MUNDAKA, NOTICIAS EN EL SIGLO XIX, DEL MAR, SOCIAL, ECONÓMICAS



ANUNCIO DE LOS BAÑOS DE MAR EN MUNDAKA, ESTABLECIMIENTO DE JUAN DE DIOS
TELLECHEA, EN JUNIO DE 1884 DEL PERIÓDICO EL NOTICIARIO BILBAÍNO.

En el año 1763 en Mundaka en invierno se pescaba Besugo, Merluza.
También congrio y atún, para la pesca de besugo se empleaba sardinas como cebo.
Juan Bautista Larrinaga, Domingo Goitiz y Juan Martín Lecosanz, eran jibieros, para la pesca de merluza.
En el año 1839 Nicolás Luzarraga Mayordomo de la Cofradía de Pescadores, solicita a las autoridades carlistas un pasaporta para ir a Bilbao a Teresa Rentería, Josefa Arritola y Dominga Ispizua para comprar cebo para la pesca.

LA PRIMERA GUERRA CARLISTA
En julio de 1838, en los puertos de Vizcaya, pusieron trincaduras por orden del pretendiente (los carlistas), a saber dos en Bermeo, una entre Mundaca y Kanala, dos en Bermeo, otra entre Elanchove y Ea y en Lequeitio y Ondárroa una en cada punto.
Los marinos de 18 a 50 años son alistados para tripular dichas trincaduras, que son un tipo de embarcaciones de dos palos que van armadas. Artilladas con dos cañones y todo el mecanismo necesario para atrapar a una presa, de recompensa se les daba una cuarta parte del botín.
En julio de 1839 el vapor Isabel II del comandante Otalora ha atrapado en estos días, lanchas en Bermeo, Mundaca y Elanchove, eran trincaduras facciosas.
En Bermeo hay doscientos facciosos, entre los ojalateros y los que no lo son. En Mundaca hay de dos a tres compañías de reclutas y sus jefes se llaman Arias y Zabala.
Zabala sacó en Mundaca veinte cañones pequeños cuando creyó que venía el duque de la Victoria avanzando.
En aquellos años Ignacio Arias era el Comandante General de la Costa, comandante de infantería de la Costa del Señorío de Vizcaya, era hijo de Juan Bautista Arias escribano en Guecho.


LAS FRESQUERAS
Florentina Ispizua
Ramona e Ignacia Muruategui
Ventura Ramona de Anacabe.
María Manuela Barturen.
María del Carmen Lartitegui.
Francisca Garamendi.
María Concepción Meaurio.
María Bautista  y María Antonia Lecosaes.
Joaquina, María Concepción y Magdalena Arrospe.
María Ignacia Zabala, todas ellas de Mundaka venden el pescado fresco, se desembarca en el puerto y al día siguiente en el mercado de la Plaza Vieja de Bilbao, se salía al anochecer para Bilbao en algunos casos en burro y en otras con menos posibles andando para llegar a la villa en su amanecer.
Necesitan el correspondiente permiso para salir a vender el pescado o bien a Bilbao o a Gernika.
En el año 1838 le robaron una merluza a una fresquera de Mundaka, en la cuesta de Gernika a Muniketa.
Eran famosas las fresqueras de Bermeo, Mundaka, Ondarroa....
aquellas merluzas que tenían tanta fama, las grandes de 8 a 10 kilos.
En Mundaka en 1799 José Basterrechea y José Garteiz pescaban jibias, para cebo de merluzas.
Las fresqueras de Bermeo hacían el recorrido hasta Bilbao por Sollube y el resto por Gernika, también estaba la ruta del Vino y del Pescado hacia la Rioja Alavesa por Durango. Con suerte las de Gernika cogían algún carruaje o caballería que las llevaba a Bilbao, de lo contrario el viaje era a pie.
Estas bravas mujeres, descargaban el pescado cuando llegaba la embarcación a puerto, llevaban la administración de la casa y a veces la del barco, el sobrante de la pesca se vendía entre los pueblos del interior y Bilbao. En Gernika se vendían las ijadas de bonito fritas por los barrios de la villa.
Entre las bermeanas todavía queda la tradición de salir a las tres de la madrugada andando a Begoña, en recuerdo de las fresqueras el 15 de agosto el día de la patrona.





