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miércoles, 10 de enero de 2024

LAS SARDINERAS

TÍPICA IMAGEN DE CUALQUIER PUERTO PESQUERO DE EUSKADI, EN OTRA
ÉPOCA, CON LOS ARTILUGIOS DE PESCA Y LA SARDINERA CON SU CESTA
DE SARDINAS.

 

En el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid del siete de agosta de 1499, hay una ejecutoria de pleito criminal, sobre acusar a la demandada María San Juan Arrecabarren contra María San Juan de Marcaida, vecinas de Bilbao.
En la plaza de Bilbao, donde las sardineras venden sus sardinas, diciendo entre otras cosas que a la criatura la había "fecho" de un marrano en ausencia de su marido que por medio de "ardites" se la criara, llamándole "puta" y "bellaca" de dos maravedís.
De las regateras del pescado, destacan las sardineras, grupo que sobresale en la villa, tienen su sitio y lugar concreto donde venden las sardinas, pero no solo sardinas, sino toda clase de pescados, por eso se les presta especial atención en las Ordenanzas de la villa de Bilbao que prohíben vender su mercancía, en casas, bodegas o boticas, obligándoles hacerlo en lugar público, calles, plazas o en el Portal de Zamudio.
 
POR COSAS DE LA MORALIDAD
Al igual que el obispo de Viena ha pedido que se obligue a las bailarinas del teatro que usen pantalón de color oscuro. Nosotros también pedimos en obsequio a la estricta moralidad que corre en estos tiempos, que se vista a nuestras sardineras con pantalón a la mameluca. El Nervión 28 de noviembre de 1856.
Las pescadoras de Bermeo que vendían "merlusita" van pregonando por las calles  ¿Levan frescua ederrak?
Había una cosa que a las sardineras de Mundaka y Bermeo les molestaba mucho, cuando al pasar por Gernika y Forua, les preguntaban ¿A como están en Mundaka?
Antonio Trueba diciembre de 1863.

LA SARDINERA UNA INSTITUCIÓN
de Julián Echevarría "Camarón"
El tranvía de caballos de Bilbao a las Arenas acabó con aquél "women`s cross country" o mini maratón sardineril, de las primitivas sardineras protagonistas de la prueba Santurce-Portugalete- Las Arenas- Bilbao 14km.
Descalzas a paso gimnástico, sorqui en la cabeza y sobre él, el cesto repleto de sardinas, en equilibrio, movimiento de codos cual émbolos de locomotora, sudando la gota gorda a razón de cinco a seis km. hora. Delataba a su paso el tufillo a marisco que iban dejando atrás.
Las sardineras hacían el trayecto de Santurce a Portugalete y en lancha a Las Arenas.
No había concluido aún la carretera de Portugalete y no existía el Puente Colgante.
Las sardineras hacían su entrada a Bilbao por La Salve, lanzando el sempiterno pregón: ¡ Sardina Frescaaaaaaaaaa! cuya última vocal sostenían hasta el último aliento.
La sirvienta ya en la calle ateniéndose a las instrucciones de su ama que la está observando desde el mirador de casa, le cambia alguna de las sardinas del peso, por otras más lucidas que a modo de reclamo exhibe en el cesto, provocando la indignación de la sardinera.
En un descuido de esta, mientras está cobrando el gato de alguna tienda, cazador furtivo de inmisericordes pupilas verdes, sin esperanza para los saguchus y ratones "arrampla" de su cesto para su pitanza y desaparece entre las imprecaciones de la sardinera.
El tranvía ahorró a las sardineras su fatigosa carrera a pie, salía de la calle La Estufa (hoy Viuda Epalza) repleto de humor bullanguero y ¡ Ay del cobrador o conductor que pretendiese poner sordina al humos de aquellas robustas mujeres, que con involuntaria coquetería lucían, pelo, brazos y piernas de escamas de pescado a modo de lentejuelas. También eran capaces de comerse una naranja, partir los gajos con las manos manchadas de pescado.

