LA HUELGA GENERAL EN BILBAO, OCTUBRE DE 1903
*Dice el periodista Vicente Talón, que no hubo una movilización sensible, si no más bien cierta apatía en las reivindicaciones lo que tal vez se debiese, a que los problemas que afectaban prioritariamente a los emigrantes eran diferentes a los del obrero vasco, por lo general disfrutaba de una situación mejor al compartir el trabajo de la mina o de la fábrica, con las tareas de su caserío natal al que continuaba estrechamente vinculado.*
El PSOE con las Sociedades de Resistencia, obtuvo un peso específico en el marco político.
En 1894 apareció el Seminario La Lucha de Clases, que generó simpatía y militancia.
Miguel de Unamuno publicó casi doscientos artículos en ese seminario, la línea del mismo tenía un lenguaje agresivo y de lucha, pero sobre todo su radical anticristianismo, que podía satisfacer a los inmigrantes pero no a los vascos que no estaban acostumbrados a esos excesos.
Miguel Unamuno colaboró con ellos desde 1894 a 1897 distanciándose de ese ideario socialista y radical.
"Los esclavos de Vizcaya", término que usaba Facundo Perezagua, no estaban resignados a su suerte y lo demostraron en 1890 con una huelga el mes de mayo.
Fueron unas treinta huelgas parciales y con las generales en los años que van 1890-1902-1903 y 1906.
Consiguieron que la huelga se extendiera a diversas fábricas, astilleros, el puerto y posteriormente hasta 1910, siempre en la zona minera.
En el año 1903 la acción del orden público correspondió al general Enrique Zeppino Moreno (1860-1914) general del Sexto Cuerpo del Ejército, dijo haber escuchado a los obreros y patronos y tenía confianza en la sensatez y cordura.
Tanto en 1903 como en 1906 el general Zappino consiguió vencer las reticencias del Círculo Minero de Bilbao, organismo muy poderoso por aquellos años.
Que fue el que propició un boicot a los periódico el Liberal de Bilbao, el Imparcial y el Heraldo de Madrid por posición favorable a los huelguista, suprimió las suscripciones y la publicidad en los citados periódicos.
La Huelga General de 1903, fue un acontecimiento de gran relevancia en toda Bizkaia, los trabajadores especialmente de Bilbao
los de la industria metalúrgica y de la construcción hicieron huelga por las condiciones laborales y de gran precariedad.
Bilbao estaba entonces en un proceso de acelerada industrialización, desde finales del siglo XIX, especialmente la siderurgia y construcción naval, había un gran crecimiento económico con mucha desigualdad social, las condiciones de trabajo eran duras, largas jornadas laborales, bajos salarios, sin los derechos laborales básicos.
Las jornadas laborales eran de más de doce horas y la explotación de mujeres y niños en las industrias, en peores condiciones que los hombres.
Pedían una jornada laboral de ocho horas, mejores salarios, asistencia sanitaria y mejores condiciones de trabajo.
Pocos días antes de estallar en Bilbao la huelga general, agresiva y violenta según decían los periódicos oficiosos de la época.
Decía el jefe socialista: Los mineros de Vizcaya, que sufren años y años las malas consecuencias de comprar al fiado y para evitar en parte ese perjuicio, una cosa tan justa y tan razonable, como el que se les abone los salarios semanalmente.
Los obreros que llegaban a la mina sin ningún recurso, se presenta en la tienda donde piden víveres. El dueño de la tienda le contesta que no le conoce y que no le suministra sin que presente un fiador, el minero acude al capataz que le ha contrata, para que le sirva de fiador. Toda la suma de lo comprado en la tienda se le descuenta de la nómina al minero.
La comida habitual de los mineros era pan, tocino, aguardiente, bacalao y legumbres.
En el año 1890 la jornada laboral quedó fijada en diez horas, once en verano y nueve en invierno.
Aunque muchas de las explotaciones eran a cielo abierto, los golpes, fracturas, amputaciones y aplastamientos eran continuos.
Las fracturas de pelvis y los daños craneales debido a las piedras que saltaban de las explosiones de barrenos eran numerosas.
En el Hospital Minero de Triano, el doctor Areilza se ganó su admiración y merecida fama en ese hospital, del que fue director.
Así que decían los mineros en su funeral: ¡Después de Dios, el doctor Areilza!.
