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sábado, 27 de junio de 2020

LA SENDEJA,-O ÇENDEJA DEL ARRABAL DE SAN NICOLÁS




A la izquierda vista de la Sendeja, la calle Esperanza y el Arenal al fondo.
Año 187.. de la Hemeroteca y Archivo Nacional de Madrid.
La Sendeja era antiguamente una pequeña senda por donde se comunicaba el Bilbao amurallado con la Sendeja de Uríbarri ubicada a orillas de la ría era zona de junqueras y vados. Dice Manuel Basas que se trata de un diminutivo castellano de senda, sendeja camino mas estrecho que una vereda.
En los documentos antiguos se puede leer Çendeja o Zendeja.
Los naturales de la zona. llamaban a la Sendeja, Zinguiria o Zinguiracale, Zingira ciénaga o cenagal, lodazal, barrizal.
Las dos orillas de la ría fueron grandes marismas, algo parecido a las de Urdabai.
Con el paso del tiempo se fue ganando terreno a la ría, con las empalizadas que se hicieron en la Sendeja y San Agustín.
En el arrabal de San Nicolás, ocurrió lo mismo con el Arenal, era una ensenada expuesta a las mareas la bajamar y la pleamar.
En el muro oeste de la villa de Bilbao y al borde de la ría se localizaba el arrabal del Arenal, probablemente era de una estructura dispersa.
Los arrabales de San Nicolas eran el lugar idóneo para actividades molestas y peligrosas que las ordenanzas no permiten dentro de la ciudad amurallada como las fraguas.
Las ordenanzas de la villa ante el peligro de incendios  y actividades nocivas obligaban a sacar fuera del recinto amurallado.
El lugar más idóneo fue el arrabal de San Nicolás-Ascao.
Esta parte estaba poblada por marinos, pescadores y toda las  gentes relacionadas con oficios manuales vinculados con esa actividad.
En lo que años después se llamó la calle de la Estufa, estaban los fabricantes de alquitranes, resina, cáñamo y jarcias, todo lo relacionado con el mar, además de los carpinteros de ribera cerca de los astilleros, rementeros, espaderos, ancleros y herreros. Estos gremios se extendían hasta la Sendeja. En este lugar había remoladores que era un maestro carpintero experto en hacer remos, pero ya no queda memoria de ellos.
Estas eran algunas de las profesiones en el arrabal de San Nicolás y Arenal: En el textil cordelero, estopero,  en el gremio de la piel estopero, baldresero, cordonero, zapatero, en el metal anclero, calderero, puñalero, rementero, en la construcción cabillador y carpintero, y  el oficio de tornero.

Al estar separado de Bilbao sintió la necesidad de poseer un templo para satisfacer sus inquietudes religiosas.
El santo elegido fue San Nicolás de Bari, santo obispo patrón de los navegantes.
En su honor se levantó una pequeña ermita, hasta mediados del siglo XV, esta ermita atendía las necesidades de Ascao, Esperanza, Sendeja, el Arenal, Correo y la calle nueva Bidebarrieta.
Ante la afluencia de feligreses se derribó esta  y se construyó una iglesia, en 1490 ya estaba en pie.
La cimentación era muy deficiente, estaba construida sobre unos arenales y pronto aparecieron los daños.
En 1553 una avenida le dio el remate final y quedó en estado de ruina.