 UN NAUFRAGIO EN MUNDAKA
Un corresponsal en Mundaka del Noticiero Bilbaíno, el 21 de diciembre de 1884 daba cuenta de un naufragio.
El vapor francés Victoria que hace tres días salió de Burdeos para Bilbao, con carga general y al cual ha sorprendido en su viaje la desencadenada tempestad reinante.
Serían las nueve de la mañana cuando apareció en estas aguas el Victoria y pronto los experimentados marinos de Mundaca conocieron una fuerte irregularidad en las funciones de la máquina de vapor y este venía resuelto a tomar puerto de salvación en Mundaka.
No era posible la entrada al puerto, dado el estado de la mar, se le hizo señales de el rumbo que tenía que tomar, para salvar al menos las vidas de los tripulantes y tan perfectamente llegaron a entender las indicaciones de los náuticos mundaqueses que a los pocos minutos embarrancaron en las arenas de la playa de Laida.
Cerrado el puerto no era posible la salida de la lancha de socorro, por lo que el inteligente e intrépido piloto primero Ramón de Azqueta Luzárraga, seguido de José Roque Rentería Goitiz, se trasladaron dando un largo rodeo al otro lado de la ría y con unas acertadas disposiciones, secundadas por varios jóvenes bermeanos, contribuyó a salvar felizmente a toda la tripulación del vapor Victoria.
El alcalde de Mundaca y el ayudante de Marina de Bermeo se presentaron en el lugar del naufragio y tomaron las medidas para que nada faltara a los náufragos, se les llevó a las casas de Laida donde se les atendió a todos con solicitud.
Al desembarcar en las lanchas a la orilla de la playa, un golpe de mar arrojó al mar a cinco de ellos, cuatro aparecieron a flote, el capitán se arrojó al mar rescatando al quinto que había recibido un golpe en la cabeza, acudiendo al rescate de estos marinos unos bermeanos que estaban en la orilla de la playa Laida. Los náufragos eran diez y seis. 

Ramón Azqueta Luzarraga, había nacido en Mundaka y fue bautizado el 20 de julio de 1850, hijo de Manuel Azqueta Baqueriza y de Magdalena Luzarraga Meaurio, se casó en San Sebastián el 24 de septiembre de 1891 con Isabel Antonia Olano Beldarrain. En el año 1867 Azqueta era agregado a piloto.
José Roque Rentería Goitiz, nacido en Mundaka y bautizado el 16 de agosto de 1819. Era hijo de Pedro Rentería Longa y de Tomasa Goitiz Ereño, se casó el 9 de septiembre de 1848 con María Dolores Aldecoa Merrugoxeazcoa en Ibarrangelu.



Juan de Dios Ugarte Uribe fue bautizado en Mundaka 9 de marzo de 1839, era cura ecónomo y falleció en Mundaka en enero de 1926. Juan Tomás Ibarzabal los dos eran patrimonistas, el primero es también presbítero en el año 1865 y se encargaban de administrar patrimonios, herencias y contratos.
Juan Tomás era hermano de Juan Ibarzabal casado y vecino de Mundaka, de profesión confitero.
Reclama en nombre de su padre ya fallecido, llamado Ignacio al ayuntamiento de Urduliz que le abone la cantidad reclamada por los suministros  al ejército, durante la primera guerra carlista. Su padre era vecino de Urduliz y Tomás vecino de Arrieta.

LOS UGARTE DE MUNDAKA
Domingo Ugarte Abaroa, se casó Catalina Aramburua Ortuzar nacida el 14 de diciembre de 1682. La ceremonia fue en Mundaka el año 1711.
Domingo Ugarte Aramburua bautizado 13 de mayo de 1712 en Mundaka, su mujer Rosa Artadi Basaran nacida el 4 de octubre de 1720 en Mundaka, se casaron el 30 de abril de 1753 en Mundaka. Pero en primeras nupcias estaba casado con Lucia Abaroa Barrena vecina de Mundaka y bautizada el 5 de octubre de 1704, se casó 9 de enero de 1742 en el mismo lugar.
José Antonio Ugarte Artadi bautizado en Mundaka el 18 de agosto de 1776, se casó con Magdalena Ordorica Aguirre Arqueta nacida en Mundaka y bautizada el 20 de abril de 1764, la boda se celebró en Mundaka 3 de diciembre de 1792.

