui donde ahora esa la antena. Había una plazoleta entre pinos y entre sus escasas rocas había musgo, que cogíamos para el nacimiento en la Navidad.
En la postguerra dejé de ser un chaval y me convierto en un joven de pantalón largo, cojo afición a la bicicleta en plan cicloturista y me desplazo a los pueblos más cercanos a sus fiestas y romerías, seguía con interés las carreras ciclistas de Mancisidor de Basauri y Dalmacio Langarica y de mi entrañable amigo Javier Batarrita Eléxpuru, confundido su coche con el unos etarras en Bolueta en 1961, que murió por los tiros de la policía.
Pasando Amorebieta divisaba las peñas del Duranguesado, las cuales me impulsaron el deseo de hacerme montañero.
Curiosamente sin haber subido nunca al Pagasarri, mi primera montaña fue el Alluitz el 19 de diciembre de 1942, después vinieron otras cimas.
El 16 de mayo de 1943 subí por primera vez al Pagasarri, al objeto de reconocer el terreno de la Gran Marcha Regulada "Circuito Bilbao-Alpino Club", con gran éxito de concurrencia fue un domingo del 23 de mayo de 1943.
Comenzaba en Basurto, subiendo hasta el alto de Castrejana, seguía por el monte Cobetas, para iniciar por un fuerte repecho hasta la cumbre del Arraitz, se llaneaba prácticamente hasta el otro repecho Rasteleku, cumbre del Ganeta, refugio del Pagasarri, desayuno en Pastorekorta, Malmasín o Malbasin, Urbi Firestone (comida), Santa Marina, Archanda, Enécuri, Puente de Deusto y la llegada en la explanada del museo. Con esta prueba se pusieron muy de moda las Marchas Reguladas.
Para un bilbaíno/a es muy notorio el haber subido por lo menos una vez al Pagasarri.
Hay una vieja canción....
Dicen que vas a subir
que vas a subir al Pagasari
subirás en aereoplano
bajarás en goitibera.
Dicen que vas a subir
que vas a subir al Pagasarri
subirás, subirás
y al otro día volverás.
La subida absoluta a pie, se iniciaba en el puente Cantalojas lugar de cita con los amigos. Por la calle Zavala comenzaban los del Casco Viejo y los que subían por Juan de Garay siguiendo el muro de la finca del Palacio de Zabalburu los de el Ensanche de Bilbao. Tras sobrepasar la Tejera unos y el Hospital Militar otro. Se juntaban los dos itinerarios, ante el caserón de Guiña en que existía un estanco, para iniciar la subida por un puente sobre la vía ferroviaria minera sobre cuyo puente se acomodaba un vendedor de cachava.
Seguía un pequeño repecho entre muros que desembocaba en la plazoleta de San Adrián, en cuyo centro existía una fuente rodeada por cinco caseríos a la derecha, otro a la izquierda entre muros y en el extremo izquierda la ermita. Un poco más adelante un despacho de pan y se llegaba a la pequeña estación eléctrica entonces conocida por la Hidroeléctrica. Dejando a la izquierda la Estrada de Beti que conducía al campo de tiro, bar del Carbonero y barrio Irusta. Se comenzaba a subir por unas escaleras con una fuente y ya entrabas propiamente en el camino de San Roque, en un recodo sigue la fuente de Zampaburu y seguía para atravesar la pista de Artabe, hay unas escaleras para seguir por el camino tradicional y te puedes encontrar con un atajo llamado "la cuesta del silencio", por donde se subía en fila india y sin hablar.
Hay que subir como viejos
para llegar como jóvenes
y no como jóvenes
para llegar como viejos.
La campa del Refugio era la meta de los novatos, por la fiesta de santa Lucia, eran muchos los novatos y no novatos que hacían la travesía Bilbao- Llodio y a reponer fuerzas en la fuente de Alchisqueta (más conocida por la fuente del Espino), bajo la fuerte pendiente del Gankogorta. Tan bien es paso obligado para la gran marcha Bilbao-Gorbea.
