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viernes, 28 de febrero de 2025

CARMELO LARREA Y JESÚS FERNANDEZ




ANTONIO LARREA A LA IZQUIERDA Y JESÚS FERNANDEZ.
Foto de el Correo.

 


"MIENTRAS EXISTAN EL AMOR Y EL ROMANTICISMO, SE ESCUCHARAN NUESTRAS CANCIONES."


CARMELO LARREA

Nació en Bilbao el 16 de julio de 1907 en la curva de Elorrieta, cursó disciplinas muy diversas: Comercio en los Escolapios y Música en la Sociedad Filarmónica, su profesor de órgano fue Jesús Guridi.
El maestro Guridi dirigía unos coros infantiles y con él empezó a cantar.
Venía de una familia humilde, de estudiante trabajó en una casa de venta de "Bicicletas Morales". Hizo también apuntes con dibujos taurinos.
Trabajó en varios circos, con otros muchachos que tocaban piano, violín y concertina, debutan en San Sebastián en el circo de los Hermanos Carrey, pasan por Madrid y Barcelona y luego en los circos Corzana y Feijoo.
Carmelo comienza a trabajar en algunas orquestas y vuelve con el grupo, en 1936 al estallar la guerra queda disuelto el grupo, les sorprendió en Jerez de la Frontera, Carmelo deja el circo definitivamente. Hay constancia de que actuó en el Circo Amateur del Club Deportivo, de clow con el nombre de Polito.
El servicio militar le toca en Sevilla en la banda, toca el saxofón en el barrio de Triana de Sevilla. En esta época comienza a escribir música, animado por sus amigos.
En el año 1941 escribe Noche Triste, que la estrena Antonio Machín en Sevilla, obteniendo un gran éxito.
Larrea no cesa en su producción musical, con nuevas canciones: Las doce en punto, Un año más y el pasodoble No te puedo querer.
Se desplaza a Madrid, donde vive en el Hotel de la Marina de la calle del Carmen y trabaja en la orquesta Alazán.
Animado por un amigo escribe una canción para un festival musical, con la canción Soledad que después pasó a llamarse Dos Cruces, esta canción fue un gran éxito aparece en muchas películas en la banda sonora.
Siguen los éxitos Camino Verde, escrita para que la cantara Angelillo, se traslada a América, recorre muchos países durante nueva años y regresa a España, más tarde va a Londres y se incorpora a la orquesta de un barco de Israel que hace cruceros turísticos.
Su célebre Dos Cruces, con el estribillo "Están clavados dos cruces" sonó por todo el mundo y hoy en día aún se la puede escuchar.