Los patronos de el Círculo Minero, no se atreven a negar lo solicitado, pero dicen que han de solicitarlo los obreros, no colectivamente, sino de uno en uno.
No lo aceptan los propietarios, porque rechazándolo tienen alguna posibilidad de que las cosas sigan como están, esto es reteniendo ellos los salarios de los obreros más tiempo y porque a la patronal en su descomunal soberbia no pueden consentir que se acceda a una petición formulada colectivamente, por todos los mineros unidos.
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PEDRO P. BILBAO ARROLA, ERA EL ALCALDE DE BILBAO EN EL AÑO 1903, LO FUE DE 1902 A 1906, NACIÓ EN LARRAURI EL 23 DE OCTUBRE DE 1853 Y MURIÓ EN EL AÑO 1908, ERA UN ALCALDE DE CORTE LIBERAL. |
Pablo Iglesias al poco de regresar a Bilbao, admite la posibilidad de la huelga general, táctica anarquista.
Cree que la lucha ha de centrarse en la cuenca minera.
Perezagua y Carretero ya habían llamado a la huelga general, la penetración del socialismo en Bizkaia está estrechamente ligada a la figura de Facundo Perezagua. Su capacidad de movilización al frente de los trabajadores y férreo control que ejercerá en las primeras agrupaciones socialistas.
Fue en 1890 la primera huelga general en Bizkaia y el arranque de otras durante los principios del siglo XX.
En la plaza Elíptica de Bilbao, Facundo Perezagua dijo: Compañeros los parásitos de la sociedad tiemblan de espanto ante las pacíficas manifestaciones de los trabajadores del mundo civilizado. Si la burguesía desatiende nuestras justas reclamaciones, vendrá la huelga universal y si carecemos de alimentos, los cogeremos donde los haya, pero no moriremos de hambre.
El régimen capitalista morirá en este siglo, pronto el clarín revolucionario anunciará el despertar de los pueblos.
Discurso que pronuncio en 1890, con motivo de la primera huelga minera y que se publicó en el Socialista.
El diputado José María Urquijo, que representa a la clase patronal, pide en el Congreso del Gobierno que impongan a los dueños de las minas la solución de la huelga, que les fuerce y les obligue el reconocimiento de la personalidad colectiva de los huelguistas asociados y les conceda todo cuanto piden.
El estado de sitio ya estaba proclamado y las violencias se estaban consumando.
Se hizo un llamamiento a los patronos, por su mayor talento y cultura, mayor dominio de si mismos, cedieran en algún tanto su intransigencia y adoptasen una situación honrosa.
El Gobierno, se sirva reconducir el conflicto y dar una solución para la vuelta al trabajo de los jornaleros.
Supresión absoluta de los barracones y tiendas obligatorias e implantación del pago quincenal, de los jornaleros, para evitar que esta huelga fuera más violenta que la de Barcelona o la de Jerez de la Frontera, todavía recientes en nuestra memoria.
El diputado señor Urquijo pudo recordar en el Congreso que en 1890 los patronos se comprometieron hacer desaparecer los barracones y las cantinas. Lo firmaron ante el general Loma, pero los mismos obreros no habían exigido su cumplimiento, porque los barracones eran necesarios mientras perdurase el sistema del pago de jornales a largo plazo.
Las poblaciones mineras de aquellos tiempos se han formado, con avalanchas de hambrientos que desde Castilla, Asturias y Aragón, también de tierras más lejanas acudían en demanda del mezquino jornal de diez o doce reales, estas gentes necesitaban el precio de su trabajo para comer, vestirse y cobijarse bajo techo, desde el mismo día en que eran admitidos en la mina.
Los pueblos cercanos a las minas no tenían espacio suficiente para albergar aquella población que era creciente y era recibida con creciente recelo por los naturales de Bizkaia.
Estaban los que no tenían suficientes fuerzas físicas para soportar ese trabajo de minero y abandonaban, otra buena parte era gente maleada que buscaba allí refugio huyendo de la justicia.
Si no existiesen los barracones estas gentes que llegaban a las minas sin un céntimo, para poner punto final a su aventura andariega, hubieran tenido que dormir a la intemperie. Pero a la fecha actual en el año 1903 se han ensanchado y crecido las villas y los caseríos, también la población minera tiene bastante estabilidad, aunque hay gente que cobran el primer salario y desaparecen sin dar señales, gentes holgazanes y débiles.
