Powered By Blogger

jueves, 14 de mayo de 2020

EL BALNEARIO DE CESTONA-ZESTOA O GUEZALAGA Y OTROS BALNEARIOS



foto de la Biblioteca Nacional de Madrid

Fundado en la segunda mitad del siglo XVIII, el año 1776 el primero en el País Vasco, sus aguas combatían el reumatismo, contracturas, parálisis, heridas de armas de fuego, trayectos fistulosos, caries, úlceras atónicas, escrófulas.
El profesor Chavanón profesor de química del Real Seminario Patriótico de Vergara, hace un análisis del agua termal de Cestona.
Es una prueba del adelantamiento de la química en España.
Se enumeran todas las enfermedades que estas admirables aguas curan: Las obstrucciones, los reumatismos, el asma húmedo, la perlesia, el doctor José María Mateo, es el médico de Cestona.
Así se comunicaba en el Diario Curioso y Erudito, Económico y Comercial del 25 de setiembre de 1789.

En el periódico El Espectador del 27 de agosto de 1821 de Madrid, cita a los Baños de Cestona y dice que está adquiriendo mucha celebridad, concurren allí mucha gente enferma que se cura de sus dolencias, menos las morales para las cuales no tienen suficiente virtud esas aguas.
El jefe político de la provincia de Guipuzcoa ha mandado analizar para que no se equivoquen los que salgan de Madrid, con el objeto y el deseo  de que sirva esto de aviso de que a los "enfermos maniáticos", su mal es incurable en España.
Deben salir a tomar aires o vientos extranjeros, no dudamos que los del norte les serán más provechosos.

*A finales del siglo XVIII principios del XIX, llevó a cabo una inversión en el balneario Vicente de Lilí y después el marqués de San Millán, el verdadero artífice de la puesta en marcha de este establecimiento y muy pronto tuvo que afrontar la libre competencia con otros negocios de hostelería. 
Vicente Lilí, conde de Alacha era de la Real Sociedad
Vascongada de Amigos del País, era hombre ilustrado y un importante propietario rural, San Millán se hizo con el negocio porque tenía mayores posibilidades económicas para hacer frente a las nuevas inversiones de explotación del negocio.
Cestona se convirtió en la primera casa de baños del País Vasco.
Durante la ocupación francesa llevó la dirección Aguirre Porcel, fueron años difíciles para la gestión del balneario.
En julio de 1830 fue el espaldarazo para el balneario, la visita Francisco de Paula Antonio hermano de Fernando VII, con su esposa Carlota y sus seis hijos.
Para el comienzo de la primera guerra carlista el balneario ya se había consolidado, aunque la guerra supuso un freno considerable, porque la contiendo se situó en toda esa zona.
También se benefició el balneario de Santa Águeda fundado en 1827.* Sacado de Cestona en los orígenes del termalismo vasco 1776-1833, de Carlos Larrínaga.

En el año 1822 el doctor Patricio de Cearrote hace un trabajo de investigación de la analítica y observaciones sobre las aguas de Cestona, don Patricio fue socio corresponsal de la Academia Médica de Madrid y ex-médico titular de la ciudad de Bilbao.
El doctor comenta la manía muy común entre la gente de ir a buscar las aguas minerales a países extranjeros y con este trabajo alcanzó renombre entre las gentes de ciencia.
Sin probar que nuestras aguas minerales  son más acomodadas  a nuestro temperamento y a la sensibilidad de nuestros órgano.

En mayo de 1825 comentaba el diario Balear que Cestona era una aldea en esos años.
Entre las muchas aguas minerales que se encuentran en nuestro suelo y en el que la divina providencia depositó su germen fecundo de salud, merece un lugar preferente un lugar llamado Cestona.
Los repetidos y prodigiosos efectos que continuamente se observan entre los que toman las aguas interior y exteriormente hacen un beneficio a la humanidad doliente y queremos que se generalice esta noticia.
La temperatura de estas aguas es de 28 grados del termómetro de Reamur.
Los concurrentes a este balneario hallarán en el magnífico edificio de la casa de baños, las comodidades que deseen, con buena asistencia y moderado precio.