La Sendeja desde el derruido convento de San Agustin.
el paseo arbolado por la Sendeja
El templo quedó abandonado hasta 1582, un acaudalado comerciante bilbaíno, llamado Juan Bengoechea aportó una sustanciosa cantidad para la restauración de  la iglesia. 
Este bilbaíno era Rector Mayordomo del Hospital y Fábrica de la Iglesia de los Santos Juanes en 1594.
En 1610 dotó con quinientos ducados para el Colegio de Niños Huérfanos de la Iglesia de San Nicolás y doscientos ducados más para construir una casa del seminario.
En el año 1611 fue sepultado en el altar mayor  junto a la parte del evangelio en la Iglesia de San Nicolás. 
En 1790 volvieron los problemas a la iglesia y el ayuntamiento la declaro en ruina y la  cerró.
Empezaron las obras de nueva planta en 1743 y en 1756 se inauguró el nuevo templo.
Tras el incendio de 1571, fue el 9 de noviembre de ese año se quemaron  los muros de adentro, pues solo quedó en pie la nave principal de la Iglesia de Santiago, la torre de las campanas de San Antón y las torres de los Leguizamón, Bilbao, Arbieto, Olloqui, Ugarte, Arbolancha, Zurbaran y la casa de Pedro Navea.
De este desastre algo quedó, de Ascao y San Nicolás y se tomó la determinación de derribar las murallas.
Hubo otras medidas municipales, establecer mesones y hospederías, dispuso que el trato o comercio de lencería, mercería y demás se pusiese en las calles de Ascao y San Nicolás, se prohibió la compra de hierro labrado y de materiales para revender.
Designó a los herreros sitio para sus fraguas y el uso que darían a sus tiendas, señaló los jornales a los canteros y carpinteros.
En el año 1516 se erige el convento de San Agustín en la Sendeja, fray Pedro Bilbao era el prior del convento extramuros de Bilbao y permiten que en el sagrado recinto se puedan enterrar a todos los que lo deseen.
Existía un puente de madera, el de San Agustín de una estructura precaria cuyo mantenimiento corría a cargo tanto Abando, Begoña como Bilbao. Duró poco tiempo el puente pues dificultaba la navegación por la ría.
El puente lo construyó Martín Ochoa de Uriona, maestro cantero. Se situó delante de la iglesia del convento de San Agustín en el año 1543 extramuros de la villa.
Al de pocos años de que estuvieran aposentados en ese convento, en el año 1593 el río Nervión elemento de vida y a la par azote del comercio, se desbordó con tanto ímpetu y furia que el agua se apoderó de casi toda la villa y derribó muchas casas entre ellas todas las de la Sendeja y amenazó casi hasta el convento de San Agustín que estaba en un altozano sobre la ría . Este desastre tuvo lugar el 22 de setiembre de 1593, el muelle que existía en ese lugar se construyó a finales del siglo XVII.

En el siglo XVII se habla de un puentecillo divisorio entre la Sendeja y Begoña, se llamó puente del Espino y luego de las Cujas.
foto de la Sendeja a finales del siglo XIX
A la Sendeja ya se la cita en el siglo XIV, en la carta puebla de la villa hecha por el infante Juan I de Castilla y Señor de Vizcaya, fechado, en Burgos el año 1372. Se trata del tráfico por tierra y por mar,para que no haya cargas ni descargas de vena en la Sendeja de Uríbarri.
En el año 1490 la autoridad manda a dos personas vigilar para que los rementeros, no tiren a la ría venas y escorias desde la Sendeja.
Los rementeros hacían las herramientas en su fragua para otros oficios, aunque los artesanos las solían hacer ellos mismos en función de sus necesidades.  
En el año 1486 se citan pasos sobre la ría muy precarios en los límites jurisdiccionales de Bilbao, por ejemplo el puentecillo que existía en la Sendeja.
Los astilleros que existieron en esos parajes, el de la campa de Ripa a la orilla izquierda desde el siglo XV estaba justo debajo de la Iglesia de San Vicente Mártir, astillero del Arenal junto  San Nicolás en el siglo XIV tenía gradas para construir barcos y la Sendeja, posteriormente el del Campo Volantín que con los años fueron saliendo de la población cercana.

Era muy importante el astillero de Zorroza, en 1597 trabajó para la corona y el de Deusto en 1641 construyó ocho galeones para el rey.
Los arenales, prados y junqueras en el espacio del tiempo se fueron edificando, por la Sendeja hasta el robledal de la Ibarras en el Campo Volantín.