Domingo Antonio Ugarte Ordorica, nació en Mundaka y bautizado el 17 de noviembre de 1793, se casó el 6 de febrero de 1830 con Juana Inés Uribe Eguía natural de Berriz y bautizada el 22 de abril de 1810.
Domingo de los Santos Ugarte Uribe, se casó con Victoriana Layda Rentería el 1 de noviembre de 1886 en Mundaka.
Juan de Dios Ugarte Layda nacido el 18 de diciembre de 1897 en Mundaka. En el año 1915 obtuvo el título de Bachiller.
Se doctoró en medicina en septiembre de 1922, con licenciatura en medicina y cirugía.
Su tío el cura Juan de Dios Ugarte Uribe fallecio en Mundaka en enero de 1926. El que fuera cura ecónomo de Busturia en 1890.
Se especializó en pediatria y ganó prestigio y reconociento en Bilbao en esa especialidad. Tenía la consulta en la calle Berastegui, cuatro primero derecha. Además de la consulta privada, la Seguridad Social en el Hospital de Basurto.
Dio algunas conferencias sobre la alimentación infantil y la mortalidad en la infancia. Tiene una tesis sobre la Estenosis Hipertrófica del Piloro, que la dio en 1935 en la Complutense de Madrid.


documentos del Camino Real
Archivo Diputación Foral de Bizkaia




DOCUMENTO DEL CAMINO CARRETERO DE DURANGO
A BERMEO 22 DE JULIO DE 1823, Archivo Diputación
Foral de Bizkaia.

LAS PRIMERAS CARRETERAS DE BIZKAIA
En 1808 se comenzó con la construcción de un camino real de Bilbao a Durango que finalizó en 1817, se retrasó por la guerra de la Independencia.
Otro ramal de esta, fue el ramal a Éibar, tras pasar por Berriz de donde salía otro ramal para Ondarroa con paso obligado por Markina y Ermua y un tercer ramal por Elorrio y al alto de Elgeta hasta Gipuzkoa, donde se conectaba con el camino Real de Bergara.
Entre 1825 y 1826 se construyó otro camino Real que unía Bilbao y Bermeo a través de Mungia y un ramal que conectaba de la villa marinero hasta Durango.
En julio de el año 1823, el remate de la ejecución de obras, con casetas de peaje en Elorren (Mugica), Porturas en Pedernales y Orobio en Iurreta. Todas ellas del camino carretero de Durango a Bermeo.



UN BERGANTÍN DE LA BIBLIOTECA NACIONAL DE MADRID.


José María Loizaga era el director de dicho camino, se subastan los arrendamientos de los tres peajes.
En 1772 la casa posada Zubia, estaba junto a la Cadena, Manuela Múgica viuda de Manuel Meaurio, Francisca Irula la tienen en explotación y usufructo.
Los puntos de peaje (la cadena) estaba cerca del puente en dirección a Portuondo. Allí en el año 1822 se colocó una caseta y una cadena impidiendo el paso, sin previo pago, pese a las reclamaciones del consistorio de Mundaka.
En el año 1859 había un servicio de coches desde Bilbao a Gernika, Mundaka y Bermeo, con servicio diario a las once de la noche.
En el año 1863 una nueva empresa de diligencias La Bilbaína-Mundaquesa, con un servicio diario a Gernika desde Bilbao. Sale de Bilbao a las dos de la tarde y de Gernika a las seis de la mañana. En berlina 18 reales e interior 14 reales. Tres años después se llamaba la Mundaquesa y salía de el Parador de Marcos en Mundaka.
Es una cómoda diligencia con trece asientos, un año después ya han subido los precios en berlina 26 reales, interior o cupe 20 reales, es mejor servicio y más elegante.
En el año 1880 la competencia hace bajar los precios, ocho reales interior y seis en banqueta.
En el año 1862 Miguel Meaurio era alcalde de Mundaka, cuando se repara el puente en el punto de la posada, también tenía allí propiedades Juan Bautista Mendezona Meaurio, junto al puente de la posada.
Otros puntos eran Saraspe en Luno, Zugastieta en Gorocica y Porturas en Pedernales que estaba cerca de lo que se llamaba la Marisma (el Parador).    

LA IGLESIA DE MUNDAKA Y LA ATALAIA, A  LA IZQUIERDA SANTA CATALINA
AL FRENTE LA RÍA DE MUNDAKA, FOTO DE GERMÁN ELORZA.

L A Y D A .

Layda era una joven pescadora de Mundaca, de cabellos rubios,

ojos de primavera, rosada boca y blanquísima tez. La naturaleza, que

la había dotado de todas estas gracias, la concedió también una voz

tan tierna y expresiva, que cuando la soltaba al viento, era escuchada

por todas las doncellas y jóvenes y ancianos de la antigua puebla.