En el establecimiento de baños de Cestona o Guezalaga, se han hecho grandes mejoras y la casa de doña Catalina de Zubizarreta y su esposo capitán de infantería Ramón Lizaso, ofrece en sus inmediaciones las mayores comodidades a los quieran alojarse en ella en la temporada de baños, siendo arreglado y a un precio equitativo.
La mesa redonda principal se pagara 14 reales diarios, se servirá sopas, cocido con gallina, vaca, garbanzos, cuatro principios y entre ellos dos de pescado fresco. En verano casi todos los días dos platos de postre.
El desayuno por la mañana será un tazón de chocolate y a las diez de la mañana para los que quieran una taza de sopa de puchero, por la tarde el refresco de agua con azucarillos y chocolate.
La cena consistirá, sopa, huevos cocidos, ensalada y dos principios, incluye la asistencia de muebles, cama con ropa bien aderezadas y aseo de cuarto.
El café, el licor o vino generoso después de la comida, se suministrará pagándolo solo aparte por un moderado precio.
Así lo relataba el Correo, Periódico Literario y Mercantil del 28 de mayo de 1830.
Cada día se puede acreditar las ventajas en estos establecimientos de las diligencias, lo útil sería un carruaje que hiciese periódicamente los viajes Bilbao a Vergara y viceversa, por las ventajas y comodidades que resultarían ya que los que quieran pueden dirigirse a Francia.
Aprovechando en ese punto del correo de la diligencia a Madrid, así se aprovecharán la temporada de baños en la provincia de Guipuzcoa.
Se piensa que la diligencia puede salir de Bilbao a Vergara los jueves y domingos por la mañana y de Vergara a Bilbao, lunes y viernes a las cuatro de la madrugada.
Los viajeros pagarán 70 reales de vellón, con su billete numerado, los niños menores de doce años la mitad, los menores de seis años una tercera parte del billete y los de pecho no pagaran nada.
En el balneario de Cestona tomaba las aguas el pretendiente Don Carlos por esos años ya que tenía la corte en Durango.
En el año 1846 Ricardo Federico era el médico del balneario, además era publicista y literato.

Llega el verano y los calores a Madrid y se cierran los teatros, los salones, las sociedades recreativas y el Congreso, la buena sociedad de Madrid se dispone acudir en tropel a San Águeda, Biarritz, Cestona, Pirineos, en San Sebastián ya se esperaba la visita de Isabel II para pasar la temporada estival y disfrutar de ella.
Desde todos los puntos de las provincias Vascongadas, acuden a los balnearios, todos los asientos de las diligencias están tomados y se preguntan ¿Cuando se sustituirá este medio de locomoción por los caminos de hierro? que nos ponga en contacto con Europa.
De Barcelona a Mataró ya funcionaba en el año 1848, pero hasta 1856 a 1858 no llegaría este medio de locomoción al resto del país.

De justa celebridad goza el magnífico establecimiento por las prodigiosas virtudes de sus aguas medicinales.
El agua medicinal de Cestona es limpia e incolora, sin olor, de sabor salado, ligeramente amarga que la hace parecer un poco más salada, cuando se enfría de untuoso al tacto.
Muy eficaz en los desarreglos de digestión, dolores de estómago, cólicos,obstrucción visceral, hipocondría, reumas musculares, fibrosos. El médico-director en junio de 1844 se llamaba José Salgado.
Dos años después se había establecido un servicio desde Madrid a Bilbao y de Bilbao a Bayona, en góndolas de 15 asientos. El servicio de Bilbao a Bayona es de día y medio con descansos al medio-día y a la noche, en los acreditados paradores de Vergara y Astigarraga.
También hacía otros recorridos Bilbao a Valmaseda y desde Vitoria a Cestona y Deva y San Sebastián a Cestona.
En el mes de agosto de 1848, la playa de Deva está considerada como una de las mejores de España y proporcionalmente a su extensión está mas concurrida que la de San Sebastián.
Deva es un pueblo mucho más económico que la capital, circunstancia nada desdeñable en esta época de crisis monetaria.
Ofrece todas las cualidades que requiere un bañista delicado y se hace una verdadera vida de campo, tanto las señoras como los hombres hacen sus visitas a la playa. Expediciones a Motrico por la ría y se utiliza el salón del ayuntamiento para actos sociales a los que acuden el bizarro general Francisco Lersundi Hormaechea, el que tiempo después sería ministro de la guerra y de marina. El general acudía a la cita estival con su esposa, tenían una casa palacio en Deva y al morir allí reposan sus restos.
Los bañistas alaban sus alimentos, sus vistas pintorescas y la simpatía y el carácter de sus gentes.
Pero hay una cosa que lamentan la constante humedad de la atmósfera y las continuas lluvias que enfrían el entusiasmo de la gente para zumbullirse en el agua.
Hay otra referencia de Deva ahora del año 1853




