TERE LA TOPOLINO:
En el año 1987 le dan un homenaje a Tere "La Topolino", es una de las supervivientes de aquella gloriosa Palanca, que fue refugio del señorito, del artista y del obrero. El homenaje fue en el cine Gayarre, durante el Aste Nagusia bilbaíno.
Tere nos dice, menos subir en globo ha hecho de todo en la vida, ha arreglado los bajos a tipos que fuman puros envueltos en billetes de mil. Los hombres son como niños cuando están en calzoncillos.
Hoy puede decir alto y claro, que como Manolete y Charlot en lo suyo fue la mejor. La genuina rectora de una casa de niñas de Bilbao.
Yo empecé en casa de Raquelin, una casa de señoritas de mucho postín, en la calle Arrabal número once de Santander.
Con catorce años me escapé de una familia que me había sacado del Hospicio de San Antolín de Palencia, cuando murieron mis padres.
Me fui por dos motivos, unos sobrinos de mis tutores se pasaban el día llamándome "hospiciana" y sobre todo por aquel hombre que me salió un día al camino y me violó entre un montón de piedras.
Y si me preguntas ¿Quién era? ni idea.
Tere perdió su nombre y su honra con 13 años, cuando iba para modistilla.
Marchó a Santander para engrosar en la fina yeguada de doña Raquelin.
Un día estaba sentada, entre terciopelo rojo y quinqué, cuando se le acercó un señor muy elegante y me apuntó con el dedo y dijo "esta".
Era un abogado muy conocido de Santander, apodado "Lengua de Vaca" y después me largó veinte duros, ¡fíjate veinte duros antes de la guerra!.
OJO PIEDRA Y AMPARO "LA MARRANA"
La Marrana, era una mujer bandera, estilo Gilda que dejaba derrotados a los hombres en los casinos y que se solía pasear por el Paseo de Pereda, en agosto con un abrigo de visón.
Así le apodaban porque un día no quiso hacer un servicio, a un señor muy importante que le había invitado a una cena opípara.
"Yo voy con quién me da la gana y cuando me da la gana" y le dijo te lo devuelvo todo y vomitó la cena allí mismo, se levantó y se fue.
Solía pasearse los domingos en un coche descapotable con arranque de manivela, hizo carrera y se casó con un marqués que la retiro del oficio.
Tere dejó su nombre enterrado en Cervera de Pisuerga, pero lo de "Topo" no le viene de los 30 años de clandestinidad, ni de maqui del amor. El tercer hombre al que conocí, tenía un Topolino (coche de aquella época). Yo siempre fui muy delgadita y con una cintura de avispa.
Aquél señor me sacó de la casa de Ojo-Piedra y me dio cinco duros diarios y me llevó a una pensión, un día cansada cogí la puerta y me marché.
En la Casa Margot
Cayó en Burgos, donde Margot y Sarita que era una casa muy fina y de mucho nombre, especializada en supernumerarios, catedráticos de instituto y militares de alta graduación, también gente del mundo casto en general.
De Margot me impresionó un genuino brillante que le rebozaba el colmillo cada vez que sonreía.
Y me dije, cuando sea Madame me haré uno igual, pero eso fue muchos después al llegar a Bilbao, se lo hizo un dentista de la calle San Francisco.
Cuando llegué a Bilbao, le dije al taxista "Lléveme a una casa de chicas de mucho postín" y en poco más de cinco minutos estaba cruzando el portal de la calle Bailén, 27.
Era un lugar muy serio, regentado por doña Manolita, era tan recta que si se enteraba que alguna de las chicas había subido hasta la calle de Las Cortes, donde todo era mucho más vulgar, la dejaban castigada sin postre.
Con el tiempo se fue haciendo un nombre y montó un "Meublé" comme il faut" y así empezó su leyenda.
Que quieres que te diga por mi casa a pasado lo mejor de la sociedad, yo siempre he conocido a un señor, por la corbata y los zapatos.
Cuando venía un padre con su hijo a estrenarse, yo le ponía una chica de confianza.
Pueden dormir tranquilos todos mis clientes que yo no suelto prenda, me llevaré sus nombres a la tumba, como ellos se llevaron mis besos.
Puedo distinguir a una señorita del oficio, de una verbenera barata, basta con fijarse en tres cosas, en la manera de pedir un taxi, la forma de ir a la toilette y en la manera de comer.
Yo siempre intenté enseñar a las niñas estas tres cosas, para que sepan ir por la vida con la cabeza bien alta.
Ella alegró las noches más hermosas de Guillermo Marín, Antonio Vico, Ricardo Zamora, los goles de César, Ramallets, Biosca, Kubala y de algunos futbolistas del Athletic.
Las madrugadas más íntimas de tanto señor de buen zapato y mejor corbata.