A Bilbao llegaban andando desde Santurce a Las Arenas, cuadrillas de sardineras alborotadoras llegando hasta la villa bilbaína.
La llegada del tranvía de caballos les hizo más fácil la vida en el siglo XIX, esto hizo atraer al negocio a vendedoras inexpertas, con menos gracia y bastante mala leche. 
En 1885 se pide autorización para enterrar a dos caballos del tranvía urbano de Bilbao a Santurce, en el foso de Arana.
En 1886 un perro rabioso muerde a los caballos del tranvía urbano.
En 1891 el tranvía de tracción animal desaparece para dejar paso a la tracción eléctrica en Bilbao, las sardineras están de enhorabuena.
Una sardinera con su cesta en la cabeza, saya, vestido, delantal y descalza camino de Bilbao.
La vieja orilla, el pasado industrial se acercó tanto al borde de la ría de 16 km, que unos 5,5 km están vetados por la actividad industrial.
El paseo que en un día se pareció más a los arenales de Urdaibai, que a la cuenca del Ruhr alemana.
En 1872 la playa de Portugalete era de las principales de Bizkaia la preferida para pasar el verano, cruzar la ría costaba 0,25 reales y de Bilbao salían cada media hora y tardaban en llegar a su destino entre hora y media y dos horas, según la marea.
Caras risueñas y pícaras, como eran de hecho las sardineras, voceaban la pesca del día por los pueblos de la ría.
Las sardineras llevaban la falda corta, que muestran con liberalidad un poco el muslo y la pantorrilla, esas piernas femeninas.
Era una profesión endogámica, familias de pescadores, abuelos, padres, hijos, sobrinos, esposas y nietos.
El procedimiento para adjudicarse la subasta a mano alzada y a viva voz, generaba no pocas riñas, que tiempo después se cambió por un método moderno de subastas.
Y que decir de sus continuas riñas y pendencias, de las que se hacen eco todos los periódicos de la época. Su proverbial mala boca y su descaro solo comparables a las sirgueras y a las cargueras, la vida en la calle endurece a las mujeres y las hace menos humanas. 
A finales del siglo XIX las riñas, reyertas y disputas, la mayor parte de ellas se resolvían a bofetada limpia y en el caso de las sardineras, verduleras de la plaza o cargueras del muelle, a tirón de pelos a las bravas, en medio de los consiguientes insultos y gritos, que acababan en la Prevención de la guardia municipal, sita en los bajos de la vieja casa consistorial en San Antón.



Año 1910

Allí pasaban la noche los que habían cometido algún delito o faltas sin determinar.
Los más asiduos al cuartelillo eran los escandalosos, los borrachos y blasfemos que lo hacían en la vía pública, según la ofensa pagaban una multa de mayor o menor cuantía.
Todavía en junio de 1961, don Francisco Romero López Arcipreste de Zamora, tocaba el tema de si las mujeres podían ir a la calle sin medias.
Dejando por imposible a las sardineras que en ningún caso las llevaban, caso imposible.
Unas cuantas muchachas valientes se lanzan a la calle con las piernas desnudas, con enojo de muchas, la risa de algunos y con la pena los que estimamos en algo la moral y la estética y que todavía tienen una conciencia digna del remordimiento, suelen acudir a mi a consulta con una confianza que agradezco. Si es pecado ir sin medias. No señorita puede ir a la calle sin ellas.
En tiempos de la República un ministro andaba en mangas de camisa y la Nelke y la Pasionaria y toda la corte de marimachos andaban sin medias.
¡Es pecado ir sin medias, no es pecado!
Es sencillamente una porquería.
Los hombres tienen que volver a ser caballeros y las mujeres volver a merecer el respeto caballeroso de los hombres.