Fue en el otoño de 1943 cuando tras mi estancia en el segundo campamento de Alta Montaña en Pirineos. Se inauguró el refugio de Goriz bajo el Monte Perdido. Distraje material que se llevó para unas prácticas de escalada. Tres o cuatro clavijas forjadas en hierro dulce a la antigua y con ellas violé la pared del Pagasarri.
Fue una delicia iniciarse en la técnica del rapel, que solamente se usó en Bizkaia para el descenso del Pico del Fraile en Orduña, por los montañeros Ángel Sopeña, Alberto Abós y Ramón Tellaeche, los tres bilbaínos y socios del Club Deportivo de Bilbao y la fecha 8 de julio de 1934.
Éramos muy pocos los que en los años cuarenta practicábamos esa especialidad deportiva. Tuvimos nuestro público que por entonces nos tachaba de locos y exhibicionistas. Cambiamos el horario de escalada por la tarde, porque había menos Pagasarristas.*
Al rapel le seguimos con modestas vías de escalada o incluso con alguna "tirolina" o "paso por la corva, aprovechando un recodo que existe al lado de la vía bavaresa entre la vía del techo y la chimenea bajo los bloques del pasilla transversal.
Con el 1º Cursillo de Escalada en 1951, fue aumentando el número de montañeros que frecuentaban la escalada.
Y surge el primer accidente mortal el 19 de marzo de 1952, se llamaba Ignacio Tamayo cae al vacío en la práctica del rappel, pasando la cuerda por un puente de roca que se rompe.
El 21 de marzo de 1970, el segundo accidente, fue en el descenso se desprendió la cuerda. El joven Daniel Zabala Uriarte pierde el equilibrio y en la caída se le enrosca la cuerda de seguridad al cuello, produciéndole la muerte.
Estos dos jóvenes pertenecían al Bilbao Alpino Club, en un espacio de diez y ocho años.
Al principio de la década de los cincuenta, cayeron importantes nevadas y ya la práctica del esquí era muy frecuente.
Siendo juez de la reciente Federación Vizcaína de Esquí, tuve la oportunidad de celebrar el Campeonato de Vizcaya de Fondo, sin salir de Bilbao.
Un viernes a la noche hubo una gran nevada y el sábado sin perder tiempo organizamos la carrera, la salida fue en el Refugio Forestal encima de la fuente de Zampaburu, comenzaba por la senda de la Fuente de la Teja, se sobrepasaba el arrastra culos del Rastalecu y de allí por toda la cresta hasta el Ganeta, descenso a la campa del Refugio y por debajo de las peñas hasta el collado de Pastorekorta para por la pista de Artabe llegar a la meta en la citada Casa Forestal.
El domingo 8 de marzo de 1955, la carrera la ganó José María Regil, salió un día espléndido, entre el sol y el paso de la gente la nieve se fue derritiendo.
En el año 1955 se hizo un descenso desde la cima del Ganekogorta con esquíes, por el conocido piragüista y pintor
Clemente Acha acompañado de Faustino Diez.
Acudo a la montaña desde 1942, huyendo de la aburrida vida de aquellos años de postguerra.
En la montaña encuentro la libertad que ella ofrece a sus visitantes.
Con su dureza me adiestro para afrontar todas las vicisitudes de la vida, a ella también le atribuyo mi buena salud, que con los años va decreciendo y a ella acudiré mientras pueda.
Mis sentimientos hacia el deporte del alpinismo, no empezaron hasta que un día regresando de un corto viaje, pase por Durango al atardecer y contemplé las airosas montañas del Duranguesado y me entró el deseo de poder pisar sus cumbres en un tiempo no lejano. Hice las debidas gestiones y elegí la peña de Mugarra, al ingresar en la Sección de Montaña, del Frente de Juventudes renacieron mis sentimientos a la montaña y en un domingo de noviembre hice la primera marcha montañera y así empezó mi vida alpina.
Mis botas claveteadas han coronado las principales cumbres de Bizkaia y otras en los Picos de Europa y los Pirineos.
En el año 1942 participó en un concurso de montes del Club Deportivo de Éibar.
Nunca olvidaré la impresión que me produjo el Alluitz cuando lo contemplé este monte desde el barrio de Mandiola.
Fue el 13 de diciembre de 1942, bajamos al collado de Artola y luego pasamos por el desfiladero de Atxarte.