En el año 1529 Juan de Basarrate, rementero construye unas casas en la Sendeja y se compromete a no hacerlas más altas que las de García Sanchez de Guemes y arrendarlas al concejo cuando este lo pido.   
Juan de Basarrate, vecino de la Sendeja vende Álvaro de Bazán, General del Mar de Poniente tres lombardas, tres pasamuros, veinticuatro vergos a razón de nueve maravedís  la libra de peso, esta venta se realiza a través de Juan Martínez de Recalde criado de su majestad. La operación se realizó en el año 1544.
El mismo maestro lombardero Juan Basarrate, vende a García Escalante de Laredo cuatro anclas de hierro de 31 quintales de peso a 1.300 maravedís el quintal.
En el año 1562 Juan de Basarrate figura como maestro lombardero y vende un yunque, un torno, una fragua y una pila de piedra por 3.070 maravedís.
La lombarda es una pieza de artillería muy primitiva, anterior al cañón. 
En 1566 aparece otro rementero con casa y ferrería en la Sendeja, se llama Pedro Goiri.
Un mojón separaba las dos demarcaciones de Bilbao y Begoña, cerca de un puentecillo de piedra en el siglo XIV. Había dos casas bajas que eran herrerías  donde se labra el acero.
En el año 1762 se pide que se reconozca el mojón sito en el barrio de la Sendeja, como jurisdicción de Begoña. Incluida la casa torre de Gabriel de la Quintana, en discusión con el consistorio bilbaino al final la casa torre esta situada en el límite de ambas jurisdicciones.
En esos años hay noticias de casas con lagares y bodegas, Sancho de Landecho compra una sala y la bodega de abajo.
También había tabla de carne en la Sendeja para aprovisionar de carne de vaca y carnero a la anteiglesia de Begoña.
En un principio los tablajeros vendían toda clase de productos alimenticios y pasaron a vender solo carne y con el tiempo la palabra tablajero se asoció a los que vendían solo carne.


Año 1543 escritura del puente de San Agustín
Archivo Diputación Foral de Bizkaia

En el año 1622 Pedro Asua de profesión sombrerero y su mujer María Ibañez de Gueldo eran los dueños de una taberna en la Sendeja.
También existían fraguas en ese barrio para labrar el acero.
En la Edad Media para obtener el acero, primero se procedía a obtener el hierro dulce en el horno con carbón vegetal y tiro al aire, apartando las escorias por martilleo y carburación del hierro dulce para cementarlo. Este fue el primitivo sistema de fabricar acero, necesitaban mucha madera para obtener carbón vegetal y luego deshacerse de las escorias.
Los proveedores abastecimiento de carbón de roble y de castaño para las ferrerías de la Sendeja, que trabajan para sacar los encargos, el estado solía ser el principal cliente.

En el año 1560 Martín Iribi, natural del valle de Leniz morador de la Sendeja y de profesión acerero.
Felipe Insaurbe, acerero y morador de la Sendeja es contratado por Martín Iribi para que le sirva para labrar aceros, tanto contando agoas, como quebrantando venas. Lo contrata por un año a razón de 20 maravedís por cada agoa. 
Otro contrato entre vecinos para labrar acero en una fragua y herrería por un salario de 54 maravedís diarios.
En 1567 un bracero labra los aceros en la tiradera de la Sendeja con fragua y fuente por un sueldo de 78 maravedís diarios por cada labor. Labrar y quebrar la vena en esa herrería, en esa calle vivía un maestro acerador  llamado Domingo Uribe con barquines, puestos y asentados en la herrería de esa calle.
En años posteriores y anteriores tenemos más acereros viviendo en la Sendeja, Pedro Bolinaga oficial acerero que trabaja con Juan de Arrieta, en la fragua de la Sendeja y Felipe Insaurbe, acerero y morador en la Sendeja.