Dibujo antiguo del Balneario de Cestona
de la Biblioteca Nacional de Madrid

El dueño del balneario de Cestona era del marques de Villalegre y San Millán, el matrimonio toman las aguas en él, con variados tratamientos para distintas dolencias: Atonía del canal digestivo, hemorragias, catarros crónicos de la vejiga, diarreas antiguas.
Su médico se llamaba Justo María Zavala y el establecimiento es bastante capaz y tiene hermosas y cómodas habitaciones bien amuebladas, un salón de recreo con piano y algunas otras distracciones.
En el año 1861 había tres edificios de hospedaje y una de ellas era nueva con baños de agua dulce en el piso de abajo con un costo de diario comprendido entre 14 a 20 reales diarios.
El 18 de agosto de 1894 don Pío Baroja tomaba la plaza de médico de Cestona.
Muchas personajes de la época pasaron por el balneario, el general Ramón María Narvaez, José Luis Sartorius y Tapia(conde de San Luis), Juan Prim Prats(marqués de Castillejos).........

Por los año 1865 y 1870 ya se hablaba de una aldea con 1359 habitantes, con cuatro buenas fondas y de entre ellas sobresale la de Cipriano de Urquiola donde se congrega lo mejor de la sociedad bilbaína.
Por 24 reales diarios todo incluido, con la limpieza y pulcritud proverbiales de las provincias Vascongadas, mesa de billar, colchones de muelles en las camas, servicio de café y licores, tan exquisitos como los de cualquier gran población.
Había otros baños en toda la geografía española que también comenzaban a ser famosos: Alhama de Aragón, Fitero, Arnedillo, Trillo, Elorrio, Santa Águeda, Baños sulfurosos de Aramaiona, Zaldivar.......

En el mes de julio de 1879 saltaba la noticia en los periódicos, la temporada casi no ha empezado y la afluencia ya es numerosa y distinguida.
Acuden personas muy respetables la marquesa de San Millán y Villalegre, la familia del brigadier Mogrovejo y su simpática hija, el conde de Macha, la condesa de Vergara y Malibrán con su familia, el intendente Togores muy devoto de estas aguas, el conocido banquero Hector, la señora generala esposa del general francés Lefebre Desnuettes que viene de París en busca de salud, las que en estas aguas encuentra. El conocido naturalista Hidalgo puntual a la cita temporada tras temporada.
En el año 1878 han hecho reformas, mejorando el servicio de mesa, mobiliario de las habitaciones, haciendo más agradable la estancia.



vista antigua del Balneario de Cestona

La temporada estival de 1880 en Cestona promete ser magnífica, mas de ochenta bañistas sin contar con los que se alojan en las casas vecinas y siguen con fe ciega al doctor-director Balbino Quesada Agius, era médico y escritor(nació en Segorbe en 1843 y murió en Málaga en 1904) y esperan salir de este pintoresco valle buenos y sanos para siempre. El doctor Quesada fue el médico de muchos balnearios a lo largo de su vida, repartidos por toda la geografía española.
Pero entretanto los huéspedes procuran darse la buena vida, como en Cestona no faltan comodidades, este año la concurrencia de gentes es más numerosa y agradable.
Las excursiones son muy placenteras, paseamos por la ría de Zumaya, expediciones por los caseríos de los alrededores y pueblos que los circundan.
Partidas de tresillo y otros juegos igualmente inocentes, un baile de toda confianza por las noches en el espacioso salón de la fonda hacen que las horas pasen sin sentir.
Mucha gente importante, no podemos citar a todos, la condesa de Calderon, el respetable pintor Plasencia, el ex-diputado por Navarra señor Echevarría, el señor León Llerena, Tagores, el señor López magistrado de Sevilla, a los conocidos oradores sagrados  Cafranga y Cardona, al señor arzobispo de Sevilla, nuestro querido amigo Pedro Egaña que reside desde hace cuatro años en Cestona y que contribuye con su conversación instructiva  y amena a la franca y cordial alegría que reina entre los huéspedes de este establecimiento balneario.