El 11 de abril de 1943 escaló el Pico del Ahorcado, con Víctor Blanco y Villamor del Club Deportivo Éibar.
Subieron al Monte Perdido, con Muñoyerro y Rojo el 28 de julio de 1943, con el Bilbao Alpino Club. Para Alberto esta fue su primera ascensión a la alta montaña.
Campamento en el Valle de Ordesa del 24 de julio al 9 de agosto con Eduardo Rojo, Fructuoso Camiruaga, Víctor Eguidazu, Eduardo González, José Luis Muñoyerro y Alberto Besga.
La decepción que le produjo no poder subir al Vignemale a causa del mal tiempo, no pudieron llegar a la cima.
El 21 noviembre de 1943 esquía por primera vez en Urkiola, también en el portillo de la Sía del 26 al 31 de diciembre de ese año.
El 6 de abril de 1944 suben al Mojón Alto, Ángel Emaldi, Oyarzabal y él. Aprovecha el mes de julio para subir a Peña Remoña, Peña Vieja, Pico Tesorero, Torre Blanca, Monte Perdido y el Tozal de Mayo. Le acompañan entre otros Víctor Eguidazu, José María Mateo.......
En agosto hacen el Cilindro de Marboré y la Brecha de Rolando, con Roberto Villamor y José María Mateo.
26 y 27 de julio dos días pernoctando en el Anboto.
Pernoctan en el Valle de Ordesa y Alberto dice que se oyen las viejas canciones vascas.
Subió al Monte Perdido en medio de una gran tormenta, dejó el piolet en el camino. En el Cilindro de Marboré le cayó una piedra grande desde lo alto. Tubo una caída en la Faja de Pelay.
En mayo del año 1945 subió a la Torre de Urrestei, con José Luis Muñoyerro y los del grupo Tavira.
Es cuando ven por primera vez las cuerdas y todo el material de escalada.
En 1945 fue seleccionado con el equipo de esquí de Bizkaia, para los campeonatos en Nuria (Pirineo Catalán).
Subieron al Diente del Ahorcado Alfonso Hervías, San Martín, Iturbe y Alberto Besga, el 23 de junio de 1946.
El 1 de septiembre Sarralde, Fonquernie, Alberto Besga y Marcellin suben al Pico del Fraile. Atxa Gureak el 13 de octubre.
En el año 1946 ingresa en el ejército, pero a pesar de ello a podido hacer muchas cosas, premio al mejor escalador del Bilbao Alpino Club de ese año.
Ha sentido miedo en algunas escaladas, pero no le da vergüenza confesarlo, lo ha sabido afrontar en todas las ocasiones y ello le llena de orgullo.
Ese año esquía en el puerto de Navacerrada, pasando varios días, en un campeonato de fondo, descenso y habilidad quedó el cuarto en la clasificación general.
En aquellos años de afiliación obligatoria, para hacer deporte tenías que ser de la Falange (Frente de Juventudes), estos eran los que organizaban todo tipo de eventos deportivos y Alberto pertenecía a la Centuria García Morato de esquí.
En el año 1947 toca los Picos de Europa, la Padiorna, Pico San Carlos, Peña Vieja, Llambrión, Pico Tesorero, Horcados Rojos, Peña Remoña.A la Padiorna subió con Alfonso Hervías y su señora. Otra vez a la torre de Urrestei el 8 de junio, con Ignacio Fernández. Obtiene el Premio de Literatura del Bilbao Alpino Club, por su parte de los Picos de Europa de ese año.
"Dice Alberto Besga que el enemigo de la montaña es la mujer, ella con su cariño es la que nos retrae de ascender a las cumbres."
La Torre de Urrestei, por la pared más oriental me acompañaban Cortezón y José María Calle.
En el valle de Ordesa estos son los montes ascendidos en el año 1948, el Pico Anónimo, Pico del Fraile, la accidenta caída de Lauren Muñoyerro, Torre de Góriz por la pared norte con Lauren Muñoyerro, Monte Perdido, Tozal de Mayo y el Pico Salarons, en estas ascensiones le acompañó Aizpiri.
El 8 de agosto suben al Casco de Marboré, con Aizpiri, Lecue y Besga y un día después el Taillón acompañado de Aizpiri.