En 1579 había una tienda  que vendía grasa de ballena y pescado sin el consentimiento municipal en la Sendeja y antes, en el año 1568  en este barrio que pertenece a Begoña existió una heredad con un robledal.
La Sendeja era el camino real  que llevaba al convento de San Agustín y al Campo Volantín que tenía actividad artesanal en su rivera con una industria naval y auxiliar. 
En el barrio de la Sendeja estaba el convento de Nuestra Señora de la Esperanza, en la calle del mismo nombre edificado hacia 1563. En este convento se retiraron a vivir las beatas agustinas. 
Era una prolongación del convento de San Agustín de frailes agustinos en el barrio de la Sendeja, con su huerta en la parte trasera y a un costado del palacio de la Quintana con una plazuela llamada de San Agustín, su solar estaba donde hoy está el ayuntamiento.
Estaba edificado sobre una pequeña colina, a su derecha se podía ver el frondoso paseo del Campo Volantín, bañado por el inquieto Nervión por donde surcan sus barcos hasta Portugalete. En el Arenal se veía el florido paseo del Arenal y el magnífico juego de pelota, las suntuosas casas de la calle de la Estufa y por su frente respiraba la fragancia de la campiña de Abando, rica en sabrosas frutas, abundante en todo género de delicadas verduras.
El 8 de setiembre de 1651 año hubo un aguaduchu, era el día de Nuestra Señora. Subió el agua hasta los entresuelos de algunas casas, lo mismo sucedió en la iglesia de Santiago y en la capilla del Ángel.
Cuatro años pasaron cuando se construyó una nueva carnicería en el barrio de la Sendeja, la anterior fue destruida por las inundaciones de 1651.
En 1695 unos marinos ingleses y holandeses fueron presos en la Sendeja por escándalo público.

Tanto las monjas como los frailes agustinos , tenían casas, bodegas y tienda que alquilaban a los bilbaínos en la calle Esperanza y la Sendeja, numerosas donaciones de los devotos y adinerados feligreses de la villa, confiando en que fuera un salvoconducto para la otra vida, además de las misas encargadas por sus almas.
En el año 1662 María Bautista de Epalza era la priora del convento de la Esperanza, otra fuente de ingresos eran las dotes de familias importantes de Bilbao, cuando entraban alguna de sus hijas al convento.
Tenía una casa en la zona llamada entonces los arenales de Bilbao, el alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición de la villa en el año 1717, se llama Pedro de Mendibil Isasi.

En el año 1754 se coloca un enrejado de hierro, con pilastras y jarrones de piedra. En el paraje donde se encontraba un puentecillo  en el lado de la Sendeja.
En los años 1750 se reparan el camino y las calzadas del barrio de la Sendeja, desde los pilares del primer puente hasta el situado junto al convento de San Agustín.
Pero vuelven hablar de la reparación de ese puentecillo de la Sendeja, sito junto al convento de San Agustín el año 1771, como se puede ver no dejan claro la situación cierta de ese puentecillo.

Se construyeron en el barrio dos hornos de cocer pan. 
El consistorio municipal no permite tener pólvora en casa, obligando a los vecinos a trasladarla a los almacenes municipales.
En esos años en el barrio de la Sendeja hay mucha actividad comercial, escrituras de tiendas, casas, lonjas y  contratos de arrendamientos, impagos de rentas y desahucios.


En el año 1773 los caños de la Sendeja estaban frente al palacio de Gabriel de la Quintana, uno de los caños empieza en el puente y sigue hacia Uribarri, la casa estaba al lado del convento de San Agustín.
Los Quintana tenían un lagar que estaba dentro de las huertas en el callejón, al pie de las viñas de la familia Quintana. Los viñedos de esta familia subían desde donde está hoy la plaza del Gas hasta el cementerio de Mallona.
Un año después se da la noticia de la construcción de una presa y un edificio de curtir cueros, que antiguamente fue herrería junto al arroyo que se dirige a la Sendeja.
Siempre fue complicada la navegación de la ría, no estaba canalizada como en la actualidad, había islas e isletas que entorpecían el tráfico marítimo como la de Uribitarte que seguramente eran de aluvión. La apertura de un canal para facilitar la navegación fue una constante durante muchos años. A este canal del río los bilbainos humorísticamente le llamaron de la Plata por todo el dinero que costo en sus diferentes obras y siempre inacabadas obras.
Se limpiaba y se extraía de la ría la zaborra que se acumulaba en los distintos tramos , había un punto en la ría llamado el Churro. 
Este Churro estaba a la altura del Campo Volantín, en 1678 se realizan obras de cantería, remate y reconstrucción de una pared y muelle seco, en el paraje de la isleta junto al muelle del Churro.
En el año 1771 se habla de un puentecillo de madera a la altura del convento de San Agustín
En el año 1789 se edifica una nueva carnicería en el barrio, surtían de carne de vaca o toro a los barcos fondeados en el Arenal. Aunque se prohibía matar ese tipo de ganado, comían carne de buey.