Layda poseía una frágil barquilla, con la cual, en las grandes mareas

se trasladaba á los arrecifes de la isla de Izaro, de los que arrancaba

buena cosecha de percebes; al Cabo de Ogoño, de cuyas peñas desprendía

lapas, ó á la Ensenada de Canala, en cuyas arenas, socavadas

con diestra mano, recogía almejas ó tal cual ostra adherida á movedizos trozos de cocida tierra. Cuando la hermosa pescadora veía recompensada su diligencia y afanes y el blando céfiro henchía la vela de su barquilla, tornaba á su hogar entonando los más tiernos cantares que jamás oyeran aquellas silenciosas orillas.

Entre los antiguos zortzikos que todavía se conservan en Bizcaya,

hay uno cuya letra que es tan sencilla como delicada. Una pobre pescadora llora á su amante, pescador también, arrebatado por el mar. Layda cantaba este zortziko con tanta pasión y sentimiento, que no podían escucharla las doncellas de la comarca sin que sus ojos se preñaran de copiosas lágrimas.

Un día, Layda se dirigió con su barca á sus favoritos arrecifes de

Izaro. El cielo, poco antes sereno, se anubló de repente: la tranquila

mar se erizó de empinadas olas; el viento se desató con furia: Layda

estaba perdida. Pero su corazón varonil la mantuvo serena hasta que

R E V I S T A BASCONGADA. 247

se anegó el frágil leño que la sostenía. Cuando vio su muerte cercana

y perdió toda esperanza de salvarse, doblando una rodilla y clavando

la vista en el firmamento, entonó una de las estrofas de la antigua

canción vascongada,

En su lecho de césped marino

descansando está.

Solo Dios, en la desierta orilla,

me le tornará.

Apenas pronunciaron sus labios estas últimas palabras, cuando

arrebatándola una ola imponente, la sepultó en lo más profundo del

mar.

Desde aquel momento las sirenas del Océano poseían una compañera

más.

Desde aquel momento, las costas vascongadas perdieron su más

hermosa sirena.

JUAN E. DELMAS.284 E U S K A L - E R R I A .



MUNDAKA

A UNA GORDA OTRA MAYOR.

Peru Abarca era un gallardo y honrado labrador de Pedernales

endurecido en las faenas del campo y de la mar, (porque en las costas

vascongadas los labradores son también marineros,) y tan aficionado

á la caza, como á echar un buen trago de clarete cuando sus

ocios se lo permitían.

Manuel Giménez era un zapatero de Mundaca, andaluz, allí establecido

desde que terminó la guerra civil de los Siete años, en la

que había militado de soldado raso en el regimiento del Príncipe.

Era también muy aficionado á la caza, y como Peru, jamás desairaba

á un templo de Baco donde quiera que le encontrase abierto,

después de cumplir santamente con sus obligaciones.

Mundaca y Pedernales, patrias natural y adoptiva de estos héroes,

son las anteiglesias ó pueblos más antiguos de Vizcaya, como

que se les llama los primeros para que tomen asiento en las Juntas

Generales de Guernica, y están unidos por los lindes de sus tierras,

por su historia, por su situación eminentemente pintoresca sobre el

mar, y por vínculos estrechos de parentesco y relaciones entre sus

vecinos.

De donde se colige que viviendo Peru y Manuel tan inmediatos

y teniendo inclinaciones tan parecidas, fueran amigos inseparables.

El andaluz, como todos los de su tierra, era mozo de gran chispa

y de facilísima palabra: no así el vizcaíno, que era torpe en su expresion

y en sus modales, mas no por esto desprovisto de buena

penetración y sobre todo de ese espíritu de independencia que caracteriza

á toda la raza vascongada. Manuel cautivaba siempre á cuantos

le escuchaban; pero era inimitable cuando tenia á su lado un plato

de percebes y una jarra de chacolí. Entonces brotaban sus labios

una miríada de cuentos, los chistes más oportunos, las más chispeantes exageraciones, todas las gracias que pueden caber dentro

del cerebro más meridional. Y sin embargo, todas estas agudezas y

donaires, estos chistes y la fina sátira que Manuel empleaba en algunas ocasiones, se estrellaban ante el frio y algún tanto calculado

razonamiento de su amigo Peru.