En el año 1846 raro era el que habiendo estado en Bilbao en la temporada de verano, no haya oído hablar de las sardinas de Santurce por su sabor delicado, saben distintas a las de Portugalete.
En cuanto desembarcan las sardinas, las compran las mujeres y las ponen en sus cestas anchas, intercalando capas de sal, lo hacen en muy poco tiempo y luego se ponen la cesta a la cabeza.


Las pregoneras en la Plaza Nueva de Bilbao

VIDA DE ALGUNAS SARDINERAS FAMOSAS:
El 20 de febrero de 1958,en un artículo en el Correo decía: El domingo en Algorta cumplió cien años Ángela García Morín la sardinera que inspiró la canción "Desde Santurce a Bilbao", setenta y cinco años vendiendo sardinas.
Empezó de mocosa trabajando de sirvienta y se casó con un carabinero Pablo Sánchez, la profesión de su marido le hizo recorrer muchos lugares de España.
Hasta que al fin se afincó a este bonito pueblo de pescadores y hoy de veraneo, llamado Algorta.
En la misma casa, donde hoy le vemos hacer calcetines para sus nietos.
No usa gafas y su estado de salud es excelente, el alcalde le ha mandado una tarta de cumpleaños.
La canción citada Timo Urrengoechea la llevó al pentagrama allá por los años 1930.




El 8 de septiembre de 1964, se inaugura  la escultura de la Sardinera
de Joaquín Lucarini. Día de la Virgen del Mar, la figura representa
a la Bella Charo, fallecida en 2009.

Tomasa de Pablos Bayón "La Pichina" nació el 15 de junio de 1904, la madre Eulalia recorría los pueblos vendiendo su mercancía, iba a Bilbao con otras sardineras: Adelina, Mariquita, Eulalia, Caminera vendía pescado de primera en la plaza de Bilbao.
Estaba casada con Agustín Alonso "Caracol" y era marino, con el que tuvo nueve hijos y vivían en la calle Pedro Icaza, 5 de Santurce.
El mote le venía de su abuelo, vino de Francia soltero y se casó en Santurce.
Tenía unas huertas junto al rompeolas de Santurce y a los chicos que trabajaban para él les decía: ¡Hala! pichines a trabajar y así este nombre pasó a la madre y luego a la hija.
Eulalia tuvo ocho hijos, cuatro hombres y cuatro mujeres, los dos mayores siguieron los pasos de la madre Tomasa y Julia, comenzando a vender pescado.
Tomasa cuando tenía once años, se apostaba en una esquina cogiendo el sitio para su madre, me daba una cestita pequeña y a vender. Su madre aguantó hasta los ochenta años, vendiendo pescado por las calles.
Llegó vendiendo al mercado de Orduña, hasta seis cajas de pescado diarias.
Cogía el tren a las cinco menos cuarto de la mañana.

Recuerda con especial cariño el chal que le regaló su madre para protegerse del frío y también servía para el estraperlo cambiar la pesca, por harina o carne. Cuando se muera quiere que le entierren con él.
Tomasa "La Pichina"
foto de El Correo
Era como una tripa postiza para esconder la mercancía. No sabía leer, ni escribir pero se defendía a las mil maravillas, en el peso nunca engañaba.
En los años cuarenta del siglo pasado, un kilo de anchoas costaba entre 10 y 12 pesetas.
Esta mujer ha superado una trombosis, `pero tiene un poco cogida el habla, pero se conserva fresca como una lechuga a sus 82 años.
Apenas come carne, solo una vez a la semana y el resto de los días pescado.
La Pichina murió el uno de enero de 1993 a los 88 años.
Y se preguntaba: ¿Me quieren decir ustedes quién se lava aquí los pies tres veces al día?, las sardineras de Santurce cuando hay sardinas.



Rosario Santín Rodríguez "La Bella Charo". Foto de el Correo.