José Gardoqui, hijo de Diego Gardoqui hereda la casa de alto-bajo, con tienda y un añadido en la parte zaguera, con huerta contigua en la Sendeja en el año 1797.
Un año antes dos comerciantes  hospedados en la casa de Joaquín Goitia de la calle Sendeja, tienen que hacer constar su nobleza y limpieza de sangre conforme a fuero para permanecer en Bizkaia. Se llaman Ignacio Gherardi genovés y Joaquín Goitia de Ribadeo.




*BILBAO EN EL AÑO 1800
Es una ciudad de dimensiones aún reducidas, de calles no muy anchas, pero asombrosamente limpias, algunos pequeños palacios  y torres, cuatro esbeltas iglesias, muelles robados a la ría y arenales que se cubren con las mareas.
Sus aproximadamente once mil habitantes viven entorno a la ya antigua Plaza Vieja, donde se efectúan las transaciones comerciales, pero también donde los bilbainos se divierten.
Las fiestas de agosto, las esperadas corridas de toros, espectáculos dramáticos de las compañías que llegan a la ciudad, los actos religiosos de la Semana Santa.
Tráfico en los muelles, el mercado cubierto por toldos donde Bilbao se abastece de todos los productos que llegan por el campo y el mar.
Una ciudad próspera bien alimentada y con una cocina ya celebrada, que no conoce la hambruna pero si el tifus y la tisis, que ya tiene un hospital pero ven como mueren sus hijos recién nacidos. La elevadísima mortalidad infantil, compensado por una descendencia prolífica.*

En el año 1810 se ordena la venta pública de las casas de la Sendeja y Ascao que pertenecen al convento de San Agustín.
En el año 1823 en la Sendeja 23, se abre una escuela de Nautica, costeada por el Señorío, la villa de Bilbao y el consulado, bajo la dirección de Modesto Gutierrez de la Peña.
El cabo de barrio de la Sendeja, daba el certificado de buena conducta a las personas que residían en el barrio para poder viajar.
Se empieza a construir la fábrica de Gas, en el terreno de la Sendeja de la familia Quintana. También tiene el consistorio la intención de establecer el proyecto  de alumbrado de gas, en calles y lugares públicos de Bilbao.
En la zona del Arenal y aledaños abundaban las posadas, como la Hostería del Sol Dorado, la Fonda Bilbaína, la Bolsa y las más antigua la Posada de San Nicolás que desapareció para dar paso a la sede social del Banco Bilbao, en su fundación.
En el año 1834 una epidemia de cólera morbo causa muchas y prontas muertes en Bilbao, cuando ya parecía que remitía esta terrible enfermedad, vino el tifus pereciendo más gente que en la primera epidemia.