Fue dos veces millonaria, porque nunca puso un macarra en su vida y mis niñas lo tenían prohibido.
Se arruinó otras dos veces, por el desamor de de aquella "paleta" con la que compartió durante 14 años, su hacienda, su corazón, su alma y su vida.
Fue una locura de amor, lo puse todo a su nombre y me robó lo que tenía, la salud, el corazón y los bienes. Fui un cadáver durante siete años, en los que anduve sumergida en el alcohol, me sentía como un animal herido y quise morir.
Tuve tres infartos, una cirrosis, pero estoy viva.
Parece un bolero, si tuviera una segunda oportunidad lo volvería mil veces a ser lo que fui, porque yo he pasado por la vida dejando huella.
Soy la "Topolino", nunca tuve un chulo y no tengo ni doble, solo dos perritos y un loro que me quieren.
Soy irrepetible ¿Qué pasa?.
Y ahora se ve al final de su vida, con que su casa en la que vive Cantalojas ocho, se la han declarado en ruina para ser derribada. Solo pide para el final de sus días un pisito gratis al Gobierno Vasco.
Igna Gómez Pérez, es un travesti nacido en Cádiz que canta saetas en la Semana Santa en la Palanca y desgraciadamente esta tradición ya se está perdiendo. Foto del Correo |
El Nazareno no salió solo en procesión, le acompañó su madre para encontrarse con la gente más humilde de barrio.
El Lunes Santo recupera su espíritu de vieja tradición, el Nazareno siempre será el Nazareno, venga solo o acompañado, siempre será nuestro Jesús.
Lo dice Guadalupe Lima que es la propietaria del Marylin, uno de los clubes históricos de la Palanca, pegado al suyo está el Molino Rojo, el Gato Negro y el Bataclán.
La procesión sale de la Quinta Parroquia, por la zona alta de Hurtado Amézaga hacia San Francisco.
Los balcones engalanados y llenos de gente, lanzan rosas y claveles a su paso, más de uno intentó acercarse al Cristo, vestido con túnica de terciopelo con ricos bordados de oro y cíngulo.
Le quieren tocar la peluca, que está fabricada con las trenzas de algunas mujeres del barrio.
LA CALLE DE SAN FRANCISCO
La de comercios tan populares que había en esa calle, El Paraiso, El Abanico donde los bilbaínos por carnavales alquilaban sus disfraces, La Gardenia, La Tijera de Oro, Calzados la Palma, Muro, La Imperial, Singer, Barandiarán, la sastrería de militares de Goikoetxea, abuelo del Goikoetxea también sastre en Hernani, La Óptica de Facundo, la Hojalatería de Marcelino Ortega, el inventor de los bombos para los barquilleros, la Farmacia de Nicolás Unceta, esquina a Bailén, Miguelez con su famoso ungüento para quitar callos, llamado Callicida Miguelez, la de Manuel Unceta el actual propietario que ya tiene más de cien años en el número 51 de San Francisco, creada por Manuel Unceta y Urrengoechea.
Nos dice mi padre murió en 1979, mi abuelo estuvo al frente de la farmacia 35 años y mi padre 63 años.
Mi abuelo hizo la carrera de farmacia y después de comprar las casas 51 y 53 de San Francisco, se estableció en ambos números. En uno estaba la farmacia y en el otro el laboratorio.
Era la mejor farmacia de Bilbao y la más famosa, hay que tener en cuenta que la calle San Francisco era como la Gran Vía de la gente modesta.
En la farmacia se hacían cápsulas para la solitaria que se vendían en toda España y unos jarabes reconstituyentes de gran fama.
Tuvieron como clientes a Indalecio Prieto, que venía a comprar pomada para los ojos, al doctor Areilza, a Perezagua, Meabe, todos ellos socialistas y que tenían y tienen su Casa del Pueblo, en la calle San Francisco.Allí estaba el cine Vizcaya donde se representaban grandes espectáculos de variedades, en su decadencia este cine se llamó el "chegas", la clásica taberna de Valentín Heredia y el Royalti que fue café de categoría que luego fue degenerando, la transformación de Las Cortes y la calle de San Francisco, después de la guerra de 1914.
El popular estanco de La Vela y las tabernas el Pampero, la de Pedrito Lecumberri, el último torero vasco de a caballo, Amorrortu, Kololo, el Carrete, el bar de Coterillo
Hubo entretenidas tertulias, la del doctor Gallano, el doctor Valbuena famoso partero, Arróspide y otros muchos.
Esta farmacia conoció los tranvías de caballos, que luego fueron sustituidos por eléctricos y frente a la farmacia paraba el 8 que enlazaba San Antón con el Hospital de Basurto.
En esta calle tiene el honor de ver nacer, al doctor Areilza, Quintín de Torre escultor y el torero Martín Agüero.