En el año 1948 la segunda medalla, que le concede el Bilbao Alpino Club al mejor escalador y además su primer centenario con su club de montaña. Con el grado de alférez es socorrista de la Cruz Roja en ese año.
En el año 1949 podemos destacar, la expedición a Navacerrada en abril de ese año, por los distintos montes de esa sierra, Guarramillas, Bola del Mundo, Valdemartín, Alto del Pluviómetro, Peña Horcón, Chancho de los Muertos (Pedriza) y Siete Picos en Navacerrada.
En el mes de julio, por el Valle de Estós, Gours Blancs, Posets, el Aneto (la Renclusa), acompañado de Cortezón y Calle.
En octubre al Anboto por Zabalandi.
Asiste en Semana Santa al curso de Guías de Montaña en Navacerrada y en julio Campamento Nacional de Alta Montaña, en el Valle de Estós.
En el año 1951 en Navacerrada, carrera de fondo en Cerro del Telégrafo y una carrera de patrullas en Segundo Corzo.
En agosto de ese año, en la Renclusa Salvaguardia, Maladeta oriental, Diente del Alba, Pico de la Renclusa, Pico de Enmedio y el Aneto. En junio es nombrado instructor de montaña y asiste al primer cursillo oficial de escalada, con el Club Deportivo San Fernando F.J.
El 19 de abril de 1954 es la despedida de soltero de Alberto Besga, se celebra en el restaurante LAR de la calle La Amistad de Bilbao. Un suculento banquete compuesto de lo siguiente: Entremeses, Fritos y Fiambres, Marisco, Angulas de la Isla, Pollo Mascota, tarta Memorial, Helados, Café y Habano.
Vinos Blanco Semillón, tinto Viña Pomal, Champagne, licores.
La prometida se llamaba Natividad Marroquín Zubizarreta y tuvieron tres hijos: Armando, Carlota y Macarena.
Trabajó primero con sus padres y luego con su hermano José, en la tienda de la calle Lotería dos y luego se independizó, se ganaba la vida como agente comercial vendiendo artículos deportivos, principalmente de montaña y de esta manera hizo amistad con Emilio Hernando que tenía su tienda de deportes, en la calle que entonces se llamaba Gregorio de Balparda, Emilio al igual que él compartían la afición al montañismo.
Un domingo de mayo de 1956, probó por primera vez el material de salvamento en una cantera de Durango, hubo simulacros de socorro con un trineo tipo Martiner para el transporte de heridos y otros ejercicios de salvamente, participaron Andrés Regil, Alberto Besga y José Luis Muñoyerro que hizo de siniestrado, los escaladores del ENAN lo hicieron con pericia y mucha maestría. Todo este material nuevo era para la Cruz Roja y para el grupo de Socorro ENAN.
La Tragedia de los Alpes
Aquél día 16 de julio de 1953, festividad de Nuestra Señora del Carmen, reinaba un gran optimismo entre el grupo de alpinistas que disfrutaban de sus vacaciones en los Alpes.
La excursión del día anterior a la Aiguille de Troliet de 3808 metros, que está considerada como escalada difícil, más difícil que el Mont Blanc, hizo aumentar nuestro ánimo. Esto nos había servido para darnos cuenta que estábamos en perfecta forma física y mental, para realizar la desea ascensión al Mont Blanc, cumbre máxima en los Alpes.
En aquella tarde cinco, de los ocho que formábamos la expedición salimos de Chamonix, donde estaba nuestro campamento base. El grupo lo componían: Enrique Bacigalupe Aguirre, José María Peciña Azanza, Manuel Yanke Begoña, Carlos Ugarteche Portales y Alberto Besga Gallego.
Al principio, un sendero marcado entre la roca marca el camino, después un nevero y comienza la ascensión por rocas descompuestas. Dos horas y media nos lleva a alcanzar el refugio de Tete Rousse a 3167 metros, donde pernoctamos.
Mientras esperamos la cena llega al refugio una caravana de socorro, baja del trineo un alpinista francés con una pierna rota, dos días antes un muerto, un padre y un hijo víctimas de un alud de piedras.