Termina la calle de la Estufa, donde están las Cujas y empieza la calle Sendeja
En el año 1840 hay intereses municipales en adecuar la Sendeja a un uso urbano y construir un murallón que se enlace el punto exterior del Arenal con el más saliente del muelle de San Agustín y cubrir con tierra el muro restante, para dar más anchura a la calle Sendeja.
En el punto llamado de la Sendeja la ría formaba un fuerte recodo de tierra cenagosa, el cauce fluvial llegaba prácticamente hasta el palacio de la Quintana y el convento de San Agustín.
Entre los años 1840 a 1850 se promovieron proyectos para urbanizar la zona.
En el año 1850 el ensanche de los jardines del Arenal, dando más amplitud al camino de la Sendeja hasta el convento de San Agustín.
Parte de esta instalación se dedicó a diversas instalaciones portuarias, tinglados y almacenes para el puerto comercial de Bilbao.
Se mejoró la urbanización de la calle Sendeja, ganando espacio y anchura y se resolvió un problema higiénico-sanitario al desaparecer el limo cenagoso que existía en toda la zona.
Las obras de canalización de la ría por la Sendeja comenzaron en 1863, hubo retrasos en tales obras por la quiebra de la empresa hasta finalizar en 1868.
Se transformó en un paseo ancho y arbolado que conectaba el Campo Volantín y que nacía en el Arenal.
En el año 1854 se prohibe el baño de las caballerías en el muelle de la Sendeja.
El muelle del Arenal compaginó el carácter de paseo con la zona de carga y descarga.
En junio de 1860 ya parece que va habilitarse el tránsito en las calles de la Sendeja y Esperanza  para el paso de toda clase de vehículos. Hace mucho tiempo había que ver las vejaciones  que sufrían los carruajes obligados a atravesar este trayecto, sobre todo lo que conducían mercancías tienen que descargarlas en antidiluvianas narrias, es un espectáculo indigno de una población culta.
Además estamos ya en verano y las familias del pueblo y los forasteros que nos visitan preparan sus excursiones a las orillas del mar.¿ Con que gozo recibirán la grata noticia de que en lo sucesivo no se verán expuestos a los rayos de sol que horizontalmente caen a paso de la Sendeja?.
En el año 1864 el muelle del Arenal ya era insuficiente, había dos potentes grúas en la Sendeja, en el Arenal y Ripa.
Fue el año 1870 cuando la Sendeja, la Salve y el Campo Volantín pasaron a ser de Bilbao.
En estos años, se habilita un muelle en la Sendeja para descarga de bultos que deben pasar a la aduana.
También disponen de una caseta de vigilancia para los carabineros en el Arenal.
Existía una fábrica de jabón al final de la calle Sendeja y se pide permiso para fondear un vapor a la altura de la Sendeja, destinado al transporte de mercancía y pasajeros entre Bilbao y Bayona.
En 1869 llega la luz a la Sendeja, se colocan unos faroles por la parte de la ría y dos años antes funciona un circo gallístico entre la Sendeja y el Cristo, que atrae mucho público las mañanas de los domingos.
Hay una escuela pública de niñas en la Sendeja en el número quince, segundo piso.
En el año 1876 Mariano Gaspar Martín natural de Zaragoza, instala una farmacia en la Sendeja once.
Son frecuentes los incendios en las casas provocados por la acumulación de hollín en las chimeneas, el ayuntamiento impone multas por incumplimiento de esta norma.
En el punto de esa calle existe un recaudador de arbitrios, llamado Gregorio Nebreda Álvaro.

En 1901 se instala en la Sendeja, 7 el periódico el Liberal, su representante señor Eladio Albéniz en el año 1901 y tiene sus talleres en la calle particular de la Quintana dos años después.
En ese año don Emiliano de Arriaga tiene su despacho  en el número ocho de esa calle, es Cónsul de Costa Rica, corredor marítimo e intérprete jurado, su vivienda habitual era la calle Jardines,1. Pasados unos años llevó la oficina a Barroeta Aldamar.

LA PLAZUELA DE SAN NICOLAS
Se fue transformando, el pequeño arrabal en los siglos XIV y XV al XVIII en una pujante barriada acomodados comerciantes construyeron la nueva iglesia de San Nicolás en 1756.
Después de una resistencia de siglos la Aduana Estatal pasó de Orduña al puerto de Bilbao.
En 1841 se efectuó el establecimiento de la Aduana Nacional, para todos los artículos que entraban y salían de Bilbao.
Junto a la iglesia de San Nicolás se estableció la citada aduana, por esta razón pasó a llamarse la plazuela de la Aduana, entre los años 1841 a 1845 y a finales de siglo pasó a llamarse plazuela de San Nicolás. La aduana años después se trasladó al muelle de Uribitarte.
La estación de Las Arenas se prolongó hasta San Agustín por el túnel de Matico.
Fue en el siglo XVIII cuando la zona ribereña desde San Nicolás hasta la Sendeja, comenzó a urbanizarse trazándo dos calles nuevas Esperanza y la Estufa.
Las cujas eran cuatro bancos de piedra casi al inicio de la Sendeja, tenían un respaldo de hierro que cerraba el tránsito rodado.
Además del tránsito, también evitar que entrase el ganado al recinto del Arenal, en sus muelles pacían mansamente los bueyes que tiraban de las narrias, que era un cajón o escalera de carro, para llevar arrastrando las cosas de gran peso y también arrastraban los barcos a la sirga. 
Un enrejado de hierro por los márgenes de la ría desde las Cujas al paseo del Arenal en 1828.