Rosario Santín Rodríguez "La Bella Charo".
Murió en julio del 2009 a los 79 años y era la viuda de Alberto Usubiaga, dejó tres hijos y diez nietos.
Comenzó a trabajar a los diez y ocho años, se escapaba de la escuela para ver vender el pescado a su madre.
Charo acude todas las mañanas a la subasta de pescado en el puerto, empezó a los 22 años y ahora tiene 55 años, es de las más jóvenes.
Todas ellas están acreditadas en el Ayuntamiento de Santurce y en 1984 pagaban doce mil pesetas.
Antes venía la gente de Gallarta a comprar pescado, montados en sus burros que luego vendían en Baracaldo y otros pueblos limítrofes.
Charo es hija de pescador y siempre ha vendido en la calle.
Era un trabajo muy duro, en sus últimos años sufría de artritis por andar entre el hielo y los huesos destrozados por el peso.
Pero todo eso las mujeres se lo tomaban con humor y siempre haciendo bromas entre ellas.
Posó como modelo para la estatua de la Sardinera, del escultor Joaquín Lucarini en el año 1964.
Era ferviente devota de la Virgen del Carmen y su madre iba a la procesión de la Virgen descalza.
En el año 1988 el alcalde de Santurce quiso sacarlas a las sardineras de la calle y meterlas en el mercado, luchó y acabó venciendo.
La última y auténtica sardinera, trabajó en ETB era un programa que lo presentaba Antxon Urrosolo, allí se la podía ver con una personalidad explosiva y llenaba la calle con su voz y su gracia.


Aurora Pérez
foto de El Correo.
Aurora Pérez de Vélez, una calle lleva su nombre en Santurce.
Ha muerto después de vender miles de sardinas entre Santurce y Bilbao,  falleció el 20 de enero de 1972 a los 89 años en Santurce.
Comenzó su carrera cuando la indumentaria desconocía el calzado, con la típica falda remangada llegando a pie hasta las Siete Calles de Bilbao, llevaban en su cabeza más de veinte kilos, en larga carrera desde Santurce luchando con los horarios de los trenes, para vender su mercancía a real la docena.
En 1906 vendía sardinas al Hospital de Atxuri a 8 reales el ciento. Después sirvió al Hospital de Basurto, sardinas, percebes, anchoas, merluzas, besugos y chicharros. Al Sanatorio Marino de Gorliz, al Colegio de Sordomudos y  los Pobres de la Casilla.
Hasta que la diabetes y luego la ceguera le obligó abandonar el trabajo, que continuó su hija mayor.
Murió antes de cumplir los noventa, con 89 años, sencilla, afectuosa, madre ejemplar.
Un día cuando le preguntaron, que le pide a la vida:
Nada, solo que Jesús me acoja con poco mal y me de una buena muerte. Era madre de remeros, deportistas.
La estampa triste de la pescadora violenta de léxico, enemistada con el jabón, no contó jamás con Aurora Pérez cuya figura espléndida denota una limpieza física y espiritual extraordinaria.
Era viuda de José Vélez y dejó cuatro hijos: Estela, Pablo, Francisco (Chirumpio) y Santos,


Jesusa Mira más conocida como "La Zapaterilla", dedicada toda su vida a la sardina, fue la última sardinera de Santurce y murió a los 95 años.
Y otras muchas como Lucía Mendiola "La Caracola", Socorro Pascual, Flora Saldegui, Sotera San Martín, Gumersinda Romaña Larrea, Ceferina Ruiz Llanas, Guadalupe Villanueva Vivanco.
Begoña Nieto que murió muy joven.
Brígida López que vendió pescado desde muy niña, cuya vida se truncó tras ser atropellada por una motocicleta en una aciaga jornada.
Fidela Fraile tiene 84 años, tiene el mar tatuado en su cara, trabajó desde los diez y seis años, hasta los sesenta. Nerea, nacida en el barrio de Mamariga, vende pescado desde los doce años, empezó vendiendo peras y manzanas que las asaba mi madre, lo vendía todo porque me conocían.
Cipriana Santos fallecida a los 90 años, Carmela Cabrera y María Antonia Sesma. 