Grupo de agüistas a las puertas del balneario en el año 1922
del Archivo la Biblioteca Nacional de Madrid.

LOS AGÜISTAS
Pertenecen a un grupo social de familias que toman las aguas en balnearios desde principios de junio a setiembre y que por general son clase acomodada.
¿Quién va a Cestona, quién a la Burunda(Navarra), quién al Molar?.
Hasta fines del reinado de Fernando VII, no se salía de Madrid por placer más que aquellas familias opulentas que tenían alguna quinta por las cercanías de Madrid o algún cigarral a las afueras de Toledo y estas eran pocas, pero ya en plena regencia de María Cristina es cuando se verifica una revolución en las costumbres españolas.
Había quienes en el verano se aventuraban con la familia en las Provincias Vascongadas.
El escritor costumbrista de Madrid Ramón Mesonero Romanos, "En los aires del lugar" habla de los que abandonan la capital por razones de salud y van a tomar los baños a Trillo, Sacedón, Solar de Cabras.
La reina Mariana de Austria, esposa de Felipe IV de la dinastía de los Absburgo acudió a Sacedón(Guadalajara) a tomar las aguas.
Otro Borbón Carlos III acompañó a su esposa María Amalia de Sajonia a Sacedón para tomar aquellas aguas y procurarse una venturosa preñez y lograr el deseado heredero.
Hicieron el viaje en agosto, seco, polvoriento, fue una marcha insoportable y el rey le dijo a su caballerizo: De este viaje vamos a salir todos preñados menos la reina, también Isabel de Braganza segunda mujer de Fernando VII acudió a la cita por el mismo motivo.
Otro lugar al que acudían los madrileños dolientes era al  Molar buscando las propiedades curativas de la Fuente del Toro. La diligencia era la que iba a Torrelaguna. 
A mediados del siglo XIX ir al Molar era una empresa difícil , por las incomodidades de la estancia y el elemento indígena se complacía en molestar a los agüistas y les cantaban esta delicadísima copla:   

YA SE VAN LOS CARRACOS
DEL BEBEDERO
SIN SALUD, SIN ZAPATOS
Y SIN DINERO.

En Madrid el problema de los balnearios estaba mucho mejor resuelto, en el año 1850 había en Madrid veinte casas de baño.
La Estrella en la calle Santa María.
La de Oriente en la plaza Isabel II.
Los Cordero en la casa del mismo nombre, calle Mayor,41.
La de Capellanes en el número uno de la misma calle. Los Hortaleza en el 14 de esa calle, Santa Bárbara, los de Zárate calle Vallencia tres.
San Isidro donde el famoso pozo del santo.
En la calle Mayor estaban los de Jesús y María, los de Flora, los de la Madera, los de Recoletos en el paseo de su nombre...................
De todos estos solo quedan los antiquísimos de la calle Jardines que tienen tres siglos de existencia, los de Oriente y los de San Felipe Neri estos reciben el agua de la laguna subterránea de la Plaza Mayor y de los célebres Caños del Peral.
En los barrios populares son los sitios donde la higiene pública pública ha estado siempre mas descuidada.
Los de la calle Valencia se abrieron a mediados del siglo XVIII y los de Mediodía Grande se fundaron en el 1800.
Todo esto nos lo cuenta el escritor, periodista y cronista de Madrid Pedro Repide(1882-1948).

En aquellos años de mediados del siglo XIX había balnearios extranjeros que estaban de moda y que eran del agrado del bello sexo, Plombieres- Les Bains, Baden-Baden, Marienbad, Karlovy Vary, Cotteret, Spa en Valonia.
Años después doña Emilia Pardo Bazán, relata en La Época el 18 de enero de 1882 sobre el aspecto que ofrecía el balneario de Vichy: Infundía infinita tristeza, aquellos días de octubre el aspecto de Vichy. Hojas caídas por el parque, tan animado siempre, se veía solitario, solo algunos agüistas tardíos, enfermos de veras, paseaban por la acera de asfalto, henchida ayer del roce de ricos trajes y del rumor de alegres conversaciones.
Nadie ya se encargaba de recoger el amarillo tapiz de follaje porque Vichy tan peripuesto y adornado en la estación de las aguas, se torna desastrado y puerco, no bien le vuelven la espalda sus elegantes huéspedes del estío.