PUENTE DE ISABEL II DESDE EL MUELLE DEL ARENAL

LA CALLE DE LA ESTUFA
Esta calle se conformó en el año 1790 y perdió toda su condición de arrabal y de donde había todo tipo de industrias, en ella existieron carpinteros de ribera, calafateadores con infiernillos que calentaban la brea y añadiendo la estopa para impermeabilizar los barcos, un fabricante de anclas en el año 1730 y todo esto desapareció para dar paso a unas elegantes casas de la burguesía bilbaina.
Se convirtió en una calle residencial donde se fueron a vivir muchas familias de posición social acomodada.
Por el Arenal, la Estufa y por el paseo de las acacias hasta las Cujas de la Sendeja, en el Arenal.
Tres años antes de la puesta en servicio del tranvía en 1873, vivían en la Estufa un nutrido grupo de millonarios:
Blas de la Quintana en la Estufa,11.
Joaquín de la Quintana,1.
Juan Antonio Aguirre en el mismo número.
Lino Arisqueta en el número seis.
Bruno Calle Lopez en el dos.
Lázaro Careaga en el número uno.
Sebastián Eguillor en el nueve.
La viuda de Tomás Epalza en el mismo número.
La viuda de Escauriaza lo mismo y Enrique Gana.
Antonio Gonzalez Careaga en el ocho y Ciriaco Linares.
Tiburcio Menchacatorre en el ocho.
La viuda de Menchacatorre e hija en el ocho.
Estanislao Mugaburu en el ocho.
La viuda de Olávarri y Sabina Olávarri en el tres.
Simón Ugarte en el dos y también Felipe Uhagón.
En la calle de la Sendeja no había capitalistas, eran trabajadores manuales.
El tranvía se inaugura en setiembre de 1876, era de tracción animal tirado por caballos. Salía de la calle de la Estufa daba la vuelta por la iglesia de San Nicolás, cruzaba la plazuela de San Nicolás y entraba en la calle Esperanza, para salir a Sendeja y por el Campo Volantín hasta Las Arenas.

La calle de la Estufa estaba empedrada con cantos de río, formando dibujos muy simpáticos, por este tramo no pasaba el tranvía hasta la calle Sendeja.

En el año 1903 se denuncia un brote de viruela, por hacinamiento familiar una niña ha contraído viruela de la Sendeja nueve.
Vive en esa caja, el cabo de carabineros Miguel Martínez con sus ocho hijos y a su vez tiene subarrendada la vivienda a dos matrimonios más con otros dos hijos.
También algunos casos de sarampión entre niños en la calle Particular de la Quintana.
En 1906 en la Sendeja seis estaba la tertulia republicana y la Sociedad de la Antigua Jabonera Tapia y Sobrino.
El fotógrafo P. Broquier, pone un muestrario de fotografías en la fachada de la Sendeja seis.
Una bacía en el exterior anuncia la barbería de Fausto Sanchez, en la Sendeja catorce.
La Marina es una antigua casa de huéspedes, de Manuel Corral en la Sendeja,9 primer piso.

FIN



La ría de Bilbao en el siglo XIX de José Ignacio Salazar Arechalde.
Espacio público de la villa de Bilbao de Beatriz Bolamburu Arizaga y Sergio Martínez.
Dokuklik
Archivo Diputación Foral de Bizkaia
Hemeroteca Nacional de Madrid.
El Bilbao de 1800 (Tiempos convulsos) Ana Mochales, el Correo 25 de enero 2006.
La plazuela de San Nicolás, Manuel Basas Periódico Bilbao.
                                                  

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