*Decía K-Toño Frade, que hacía muchas horas que la noche se había enseñoreado del Botxo y allí en los barrios altos, las luces multicolores de los rótulos brillaban anunciando los lugares nocturnos de diversión, los que por entonces estaban autorizados.
Eran los años del estraperlo y del mercado negro.
Muchos se ganaban el dinero fácil y lo quemaban en la Palanca, fue una época de filfa.....
En aquél lugar y tras la barra de una de las más populares cafeterías "El gato negro", estaba un joven barman, un chaval de mirada viva, rubio como la cerveza, ingenioso y con modales que acentuaba su incipiente personalidad. Allí había un artista al que llamaban Koky.
Tuvo una limpia trayectoria como profesional de la hostelería, en el Mariscol y grill del Hotel Excelsior, hasta llegar al bar restaurante Koky, en la calle Hurtado Amézaga. Fue payaso con los Hermanos Vidal,
Ahora Koky jubiloso pasea con su dulce marcapasos, Catalina Salazar, que le ayudó y arrimó el hombro sin descanso y se llamaba Ángel Güenechea. Pasará por ser uno de los tipos más populares y simpáticos del Bilbao moderno.*
Anuncio de 1907, en La Gaceta del Norte
CAFÉ TUPINAMBA
Curiosa historia la de este café, en el año 1907 se estableció primero frente al cuartel de Garellano, en el número 29 de la calle San Francisco. Años después se estableció en Artecalle 24.
Puso de moda tomar el café en un mostrador y costaba quince céntimos.
Tal como se ve en el anuncio, vende café, tostadas, chocolate, té y azúcar
Se llamaba Francisco Coll, pero eran varios los dueños todos de la familia, Jaime y Francisca Coll Masvidal. Fue uno de los primeros bares donde se servía café en la barra del establecimiento.
Poco duró el Tupinamba de Artecalle,24 se cerró en el año 1908.
Pero Ana Vega Pérez de Arlucea, nos dice que el primer bar de Bilbao, fue en el año 1887 en la calle de La Estufa, 13 y su dueño se llamaba Alejandro Swete. Era un establecimiento de bebidas al estilo inglés y empezó a llamarse "bar", con un largo mostrador ocupando todo el frente de la lonja.
OTRAS HISTORIAS DE LA PALANCA
La prostitución en Bilbao era un lujo, pero todo cambió con la droga.
En el año 1980 en las Cortes había más de doscientos travestis y se ganaba mucho dinero.
Todo cambio en 1984, cuando empezó a entrar la droga.
Unos se enganchaban, otros murieron, hoy en día el 90% de la prostitución es extranjera.
Igna, es una transexual de 53 años que vino en 1978, para trabajar en un cabaret, trabajó seis años en el Bataclan, que en aquellos años era un mundo mítico, hoy desaparecido.
Las drogadictas cobran entre mil y mil quinientos pesetas el polvo, las más baratas sin ningún control sanitario.
Hay sesenta pisos censados dedicadas a casas de citas entre los años 1993 al 2000.
Los pisos más caros pueden cobrar no menos de quince mil y con los clientes más fieles, pero ya estamos hablando de un polvo en mejores condiciones sanitarias, en un local acondicionado para ello y con alguna que otra especialidad y con más tiempo. Son las chicas seleccionadas para tal fin como las de Tere La Topolino.
Manifestación en la Palanca, fue en el año 1986 contra el clima de gran inseguridad y de delincuencia.
Salieron profesionales de la calle, travestis y vecinos de San Francisco, cortaron la calle y corearon slogans socialismo si, delincuencia no, Palanca si, "manguis" no.
Decía un vecino, aquí viven cuatro o cinco familias de gitanos que solo se dedican a robar, viven entre San Francisco, Las Cortes y la calle Laguna.
El gobernador civil y la policía lo saben y no hacen nada, el momento más álgido de la manifestación fue cuando se reunieron ante la casa de los gitanos y se profirieron gritos contra la delincuencia y los robos.
Los gitanos lo observaban desde los balcones, manteniendo una actitud distante y tranquila.
Al año siguiente, en 1987 el sida va cambiando los hábitos sexuales, en las callejuelas de la Palanca.
Las meretrices prefieren condón, pero los clientes se niegan a mantener contacto con un intermediario.
Las toxicómanas que necesitan dinero para un pico, lo hacen por quinientas pesetas y sin preservativo, siempre habrá quien lo haga por poco dinero y aceptando las condiciones del que paga.
Nos confiesa una mujer de la calle, entrada en años que tiene clientes de hasta de ochenta años, hay muchos jubilados, la mayoría son obreros de unos 45 años y con un baja nivel cultural.