En mayo de 1849 Pascual Madoz visitó el balneario de Cestona, el político español del partido progresista y autor del famoso Diccionario Geográfico, Estadístico e Histórico de España.
En un  libro de Francisco de Paula Madrazo, titulado una Expedición por Guipuzcoa, habla y detalla los establecimientos balnearios de esa provincia editado en verano de 1848, Francisco era periodista, taquígrafo y publicista.

Un corresponsal desde Mondariz, relata la estancia del general Manuel  Cassola Fernández que luchó contra los insurgentes en la guerra de Cuba en sus inicios.
Andaba por el balneario de Mondariz  como cualquier mortal y se sienta con los grupos de agüistas, conversa largamente con ellos, toma parte en los pasatiempos de sobremesa y hace un sencillo vivir, julio de 1887.
En los periódicos del siglo XIX en ecos de sociedad se citaban a los señores y familia que regresaban o marchaban a tal o cual balneario.
A los agüistas se los retrataba en las comedias costumbristas de la época, como la chistosa comedia en tres actos titulada:Los Agüistas que era una sátira de esa clase, su autor un escritor catalán llamado Serafin Pitarra.



El  balneario de Zaldivar se fundó el año 1844 por el Conde de Peñaflorida
José María Munibe y Aranguren, Manuel María de Gortazar lo heredó de su tío
Victor Munibe, el balneario y el hotel, con un hermoso jardín.
Tuvo sus años de esplendor y decadencia donde tomaron las aguas lo más selecto
y granado de la sociedad vasca y forasteros.
En 1924 se vendió a la Diputación Foral de Bizkaia, para construir el actual Hospital
Psiquiátrico.



En artículos periodísticos como el titulado "Las benditas ánimas" habla de los agüistas: No vaya alguien a figurarse que nos referimos a los Agüistas, por mucha pena que les tengan, allá cada cual con sus respectivos achaques hepáticos y gástricos nada de eso, los enfermos de Mondariz al menos mientras dura el buen tiempo, son ánimas regocijadas y más que blindarse contra las dolencias vienen aquí a pegar brincos en el salón, beben excelente leche de vaca y a entonar cantigas sentimentales.

También bebían primero los frascos y después las botellas de litro de su agua mineral.
Los bañeros, uno de cada sexo y el bañero mayor eran responsables de las faltas cometidas por los enfermos o empleados del mismo.
Exigían la papeleta médica y del director, para el uso del agua de baño.
Los bañeros ya estaban a las cinco de la mañana en el balneario y cumpliendo las órdenes del médico, hasta bañarse el último paciente.
A las dos tenían que personarse para atender igualmente a los pobres, no pueden abandonar el servicio, ni ir en busca de los bañistas.
Se encargaban de la limpieza de piscinas, desagües, fondo paredes, su trabajo terminaba a las cinco de la tarde.



Comedor del balneario de Cestona
Archivo Gure Gipuzkoa

En un establecimiento 
donde el agua sulfurosa
cura el noventa por ciento
con su virtud prodigiosa,
y si al instalarse en él
dieran con virtudes tales, 
al par que las de la piel
las afecciones morales.

Hallarán curación
de tan triste enfermedad, 
muchos bañistas que son
tontos de solemnidad.

Aquí tengo bien a mano
a la viudad del maestre, 
sin bulto, divieso o grano
que una dietásis nos muestre,
y aunque hace con gran cinismo
necio alarde de neurosis,
sin pinta de escrofulismo
o de herpe o forunculosis.

Imitando a las señoras 
que hacen del capricho un mar,
traga azufre a todas horas,
de una manera bestial.

Su esposo fue escribano
que se comió la partida
y se murió bien sano.

Por pasar a mejor vida
que la que en este planeta
hubo el pobre de tener
con la costilla o chuleta 
que Dios le da a roer.

¡Que mujer! del diablo es copia
Tuvo el notario razón, 
al extender su propia
partida de defunción.

En el campo y en la mesa 
donde quiera se distingue
y como es atroz de gruesa, 
con el calor suda pringue
que entre polvos y pintura,
en arroyuelos se pierde.

Denunciado  la impostura
de esta vieja verde
que echándose de rica
por ver si algún pollo pesca.
Rostro y pelo falsifica
mintiéndonos como carne fresca.

En el salón por la noche
tiene a todos aturdidos
haciendo gala y derroche
de alhajas y vestidos
y baila si hay quien la baile
y la obsequie de algún modo
y le hay siempre ¡Vaya si haile!.
Porque hay hombres para todo.