R E V I S T A BASCONGADA. 285

Un día, según su costumbre fueron de caza los dos amigos. Treparon

la calcárea montaña de Axpé de Busturia, que como un cuchillo

presenta la cara al mar desafiando sus iras, sin hallar muestra

alguna, y treparon los montes de Celeta y Artadi, preñados de

seculares encinas y chaparros, de castaños y de robles, cuyos pies

se ocultan en espesos matorrales de alheña, zarza-mora y rizados

helechos. Los perros sabuesos que soltaron en Altamira y que recorrían

jadeantes y silenciosos aquellos vericuetos, dieron de repente

la voz de alarma: los dos amigos, al oírla, y sin desplegar los labios,

se dirigieron por sendas opuestas á los sitios de espera. Pocos

instantes después un tiro disparado por Manuel anunció á su compañero su buena fortuna; pero el griterío de los perros que aullaban

con furia inusitada, dieron á entender á este que la caza que habían

despertado no era la de una tímida liebre; y como cazador prudente,

metió dos balas por la boca de su escopeta. Apenas se escondía

en su acecho, cuando se presentó á su alcance un jabalí perseguido

de cerca por los perros. Verlo Peru, apuntarle á la cabeza,

disparar y caer muerta la fiera, fué obra de un instante. se Acerco á

ella para evitar que los perros se cebasen en sus carnes; dio recias

voces á su compañero, y mientras le esperaba, sacó del morral una

cuerda con que ató fuertemente las patas del puerco entre las que introdujo una gruesa estaca para conducirlo más fácilmente al pueblo.

No fue corta la algazara de Manuel á la vista de su compañero,

del jabalí y de los perros; y para celebrar la fiesta, le propuso dar

un toque á la bota que pendía de sus hombros y comerse las orejas

de la víctima que tenían á sus pies, á lo que Peru no se opuso. Durante

el refrigerio, ¡qué de proezas de caza refirió Manuel! ¡Cuánto

chiste, cuánta sal cómica, que inventiva desplegó iluminado algún

tanto por los vapores del vino! Preparabanse ya á cargar sobre sus

hombros la víctima desorejada, cuando Manuel, con ánimo de dar la

última broma á su compañero, le dijo:

—Chico: oye uno de los sucesos más peregrinos que un dia de

caza poco antes de caer soldado me ocurrió en mi tierra.—

Peru, cansado ya de escuchar la charla del andaluz, le replicó

entre complaciente y aburrido:

—Vaya pues, cuéntalo pero no mientas.

—Figúrate que en ese día me encontré con una liebre que no había

galgo que pudiera alcanzarla: figúrate que tenia además de sus

cuatro patas naturales otras cuatro sobre las costillas, de modo que

cuando se cansaba de correr de un lado, se volvía del otro.

—Muchas de esas he cazado yo, le replicó Peru imperturbable

286 E U S K A L - E R R I A .

—¿Cómo?—preguntó el andaluz asombrado de que mentira tan

gorda obtuviera semejante respuesta.

—¿Cómo?...—repuso su compañero con la calma acostumbrada—

¡Atando dos galgos por el lomo!...

Corrido el andaluz de la oportuna respuesta del vizcaíno, echó

mano á la estaca que cruzaba las patas del jabalí, la colocó sobre el

hombro al mismo tiempo que su compañero, y silencioso y cariacontecido

venia repitiendo en sus adentros Altamira abajo:

—Pues me ha fastidiado!

JUAN E. DELMAS.

MISCELÁNEA.

Dicen de la Habana que han tenido lugar, bajo la presidencia del

Excmo. Sr. Gobernador General y con asistencia también del Ilustrísimo

Gobernador civil, interesantes partidos de pelota, á estilo de nuestras

provincias, fiesta combinada y felizmente llevada á cabo por la comisión

vasco-navarra que ha entendido en la colecta para los brillantes

festejos que se han tributado en aquel punto á la Virgen de Begoña.

Paris ha puesto una hoja más en la corona de gloria de Gayarre.

El eminente tenor euskaro ha alcanzado en el teatro de la Grande

Opera un triunfo que no tiene precedentes.

Ha debutado en Lucrecia, y en el terceto del acto segundo fanatizó

al público, y tuvo que repetirlo por dos veces.

El Aria de salida del tercer acto produjo un verdadero delirio. El

público en pie, y las señoras en masa, prorrumpieron en atronadores

bravos que interrumpieron al gran tenor, quien, incansable, repitió

toda el aria.

Al final de cada acto ha tenido que salir á escena cinco ó seis

veces.

Reciba nuestra felicitación más entusiasta.


DESDE LA ATALAIA AL FONDO LA ISLA DE IZARO, UN ATARDECER DE VERANO

FIN

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Euskadiko Artxibo.
Txato Etxaniz.

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