Eran pocos los que se podían alquilar una habitación en Gallarta, Ortuella o Baracaldo.
Los cantineros tenían que estar de acuerdo con los capataces y escribientes de las minas, pero en todo esto solo hay usura y explotación de las gentes, que han de vivir un mes de crédito y no lo pueden alcanzar lejos del lugar donde trabajan.
Las cantinas con respecto a los precios de Bilbao, tenían de un 20% a un 40% de sobrecosto. En el año 1890 se llegó a un acuerdo pero a la altura del año 1903 no se cumplía ese acuerdo, persistía el consumo obligatorio en las cantinas.
Las libretas donde se apuntaban todos sus consumos, para deducírselo en el día de pago. Era un salario mensual que se podía dilatar, diez y hasta quince días de vencido el mes, con lo que el minero al fiado, se veía atrapado y endeudado por el sistema.
Muchos se iban sin pagar y los que se quedaban pagaban por ellos, el cantinero les proveía de víveres y también de metálico.
Con el pago semanal, todos esos males descritos desaparecían, el minero se libraba de las garras usureras de su proveedor.
Podían comprar donde les viniese mejor, durante treinta días.
Los señores de las empresas mineras lo saben bien aunque no lo confiesan, cuanto deben a los socialistas que ha alejado de Bilbao durante muchos años el peligro anarquista.
Antes del año 1890 la población minera era viciosa y pendenciera, abundaban en ella desertores, los fugados de presidio, los criminales que habían eludido la persecución de la policía.
La labor educadora de Perezagua con tenacidad ha ahuyentado a los elementos anarquistas, que por aquí han desfilado, es sencillamente admirable.
Pablo Iglesias se oponía a que la huelga de mineros se convirtiese en una huelga general.
Con el auxilio pecuniario de las Sociedades de Resistencia de toda España, la huelga podía haber durado algunas semanas, aunque hubiese hecho falta de dos mil o tres mil duros diarios para socorrer a los huelguistas. Perezagua temía la desbandada de la población minera y la propaganda de los anarquistas.
Ya el 29 de junio de 1903, en un mitin en la Arboleda se acordó pedir el pago semanal y el 14 de agosto de 1903 el PSOE lo reclama al Círculo Minero de Bilbao y estos lo desestimaron alegando que el PSOE no representaba a todos los mineros.
Pese a los pocos días que duró la huelga, muchos mineros se fueron a las explotaciones de Santander o Asturias en busca de trabajo.
Pero pronto comenzó la concentración de tropas, entraron en Bilbao toda la Guardia Civil de Caballería, la Infantería y los Carabineros de Vizcaya, el Regimiento de Valencia, Cuenca, Cantabria, el de Bailén, el de la Lealtad.............
A la cuenca minera entró solo un regimiento y medio, el resto de tropas quedó en Bilbao, pésimamente alojada, porque no había más que un cuartel el de San Francisco, que casi lo llenaban los soldados de Garellano.
*Aquella noche trágica llegué a Bilbao, las calles solitarias y casi oscuras, al frecuente pasar de patrullas militares, la temerosa pertinacia con que se negaban a abrir las fondas y hospederías.
Me hicieron andar de un lado a otro, recorrer casi toda la población en busca de un guía amigo.
Lo hallé al cabo de uno de los puentes. Era viejo, andaba lentamente y de vez en cuando, para dar mayor autoridad a sus palabras alzaba la cabeza y me miraba fijamente:
Esto de hoy no ha sido nada me decía, vendrán cosas mayores.
Hace cincuenta años en esa margen izquierda del río, no había nada edificado. Bilbao tenía diez mil habitantes. Toda su riqueza urbana y agrícola no llegaba a diez millones de reales.
En invierno pocos buques se atrevían a navegar por el Nervión adentro, porque allá en la barra de Portugalete les esperaba la muerte a la salida.
Nuestras ferrerías y martinetes nos daban para vivir bien. Sólo la fábrica de Santa Ana de Bolueta producía cada año 150 quintales de hierro y pasaban de 150 los obreros que allí trabajaban.
El Consulado nos hacía progresar más de la cuenta, teníamos una fábrica de tejidos, otra de papel, otra de harina y otra de cristales, los tres astilleros de Ripa, Olaveaga y Zorroza, que construían veinte buques cada año y de pronto, señor nos acomete un ciego vértigo.