Yo formulo mi protesta
en estilo liso y llano,
contra mujeres como esta,
la viuda del escribano.
Eduardo Bustillo, en el Madrid Cómico del 27 de julio
de 1889.

En el año 1853 se habla del veraneo en Deva:
Siguiendo la costumbre de los que hacen estancia en Arechavaleta, Santa Águeda y Cestona se trasladan a una de las playas del Óceano Cantábrico precisamente a visitar algunas de estas playas de la costa, entre Zarauz, Lequeitio, Portugalete, San Sebastián y la elegida en este caso es Deva que está a cuatro leguas de Vergara y cerca de los baños de Alzola.
Dice un periódico de la época que la elegancia madrileña marchó de San Sebastián, por las ridículas 
pretensiones de las patronas, que habían alejado a los antigüos huéspedes.
Las señoras que quieren hacer alarde de boata y lujo acuden al áspero desierto sembrado de rocas que es Biarritz, allí tienen la satisfacción de estrenar vestido por día y de ostentar sus manteletas de encaje, lucir sombreros de plumas y chapurrear francés, asistir a los bailes de Ville Eugenie.

La villa de Deva comenzó a ser frecuentada por los turistas en 1840, gran variedad de tipos se observan en los baños de mar.
La clase elevada y media de la sociedad confraternizan instantáneamente.
Horas destinadas al baño, al paseo y excursiones por mar y por tierra a Motrico, Cestona....
También a criticar o admirar los trajes o sacos de los bañistas y la buena o mala disposición para la natación, también se cuentan historias verdaderas o falsas de los cafés de Madrid, el Suizo y la Iberia.
En Deva desde el humilde labrador a la persona más acomodada se esmeran en complacer al forastero.
Hay tres días al año en que se ve a Deva llena de entusiasmo, son las fiestas de San Roque con misa, procesión, novillos y baile. Viene mucha gente de los pueblos cercanos. Estos días la dulzaina y el tamboril
no deja de tocar estos días hasta la madrugada.

*LOS BALNEARIOS y los bilbaínos.
Eran un gran recurso de la juventud y gracias a él podíamos conocer a las muchachas de nuestra edad, con más libertad que durante la estancia en Bilbao,lo de verse y hablar era mucho más difícil en la ciudad, así que llegado el verano todos teníamos la necesidad de ir a tomar las aguas o baños a Zaldívar, Elorrio, Villaro y Arteaga en termales y en Santurce. Portugalete, Las Arenas, Algorta y hasta Plencia, era el desquite de la invernada muda.
La familiaridad de la vida en los establecimientos, los paseos, excursiones diarias, había siempre un salón o centro de reunión y por la noche había alguna diversión.
Recuerdo algunos años antes en Deva donde el salón de espectáculos era el ayuntamiento y vino a una de esas veladas el famoso bardo Iparraguirre, cantando ayudado de su guitarra.
Después de las veladas había baile, los rigodones, mazurkas, polkas y valses.
Zaldivar era más moderno y aristocrático, hacía poco que el caballero don Manuel María de Gortazar lo había renovado y puesto a la última moda.
Villaro y Arteaga eran más antiguos y populares, pero muy frecuentados. En Villaro eran famosas sus aguas sulfurosas, curaban las limonadas de chacolí.
Después de la temporada de Villaro, hacíamos excursiones a otros balnearios y otras fiestas como Zaldivar o Marquina.
También las playas tenían sus salones, en Portugalete el viejo balneario de madera, salón de reuniones y piano, centro de tertulia y baile de la colonia veraniega.
En Santurce, era una ancha explanada de cemento en las peñas que suplía la arena, Lo Liso.
Allí estaban las casetas muy cerca de la fonda de don León, que tenía casa de baño en los bajos.
La famosa nadadora doña Dorotea Aburto Basterreche que era viuda del comerciante Wenceslao Andersch, la pareja se casó en Santiago el 18 de abril de 1863 y esta señora allí se ejercitaba, además de esto era famosa la pesca de quisquilla con las chicas.
Así nos lo recuerda José de Orueta en su delicioso y evocador libro "Memorias de un bilbaíno".*