El día muere con un hermoso crepúsculo, a fuera hace una temperatura glaciar, cuando ocupamos las literas.
Con las primeras luces saltamos de nuestros lechos, hacemos el paso del corredor de uno en uno, debajo el glaciar de Blonnassay. El amanecer presagiaba mal tiempo, de pronto nos encontramos en el refugio de la Aiguille de Gouter al mismo borde del precipicio.
Entramos en el refugio, a través de la ventana seguimos el curso del día, pasamos una agradable velada con el guardián del refugio, unos echan un cigarrillo, otros fuman en pipa o comen algo, vencidos por el sueño nos echamos en las literas.
Son las cuatro de la mañana de un 18 de julio, el guardián nos despierta, a las seis de la mañana observamos una ligera mejoría en el tiempo, nos preparamos y encordados partimos a las 6,30.
Pronto comenzamos la ascensión del Dome, sopla un viento fuerte, alcanzado el Dome de Gouter y envueltos totalmente en la niebla, nos encontramos casi perdidos, cerraba la marcha Bacigalupe y el sol queda a nuestra espalda.
Una fuerte ráfaga de viento disipa la niebla y vemos a nuestras espaldas el refugio de Vallot, son las 8,45 cuando entramos en el refugio situado a 4362 metros.
En Vallot se encuentran con cinco alpinistas, entre ellos Lionel Terray, estaba filmando una película del descenso del Mont Blanc en esquís. Nos dice que la única dificultad o pérdida, la tempestad que amenaza fuerte en esos momentos.
Invadidos por un loco deseo de alcanzar la cumbre, el sueño de tantos años, que no nos damos cuenta del peligro.
A cien metros comienza la Grand Bosse, el viento me tira al suelo, es entonces como mordido por un frío intenso que atraviesa mis manoplas de lana, decide volver al refugio para evitar la congelación de mis dedos de la mano.
Veo por última vez a los cuatro camaradas vivos marchar de frente, desapareciendo entre la niebla y remontando la Gran Bosse.
Los cuatro montañeros que suben al Mont Blanc iban pertrechados con dobles guantes, de lana y encima de loneta y la negativa a subir en esas condiciones, fue lo que le salvó la vida a Alberto Besga.
Regresé al refugio con la esperanza de poder ascender al Mont Blanc más tarde, en la cordada de Hervías y el matrimonio Casal, pasaba el tiempo en Vallot, la temperatura era glacial y el viento rugía con más fuerza, fuertes ráfagas de viento sacudían el refugio.
Dieron las dos de la tarde, tiempo de sobra para ya estar de vuelta, pido ayuda para salir de exploración, un francés y un americano se ofrecen Pierre Tairraz y Bill Dunaway, salen a las 15,30 a la hora y media vuelven cubiertos de nieve, la búsqueda no ha tenido éxito y presiento la desgracia.
Alberto Besga, le afecta el mal de la montaña no lo había sentido hasta ahora, un par de café-aspirinas es lo único que tengo para combatirlo.
Amanece el día 20, se acercan mis camaradas, Hervías y el matrimonio Casal, Lionel Terray y otro han salido en su busca y luego la cordada, el viento y la nieve ha barrido toda huella de ellos.
Quién nos iba a decir que a pocos metros de nosotros, se iban a encontrar los cuerpos sin vida de nuestros camaradas. Subimos al Mont Blanc., un viento helado barre la cumbre, unos minutos para la clásica foto y bajamos a Vallot.
Llegamos a Chamonix a las 21,30 y todavía no han aparecido, damos la alerta a la gendarmería de Chamonix, los teletipos de noticias de todo el mundo dan la noticia, cuatro montañeros que han desaparecido en el Mont Blanc y se teme por su vida.
Alberto Besga recuerda lo que le dijo un montañero catalán: Ten presente que en los Alpes no podéis hacer como en vuestra excursión al Aneto, en el Portillón un vivac porque en condiciones atmosféricas desfavorables en los Alpes resulta mortal.
Julio Casal que subió al Cervino lo pudo experimentar en propia carne, de doce grados sobre cero a una bajada muy rápida a 20 bajo cero.
Alberto Besga era el más joven de la expedición tenía 27 años.