En 1880 el presupuesto de nuestro ayuntamiento no llega a dos millones, en 1990 pasa a los seis millones, en 1901 se acerca a los ocho, en 1902 a diez.
La deuda municipal en 1880 llega a los cuatro y medio millones, en 1900 se acerca a los diez y seis y en 1902 a 19 millones. ¿Dónde vamos a parar? Hemos hecho catorce kilómetros de puerto y de su movimiento da idea el hecho de que en una semana de huelga ha acumulado en los cargaderos setenta vapores.
Estos vapores vienen a llevarse nuestra riqueza, porque los ciento cincuenta millones de toneladas que había en nuestros yacimientos, si se hubiesen manufacturado aquí nos hubieran proporcionado trescientos mil millones de pesetas.
Pero nos volvimos locos y creíamos que las minas no iban acabarse y las hemos malbaratado, las hemos entregado al capital extranjero, el día que saquemos el último pedrusco toda nuestra riqueza habrá alcanzado los dos mil millones.
Estos dos mil millones han servido para acumular dos docenas de fortunas e improvisar en medio siglo una población de cien mil habitantes, que padecen el suplicio de Tántalo que ven comida y tienen sed pero no pueden satisfacer estas necesidades.
Desde Bolueta hasta Algorta se extiende la población verdadera de Bilbao, entre ciudades, caseríos, factorías, minas, fábricas y fundiciones y son doscientas mil personas que asisten a este rápido e improvisado desenfreno de enriquecerse de unos cuantos.
Y así surge la guerra social, con la levadura de las guerras carlistas que nos dejaron , la siembra de la zizaña de la guerra religiosa.
Los ricos no solo retan el estómago de los pobres, sino también su conciencia.
En 1850 cuando Bilbao parecía carlista y reaccionario, solo tenía seis conventos y hoy tiene veintitrés, así en Bilbao los neos se multiplican y en la montaña, en la cuenca minera y fabril, los socialistas y los anarquistas se preparan.
Comienza a formarse un poderoso núcleo republicano, que no había existido nunca.
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PROCESIÓN EN BEGOÑA, AÑO 1903 AL FONDO LA BASILICA DE BEGOÑA, CON TODA LA SOLEMNIDAD Y EL RITUAL RELIGIOSO DE LA ÉPOCA. |
Antes hubo mítines y amenazas de huelga con un clima de tensión que se centro con los incidentes de comienzos de octubre, con la participación de republicanos y socialistas, que se enfrentaron en las procesiones de Begoña que organizaban los católicos.
Choques entre la policía municipal y los huelguistas donde hubo un muerto y varios heridos.
El 11 de octubre de 1903 peregrinos que iban a Begoña se enfrentaron con grupos anticlericales, las diferencias ideológicas se dirimieron a tiros y garrotazos. El caos se apoderó de Bilbao.
Las autoridades no supieron ver el choque que se iba a producir entre los dos enconados bandos.
Pero días antes ya se produjeron incidentes con una peregrinación a Begoña y un mitin anticlerical organizado por un grupo de librepensadores y masones, algunos católicos gritaban ¡Viva Carlos VIII! eran los carlistas y desde el puente del Arenal gritaban ¡Viva la República! pero el asunto no pasó a mayores.
Se reforzaron las fuerzas católicas integrados por tradicionalistas, derecha liberal y el naciente nacionalismo.
Los republicanos se radicalizaron con sus tesis anticlericales y el socialismo cobró auge.
La derecha como desagravio organizó la Coronación de la Virgen de Begoña, llamada la Reina de Vizcaya.
En el mes de octubre la iglesia organiza numerosas peregrinaciones a Begoña, el 11 de octubre los ánimos estaban caldeados.
Un mitin organizado por los socialistas en la Plaza de Toros, donde acudieron unos diez mil obreros y dos barcos venidos de Santander con muchos republicanos.
Las casas de los católicos estaban engalanadas con colgaduras que alababan y ensalzaban la figura de la Virgen de Begoña.
Los republicanos llevaban gorros frigios y emblemas con el retrato de Blasco Ibáñez y Salmerón, además de pañuelos rojos anudados al cuello.