"Cuando yo comencé en este mundo hace siete años, aparecían tíos limpios en la calle, ahora sin embargo, son viejos y viciosos, que les da igual todo y huelen mal."
Lo normal en la profesión es meter y la felación.
Los burdeles en pisos reciben a un cliente diferente, la mayoría son hombres casados y con hijos y te cuentan sus problemas, como si fueras su segunda esposa.
Se ve el trajín en los pisos que atrae a jóvenes de veinte a veinticinco años, chicos de clase media.
Algunas se alegran de trabajar con clientes limpios y educados y otras dicen que son los que piden servicios especiales.
Hay mucho vicioso, al que le va el fetichismo o el sado y encima son exigentes y agresivos.
Jesús María Bilbao Estefanía, Subdirector de la Banda Municipal de Bilbao, hice el aprendizaje musical en un cabaret, allí aprendí a tocar el saxofón y el clarinete, cuando la Palanca era la Palanca.
Tocaba en el Maxi y en el Villa Rosa, a los 19 años y ganaba 115 pesetas diarias.
Las chicas me venían a susurrarme, Jerry tócame este tema, casi siempre eran boleros y me dejaban muchas propinas, eran muy agradecidas.
Me llamaban Jerry, en homenaje a Jerry Mulligan famoso saxofonista de jazz americano.
Pero lo tuve que dejar en el año 1963, fui a la mili y me tocó Ifni.
En la Palanca era muy difícil morir de una sobredosis, la droga estaba muy adulterada y la heroína que se vende en la Palanca y San Francisco solo tiene de un 0,5% a un 3% de pureza.
Aquél maná termino en los años 93 o 94, cuando llegaron las primeras extranjeras, eran brasileñas y causaron furor por su exotismo y su escasez de ropa, no iban vestidas de boutique, ni de nada, en bikini o en bragas.
Eran difíciles de clasificar y lo más importante cobraban cinco mil pesetas.
Nuestras chicas tenían mucha clase, algunos clientes las sacaban a cenar, cobraban veinte mil pesetas y el tiempo no se contabilizaba como ahora.
Vinieron chicos más jóvenes, algunos con el buzo de trabajo de 20 a 30 años de poco poder adquisitivo.
En la calle se colocan en una esquina las que fueron reinas de la Palanca y hoy aguantan en su feudo.
Una de ellas se hace llamar Carlota, se toma un cafecito mientras se fuma un cigarro, tiene sesenta y cinco años y tiene mucha historia a sus espaldas.
Es una enciclopedia viviente de la evolución de la zona, porque ella nació en el lado opuesto de España y no se atrevió a ejercer allí por si la veían los conocidos.
Tere la Topolino, con una artista de Karraka
foto del Correo.
Otra mujer de la vida que nos cuenta cómo llegó a Bilbao a trabajar,
era todavía una cría, durante mucho tiempo trabajó en el Gato Negro, se hacía dinero y se podía sacar adelante a los hijos, también les he dado estudios, no puedo quejarme.
En el Gato Negro llegamos a trabajar hasta sesenta mujeres en los buenos tiempos.
De clientes, teníamos a camioneros y gente maja, pero vino la droga y acabó con todo.
Las extranjeras cobran de diez a quince euros y lo quieren hacer rápido, ella nos confiesa que cobra treinta euros y que tiene amigos que vienen a buscarla, alguno se ha enamorado de mí, uno hasta me compró un piso.
Un señor de sonrisa amplia y dientes escasos, se acerca al corrillo, he intercambia unas palabras con una de ellas, pero no hay acuerdo.
Esto no tiene nada que ver con los antes, dice ella
El cliente es un riojano y se llama José Manuel de 75 años, viene todas las semanas a Bilbao y aprovecha el viaje, busca señoritas y lleva décadas haciéndolo.
Se ha quedado soltero porque le gustan las chicas guapas, y no piensa dejar en su afición a pesar de su edad, dice que se encuentra bien según él, gracias al Cola-Cao.
Asevera, ahora las chicas son más listas se la saben todas.
Si vas al Tupinamba
de San Francisco
a tomar chocolate
con bizcochos,
Si ves al camarero
que se detenga,
que va a pasar Toribio
"Sacalalengua".
Toribio es un muchacho,
¡Jesús que risa!
que se limpió los
mocos con la camisa.
¡Con la camisa!
FIN
Sacado de un artículo de Antxón Urrosolo, del El Correo el 20 de agosto de 1987.
Carlos Benito, El Correo 17 de noviembre de 2005.
LA HEMEROTECA DEL CORREO.
Sacado de un artículo de Antxón Urrosolo, del El Correo el 20 de agosto de 1987.
Carlos Benito, El Correo 17 de noviembre de 2005.
LA HEMEROTECA DEL CORREO.
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