Salió una cordada formada por tres guías, con indicaciones precisas de no volver hasta no encontrar los cuerpos. Todo auxilio resultó inútil, eran ya cadáveres se produjo por congelación, la llamada muerte dulce. El agotamiento producido por la terrible lucha, les obligó a guarecerse del frío y esperaron a que amainase el temporal y un agradable sopor les invadió y durmieron su último sueño. Al derretirse la nieve hizo posible el descubrir los cadáveres, antes las tres cordadas no lo habían conseguido.
Después de esta tragedia Alberto ya tenía la idea de crear un grupo de socorro y rescate de la montaña.
En el año 1954 Alberto Besga ya está organizando el primer equipo de rescate de montaña, podíamos decir reorganizando el año pasado su jefe era Alfonso Hervías, Alberto Besga, Iturbe, Gamarra y Azpitarte.
Colaboraba con el grupo alpino Juventus, para hacer trazados de esquí en la montaña en los años 1960, para las distintas competiciones.
En julio de 1963 Alberto Besga y Conrado Sentíes van a Chamonix, para realizar prácticas de alta montaña.
En octubre de 1965 se organiza en la peñas de Atxarte, un nuevo cursillo de salvamento y socorrismo de montaña.
El jefe del servicio es Alberto Besga ayudado del médico García de la Fuente. Ha pesar del mal tiempo tiene éxito, ejercicios con descensos en paredes difíciles para recoger a los accidentados, instalación de un teleférico para la evacuación de heridos graves y disparo de bengalas de señalización.
En el año 1966 en el concurso de alta montaña del Juventus, gana el concurso con 17867 metros.
En ese año recibe el galardón deportivo del año 1965, José María Regil (montaña) y Alberto Besga (socorrismo) y nuestro socio del José Luis Cepeda(nadador), entre otros muchos y buenos deportistas.
En el año 1969 ingresa en el Grupo de Alta Montaña Español, como miembro de honor. En el año 1970 es profesor honorario
de la Escuela de Alta Montaña.
En marzo de 1973, la Diputación Provincial de Oviedo tiene a bien conceder una medalla, llamada de la Hermandad en el Deporte y acordó concederla a los vizcaínos que colaboraron en el rescate, de los escaladores guipuzcoanos Berrio y Ortiz en el Naranjo de Bulnes. Dejaron su trabajo y en malísimas condiciones atmosféricas y arriesgando sus vidas trabajaron denodadamente para rescatar a los citados escaladores, los galardonados por esta proeza son: Pedro Udaondo, José María Regil, Alfredo Urones, José Ramón Tellería, Estanislao Rubio, Eleuterio Gago, José Luis Martínez Crespo, Enrique Torres, Ángel Benito, Javier Velasco, Alberto Besga y José Luis Bayón.
En total doce medallas, la medalla es de bronce y de gran tamaño como los antiguos sellos reales.
Este superviviente de la tragedia del Mont-Blanc y enamorado del Pagasarri, diseñó itinerarios de subida a ese monte tan bilbaíno durante muchos años. Ayudado por Juan San Sebastián y Emilio Hernando, promovió la afición al monte de miles de bilbaínos.
Pero su monte preferido durante toda su vida fue el Pagasarri, con su indumentaria de montañero, era fácilmente reconocible en las faldas o en la cima del monte.
Cultivó otras aficiones tales como la lectura y la colección de miniaturas de soldaditos de plomo de época, con algunos amigos que comparten su mismo hobby organizan batallas y recrean la historia.
Este hombre bien parecido y de aspecto elegante, ataviado con su chaqueta austriaca para las ocasiones, a los 82 años empezó a perder su última batalla pero siguió aferrándose a la vida, en un montañero como lo fue él, debemos destacar la tenacidad y el esfuerzo y así hasta el 10 de junio de 2016 en que falleció a los 90 años, pero sin dejarse vencer hasta el último momento.
Su mujer Natividad Marroquín Zubizarreta falleció el 3 de marzo de 2019 a los 87 años.
FIN
Liburuklik
Hemeroteca del Correo
Archivo Diputación Foral de Bizkaia
Mi agradecimiento a Macarena Besga, por facilitarme la información.
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