Isabel Castillo Subilla, otra que lleva el mar en la sangre, más de cuarenta años atendiendo su puesto de venta de pescado. Es el único a la intemperie en el puerto de Santurce, haga frío o calor, no falla, ya es octogenaria, la más veterana de todas.
A las ocho de la mañana ya esta como un clavo, ella sabe que ofrece y vende producto de calidad.
Nació en Zarautz por las cosas de la guerra y es nieta de Sotera San Martín, lo que le da un pedigrí y solvencia.
A pesar de que no corren buenos tiempos ella ha conseguido ganarse la vida, con una clientela muy fiel. Los inviernos son muy malos, entra poca pesca y ya solo quedan la Motriquesa y ella.




Gumersinda Romaña Larrea a la izquierda, fue bautizada el 22 de agosto de 1895
y se casó con Cosme Unanue Laburu, tuvo un hijo llamado Esteban que puede ser el 
de la foto, en el año 1954 pidió permiso al consistorio de Santurce para instalar una caseta
desmontable para vender pescado en Mamariga .La foto es de Genealogía Zaleak Santurtziko.




Durante las fiestas de Bilbao en agosto de 1930, hubo un concurso de pregoneras en la Plaza Nueva de Bilbao. El concurso se celebró entre las vendedoras de pescado de toda Bizkaia.
Hubo gran expectación, el publico se congregó entorno a los soportales de la plaza y el festejo no defraudó, se pudo ver la graciosa desenvoltura de las vendedoras de pescado.
Recordaban aquellas viejas vendedoras que ya no están entre nosotros y que llegaron a inspirar a la musa popular.
En el kiosko de la Plaza Nueva, comenzó el desfile de las pregoneras.
Participaron las hermanas Ordorika, Antolina, María y Ernestina de Santurce.
Josefa Aguirre de Algorta.
María Lapuente de Santurce.
Fermina Martínez de Bilbao.
Inocencia Besga de Bilbao.
Adela Fernández de Bilbao.
Juana Picavea de Bilbao.
Jesusa Urkiaga de Santurce
Por último Encarnación Martínez de Santurce.
Las vendedoras con una cesta sobre la cabeza y con las alpargatas al cinto voceaban su mercancía por toda la plaza.
Cada una lanzaba al aire sus pregones a cual más pintorescos, todos ellos de su cosecha.
Encarnación Martínez entono el conocido  canto popular de la Sardineras de Santurce.
Josefa Aguirre lo hizo en euskera.
El torero Nicanor Villalta que desde los balcones del Hotel Excelsior, en la Plaza Nueva contemplaba el espectáculo, donó 50 pesetas para las participantes.
La ganadora fue María Ordorika y recibió un premio de 75 pesetas.
La segunda Fermina Martínez con 50 pesetas y Encarnación Martínez 40 pesetas.




Las pregoneras en plena labor, en la Plaza Nueva.



Aunque pobre sardinera 
sin gorra, ni papalina.
No me doy por la primera
que presume de ser fina.
Con la saya remangada
por "cima" de la rodilla.
Nuestra pierna salada
y mi airosa pantorrilla,
mis sardinitas, que ricas son:
Desde Santurce las traigo yo,
a mi no me asusta el frío,
ni la lluvia, ni el calor
y al mismo sol desafío
pues no me quema su ardor.

Para sardinas Santurce,
para guindas Baracaldo,
para merluza Bermeo,
que la venden "Merlusita" pregonando:
¿Frescua Ederrak?.
y para percebes Bakio y a modo
de axioma: La sardina y la mujer, chiquitas
deben ser.

La del segundo me llama,
la del primero también,
la del tercero me dice,
¿ A como las vende usté?
Y yo le contesto que a cuatro
y ella me dice que a "rial"
y yo le digo morena
sube un perro chico más.