Los incidentes comenzaron después del mitin en la plaza de toros de Vista Alegre, una manifestación republicana recorrió todo Bilbao y al llegar a la calle Gran Vía exigieron que fuera retirada una pancarta católica.
Los grupos violentos tomaron Bilbao y durante cuatro días arrasaron todo lo que encontraron a su paso, se cerraron tiendas, cafés, teatros y los principales periódicos de la ciudad. Hubo palos, navajazos y tiros.
Con choques entre los manifestantes y la policía municipal en el Ayuntamiento, con un muerto y varios heridos.
Lo más grave fue a las dos de la tarde junto a la Iglesia de San Nicolás, se oyeron los primeros tiros al parecer algunos católicos y republicanos portaban armas, hubo varios heridos y algunos garrotazos, continuaron los incidentes hasta la calle Ascao.
Resultó muerto por el bando de la derecha un jardinero de la Universidad de Deusto de un tiro, llamado Marcos Marañón.
Siguieron los disturbios hasta la plaza del Instituto, con un republicano herido de bala.
Los católicos consiguieron subir por las Calzadas de Mallona hasta Begoña, con euforia e ímpetus y sus estandartes religiosos manchados de sangre por la refriega.
También hubo incidentes cuando en Begoña, un cura gritó ¡Vivan los Bizkaitarras! y otros les contestaron ¡ Viva la República!.
Por el centro de Bilbao los republicanos la emprendieron con las figuras religiosas que adornaban calles y hornacinas, las arrojaron a la ría.
Las colgaduras religiosas se descolgaron y las quemaron en una fogata en el Arenal.
Fueron detenidos cincuenta republicanos y también algunos curas, jesuitas y dirigentes católicos como José María Urquijo, que había dirigido la procesión a Begoña.
La huelga se hizo general en Bilbao y se multiplicaron los incidentes violentos, los asaltos a las panaderías, el 28 de octubre de 1903 se proclamó el estado de guerra.
Al día siguiente llegó a Bilbao el general Zappino con tropas de Burgos, este general restableció el orden , tras unos días hace público un bando donde se termina con el conflicto dando la razón a los huelguistas. El pago se haría por semanas vencidas. Los patronos se dispusieron a conceder a los huelguistas lo que habían pedido, pero a regañadientes.
Los ánimos no se aplacaron hubo una cierta contención, pero ni conciliación, ni perdón las espadas estaban en alto para los próximos años hasta la proclamación de la Segunda República en 1931.
En su libro La Araña Negra y el Intruso Blasco Ibáñez lo relata con una gran crudeza y donde se puede ver a esta novelista toda su vena anticlerical.
En la novela de El Intruso publicada en 1904, habla de las duras condiciones de los mineros, Blasco Ibañez vino a Bilbao para informarse y poder escribir su novela. Hay un personaje que es el doctor Aresti que muy bien puede ser un trasunto de el doctor Areilza.
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EL GENERAL ENRIQUE ZAPPINO MORENO, GENERAL DEL SEXTO CUERPO DEL EJÉRCITO 1860-1914. |
Desde el 1 de enero de 1904, el pago a los obreros ya se hacía por semanas vencidas y se prohibió que fuese obligatorio comprar alimentos en las tiendas instaladas en los barracones.
En el año 1919 la jornada de trabajo en todo el país ya era de ocho hora
En Bilbao hoy la ciudad más rica de España, donde tienen acampado el grueso de las fuerzas jesuíticas.
La invicta villa cuyos valores liberales no pudieron doblegar los cañones de Don Carlos VIII, se ha abierto incautamente a la Compañía de Jesús, los cuales con sus hábiles manejos, vienen a mangonear todo en la ciudad y han conseguido apartar de su mujer al simpático doctor Aresti y apoderarse de la voluntad de Cristina la esposa de un millonario de Bilbao llamado Sánchez Murueta, bajo cuyo fingido nombre algunos creen ver la de fisonomía real de un opulento capitalista de Bilbao............
Era un comentario en la Lectura de Madrid año 1904, a la novela de el Intruso.
Facundo Perezagua, el primer líder obrero 1860-1935 BBK Temas vizcaínos, Norberto Ibáñez y José Antonio Pérez.
Manuel Montero, Domingo Sangriento 12 de octubre de 1997 el Correo.
Hemeroteca de el Correo.
Hemeroteca Nacional de Madrid.
Archivo Diputación Foral de Bizkaia.
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