PARECE SER QUE CUADRO QUE SE VE PERTENECE A LOS PRIMEROS
PANCHOS, Foto de el Correo

DOS HOMBRES Y UN BOLERO
Antonio Larrea y su amigo Jesús Fernández siempre han tenido alma, corazón y vida de bolerista.
Se conocieron hace treinta años afinando una bandurria, cuando en Bilbao se cantaba mucho y bien, tanto que en los bares se podía leer un cartelitos que decía: "Se prohíbe cantar mal".
Entonces el canto era un antídoto contra todo, contra las penas y las carencias, contra la pobreza y la enfermedad, contra el desamor, contra un presente gris y con un incierto futuro.
Se cantaba a beneficio de los tuberculosos, se cantaba al oído de una muchachita para arrancarle una sonrisa o un beso.
Se cantaba en el bar con los amigos, se entonaban canciones de amores y desamores, se cantaba desde el sentimiento, por encima del tiempo y del espacio que todo lo destruye, menos el bolero.
Antonio y Jesús debutaron en el año 1955 como los Cubancheros, formando un trío junto a un amigo ya desaparecido con Alma, corazón y vida, No me ofendas y Llévame, en uno de aquellos festivales benéficos que traían a lo más granado a cuantos aspiraban a ser como Los Panchos.
Muchos fueron los llamados para tan loable intento, pero solo ellos resultaron elegidos, dando sentido a ese viejo refrán: Vuestros defectos y también vuestras virtudes serán de vuestros imitadores.
Convertidos en los Príncipes año 1963 y más tarde los Canoros 1965-1969.
Antonio y Jesús versionaron con impecable destreza más de cincuenta boleros de los mejores de los Panchos, los inolvidables Chucho Navarro, Hernando Avilés y Alfredo Gil, luego hubo otros Panchos pero estos fueron los genuinos, los verdaderos Panchos. Cuando en el año 1956 actuaron en Pumanieska de Bilbao.
Alfredo Gil lo dejó en 1980 y Rafael Basurto fue la última voz de los Panchos.
Éramos un dúo y cantábamos como un trío, supliendo uno de nosotros la tercera voz.
Tuvimos que dejar de llamarnos los Príncipes, porque había otro grupo con el mismo nombre, entonces el locutor Antonio de Rojo nos bautizó como los Canoros, dentro de su programa Feria en la Radio.
Fue un año prolífico de actuaciones y festivales, José María Iñigo presentaba en el cine San Vicente a los Panchos Bilbaínos, que seguidamente cantaron "Aguanta Corazón".
Antonio y Jesús se han prodigado en las cárceles, hospitales, asilos, manicomios, salas de fiestas, circos y teatros.
Llegamos a actuar hasta para un obispo, a quién le cantamos "El Pecador", un tema muy propio para la ocasión, que dice así: Reconozco Señor que soy culpable, se que fui un pecador imperdonable, quizá fue una forma inconsciente de pedir la absolución".
Bromean y añoran aquellos tiempos del bolero, en cierta ocasión Jesús emocionado con los aplausos, entre reverencias, inclinaciones de cabeza y otros agradecimientos desapareció del escenario. Había ido poco a poco retrocediendo hasta caer por un hueco abierto entre bambalinas.
Dura era la vida del artista y estrecha la calle del bolero por la que transitan Antonio y Jesús, cuando cantaban aquello de "Aguanta Corazón", mientras afinaban las guitarras y se ajustaban las pajaritas, para salir luego a escena de un improvisado camerino y salían como auténticos príncipes, como lo que eran.
Tuvieron la ocasión de pasar al profesionalismo, pero ellos ya llevaban el bolero pegado a la piel, como la hiedra va pegada al camino.
Hay ciertas cosas que solo se pueden cantar por amor o por caridad, nunca por dinero, porque entonces es mejor darse la media vuelta y partir con el sol cuando caiga la tarde.
Por amor acaban de grabar una cinta desempolvando sus viejas canciones y por caridad conservan la medalla que se les concedió en el año 1972, la Cruz de Beneficencia por su actuación con los componentes del Circo Amateur del Club Deportivo de Bilbao.
Se las entregó la entonces alcaldesa Pilar Careaga.
José María Iñigo se cruzó en sus vidas, este joven inquieto estudió en el Colegio de Jesús y María, vendía almohadillas en San Mamés para sacarse unas perrillas, soñaba con ser jugador del Athletic.
Con 14 años trabajaba en una empresa de material eléctrico, fue botones y traductor en una librería de la calle Gran Vía.
Con quince años se puso delante de un micrófono en Radio Bilbao, los viajes a Londres le enseñaron de la música que se hacía en el mundo y vino con el inglés perfectamente hablado.
En aquellos años Londres era la capital de la música y en España fue un personaje de la música con mucha influencia, llegó a tener hasta quince mil discos y murió en el año 2018.
Carmelo Larrea muere en febrero de 1980 a los 72 años de un infarto de miocardio, en Madrid vivía en la calle Ferrer del Río durante los quince años de su estancia en la capital de España. 
Estaba casado con Josefina Requilón, el matrimonio no tuvo hijos.



LARREA Y SU MUJER.


FIN



DEDICADO A LA MEMORIA DE JOSÉ MARI LARREA, CARMELO ERA SU TÍO POR EL QUE SENTÍA UNA GRAN ADMIRACIÓN POR ÉL.
DOS HOMBRES Y UN BOLERO DE ANTXÓN URROSOLO, EN EL CORREO 23 DE FEBRERO DE 1991.
HEMEROTECA DE EL CORREO.

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