Desde Santurce a Bilbao
vengo por toda la orilla
con la falda remangada
por cima de la rodilla.
Vengo de prisa y corriendo
sin que me oprime el corsé,
voy gritando por las calles:
¡Sardinas frescueeeeee!

LAS CAPOTINAS DE LICENCIADO POZA,EN BILBAO



Foto de la tienda de las Capotinas
en la calle Licenciado Poza de Bilbao.
Estaba situada subiendo de  la Plaza Campuzano por Gregorio
de la Revilla a la derecha al principio de Licenciado Poza. 
Foto cedida por la Bodeguilla de Indautxu.


La capotina, es una capa con capucha, la usaban las vendedoras ambulantes para protegerse de los rigores del frío en invierno generalmente solían ser de color azul, también se ponían un mantón o chal de lana por encima, porque pasaban muchas horas a la intemperie.
Eran tres, dos hermanas Carmen Blanco Álvarez y Matilde Blanco Álvarez y la tercera se llamaba Higinia Alonso Blanco.
Empezaron vendiendo sardinas por las calles de Bilbao y uno de los puntos fijos era la acera de Licenciado Poza número veintinueve y allí hacían la venta de más enjundia, era toda la zona de Indautxu, tenían mucha clientela.
Carmen nació en Bilbao el 31 de agosto de 1904 y Matilde el 14 o 17 de marzo de 1901.
Y por aquel entonces vivían en la calle Miravilla dos, segundo piso. Su padre Nicomedes Blanco Cuesta, nacido el 14 de septiembre 1861 o 1856 en Villaverde M. provincia de Burgos. De profesión jornalero, llevaba residiendo en Bilbao algo más de 41 años.
Su madre se llamaba Francisca Álvarez Múgica, nacida el 10 de agosto de 1852, en Mendarozqueta (Álava) y llevaba residiendo en Bilbao 48 años.

La amiga, Higinia Alonso Blanco, nació en Bilbao el 11 de enero de 1927 y vivía en la calle Zabalbide, diez y estaba casada Gervasio Alonso Fernández el 18 de abril de 1949.
En el año 1930 Carmen figura como casada y de profesión vendedora, igual que su hermana Matilde que ya era viuda y las dos vivían en Licenciado Poza, 50 segundo piso.
El marido de Carmen se llamaba Constantino Yela Monasterio nacido el 2 de abril de 1902, en Castil de Peones (Burgos), de profesión peón y con veinte años residiendo en Bilbao. Tenían tres hijos José Luis, Carlos y María Trinidad.
En el año 1960 Carmen y Matilde se han mudado a Gregorio de la Revilla, 20 tercer piso.
Las dos hermanas Matilde y Carmen, las dos viven en la Plaza de Emilio Campuzano, 4 cuarto, letra D y figuran como comerciantes de pescados. Carmen ya había enviudado en 1945.
Higinia Alonso Blanco falleció el 12 de septiembre de 2011 a los 84 años.
Matilde Blanco Álvarez, murió el 13 de marzo de 1985 a los 83 años. Su hermana Carmen falleció mas joven a los 71 años, el 25 de septiembre de 1975. En las respectivas esquelas publicadas en el periódico el Correo ponían debajo del nombre "Las Capotinas", que era la razón social y el nombre por el que eran conocidas en toda el barrio de Indautxu, empezaron de una forma modesta y sencilla como vendedoras ambulantes, luego montaron la pescadería hasta llegar a ser mayoristas de pescado en Merca-Bilbao en Basauri con un puesto en el mismo.

FIN










MANUEL BASAS
ANA VEGA PÉREZ DE ARLUCEA
HEMEROTECA DE EL CORREO.
ARCHIVO DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA.
BILBAO EN LA BAJA EDAD MEDIA DESDE LA PERSPECTIVA DE GÉNERO, MARIA ISABEL DEL VAL VALDIVIESO.

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