Balneario de Urberuaga

ALGO SOBRE LOS BALNEARIOS DE BIZKAIA
En enero de 1793 el doctor Juan Francisco Aranguren, médico titular de Bilbao recomienda a la súbdito francesa Enrica Becdelieure, tomar las aguas minerales frías en la isla de Ibaizabal(Bilbao).
En la carretera entre Markina y Ondarroa donde hoy esta totalmente arruinado y abandonado existió un balneario llamado Aguas minero medicinales de Urberuaga de Ubilla. (Aguas bicarbonatadas-nitrogenadas).
Hacia el año 1802 se descubrió este manantial y sus propiedades curativas.
La Gaceta Médica en abril de 1848 solo citaba en Vizcaya el balneario de Elorrio.
En el año 1869 se construye el edificio que albergará el balneario. Forman una sociedad los hermanos Pedro, José y Antero Aguirre Sarasua.
A este balneario en 1870 se le considera el nuevo Panticosa, a 39 km de la estación del ferrocarril de Zumárraga.
La diligencia de Zumárraga hacía transbordo en Elgoibar camino del balneario en Marquina.
El tren en aquellos años salía de Madrid hasta Zumárraga.
Don José Aguirre Sarasua figura como director del balneario, vivía en Abando y tenía que hacer frecuentes viajes a Bilbao en su coche tirado por caballos y se queja de que tiene que pagar el pontazgo de Achuri y el de el puente del Arenal para llegar hasta su casa, lo que considera que con un solo pago era suficiente.
Don Hilario de Uncilla Azurmendi licenciado en medicina y cirugía es el director médico del balneario y es detenido por los liberales, le sustituye interinamente el doctor Francisco Corcóstegui hasta la total liberación de don Hilario, en el año 1876.
Las aguas de este balneario curan todas las afecciones del aparato respiratorio, vías urinarias y de cálculo, las enfermedades de la matriz y otras del bello sexo.
En el año 1908
 el director médico se llamaba Amalio Gimeno.

EL MUNDO DE AYER
En aquellos años en Urberuaga no se bailaba el chotis en su salón, pero si  el vals Boston, con paso largo y arrastrando el paso que resulta tan elegante y algo de mazurcas, polcas cerrando el final del baile con galop final.
El rigodón siempre lo presidía Amalio Jimeno que durante tantos años fue director del balneario y su pareja sin discusión era María Aguirre Sarasua, prima de los dueños.
Entonces la señoras vestíamos mucho y muy alhajadas para presentarnos en el comedor y por la noche en el salón nos ofrecían el brazo invitándonos al baile, cuidando de dejarnos en nuestro sitio, dándonos las gracias al terminar la danza.
Los sábados íbamos a Marquina para oír la La Salve que los Trinitarios acostumbraban a cantar.
Hacíamos unas encantadoras excursiones por Deva, Lequeitio, Ondarroa, dando escolta a las damas que iban en un break que era un coche de caballos abierto y con cuatro ruedas, usado para las excursiones.
Por setiembre al cerrarse el balneario era costumbre que las sirvientas del balnearios nos bailaran un Aurresku, sacando ellas a bailar a los bañistas.
Solían acudir al balneario algunos bañistas bilbaínos de un enorme buen humor que animaban aquello considerablemente y aveces se dio una novillada delante de los arcos.
La exquisita comida servida en el balneario y corría alegremente el champagne, todo esto resultaba muy agradable.
Acompañaba al grupo el dueño Rafael Alonso que a pesar de su seriedad alternaba con sus amigos y paisanos.
Había entonces restaurantes decorosos donde podías comer por tres pesetas y comer a lo grande en el primitivo restaurante de Nicolasa, con vino, café y licores en la ciudad veraniega de San Sebastian por menos de tres duros relucientes de plata.
La sociedad había hecho culto de la cortesía y elevado a código la educación, no había ni radio, cine o televisión, la gente vivía unida por el vínculo amoroso del hogar.
En Madrid , la vida fácil de severas costumbres matriarcales, normas hogareñas, tranvías tirados por mulos, simones y manuelas arrastrados por malparados jamelgos que terminaban su doctorado en el coso taurino.
Así lo escribió Luis Martinez Kleiser García, en el ABC EL 13 de marzo de 1963.
Era jurista, folclorista y escritor, fue teniente alcalde de Madrid. Nació en Madrid 1883 y murió en Madrid en 1971.


FIN
Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Madrid.
Archivo Diputación Foral de Bizkaia.
Liburuklik.









No hay comentarios:

Publicar un comentario