Plano de Agustín Humaran, diciembre de 1816, de la Plaza Nueva, aprobado por la Real Academia de San Fernando en 1824, del Archivo de la Diputación Foral de Bizkaia. |
*Las cuatro salidas de la Plaza Nueva tenían para nosotros algo de los cuatro puntos cardinales, que nos llevaban a mundos diferentes, la una daba hacia la Esperanza y Ascao, calles de tiendas, interesantes como la de Pocheville, que más que tienda era taller de tornero. Se llamaba Juan Pocheville Larreategui, era tornero y ebanista y fabricaba unas canicas torneadas en madera de boj que tenían mucha aceptación entre los chicos. Era hijo de un francés, llamado Esteban Pocheville Poch de profesión maestro-sastre, casado con María Larreategui Arisnavarreta, fue liberal y luchó en el primer sitio carlista a Bilbao.
Esta es la tienda que cita José de Orueta, en sus Memorias de un Bilbaíno.
Esteban murió en Bilbao el 25 de febrero de 1879.
El hijo Juan fue bautizado en los Santos Juanes de Bilbao, el 25 de noviembre de 1835 y se casó con Lorenza Juaristi Sevilla, la ceremonia se celebró el 22 de junio de 1870. Fue alcalde de las calles Ascao y Los Fueros en el año 1873. Juan fue voluntario de la segunda compañía del Tercio de la División Vascongada del Ejército en África.
Tenía otros dos hermanos, Ignacio 1841, José 1851, uno vendía ostras de Arcachón, producto de prestigio y muy demandado en aquellos años, las vendía en la calle Cinturería en 1878 y el otro hermano tenía un servicio de carromatos para el transporte de mercancías en 1876.
En el año 1877, el señor Juan Pocheville recibe en su taller de la calle Cinturería, unas plumas químicas que se venden a cuatro reales y se puede escribir con ellas durante tres meses, con solo mojar la pluma con agua clara. Dentro tiene una composición que convierte dicho líquido en una excelente tinta y sin borrones.
Juan falleció el 11 de octubre de 1882 y un año después la viuda solicita para el taller de tornillería un aprendiz.
Una confitería donde había caramelos frescos que destilaban jarabe, la cuchillería de Zamacois, con navajitas fantásticas en el mostrador y la botica de Orive, a donde íbamos para curarnos o hacer la cura de un amigo, cuando una pedrada, una trompa descarriada o una morrada, por caída o por riña, nos hacían sangre, chichón o torcedura.
La salida a la calle Libertad daba al Instituto Vizcaíno, que ya en 1875-76 empezó a funcionar en su edificio propio.
La calle Sombrerería, nos llevaba a la calle Correo y centro de la villa en esos años y, al pasar el enorme guante rojo, colgado como muestra a la distinguida clientela de La Guantera.*
Sabiendo que en Bilbao llueve mucho no parecerá extraño que nuestros abuelos pensaran en construir una plaza cubierta, en la que pudieran pasear principalmente los días festivos, al abrigo de las inclemencias del tiempo.
En el año 1786 se lanzó la idea, era la época en la que se construían plazas de arcos por muchas
ciudades de España, pero no fue llevada a la práctica hasta el 31 de diciembre de 1829, cuando comenzó la construcción de la actual Plaza Nueva, entre las calles Correo, Sombrerería, Ascao, Libertad, Fueros (esta era una calleja entre casuchas y tejavanas), estas dos últimas calles no existían en aquellos primeros años, pero si la calleja llamada Bilbao.
La Calleja era una calle donde vivían menestrales, panaderos, albañiles, herreros, zapateros, embalador, tejedor, carpintero, aguador, cigarrero, entallador, era una calle pequeña con once números. Creemos que fue una calle gremial en la edad media, llamada la calleja de los zurradores, un oficio relacionado con el curtido de las pieles.
La calleja de los Zurradores salía de la calle Ascao, en el año 1676.
Se la nombra en el año 1657, calle de los Zurradores en el barrio del Arenal.
Pedro de Novia en el año 1595, alquila una casa, con su bodega en el barrio del Arenal a un zurrador a razón de 8 ducados anuales.
Hubo zurradores de tenería en distintos puntos de Bilbao, en la calle Del Cristo, en Iturribide (entonces Begoña).
En la calle de Santiago(Correo) había un zurrador llamado Santiago Martín Moja en el año 1648.
Se precisaba tener el título oficial de zapatero y curtidor y se les sometía a un examen.
En el año 1799 el consistorio bilbaíno y Antonio Ampuero, alférez de navío y varios ciudadanos más incluyendo al Marqués de Vargas, Patrón de Begoña discutían sobre la propiedad de un terreno de diez estados, en la calleja de los zurradores.
Eran solares vacíos que existían en la citada calleja, que se usaron para edificar el solar de la Plaza Nueva y que nadie los había reclamado por esos años.
Los arenales del Arenal, junto al barrio de pescadores de San Nicolás, cuando la ría estaba sin canalizar los arenales se extendían hasta casi la actual Plaza Nueva.
Hubo que vaciar el interior de ese espacio, entre dichas calles y las casas, con huertas o jardines intermedios, con pequeños edificios de uso artesanal y hubo que alinear las casas de Ascao, Sombrerería y Correo. Las nuevas edificaciones del cuadrángulo porticado de la plaza, con fachadas a la misma, pero con sus partes traseras adosadas a dichas viviendas preexistentes. Por eso los costados de la plaza, paralelos a Ascao y Correo, quedaron ciegos y sin salida, terminándose las obras en el año 1849.
Se estudiaron en distintas épocas, trazando notables planos, los arquitectos Alejo Miranda, Agustín de Humaran, Silvestre Pérez y Antonio Goicoechea, todos ellos pero sin resultado práctico.
Fue Alejo Miranda quién hizo la demarcación de los terrenos, con objeto de que se vendiesen en pública subasta, con la obligación a los compradores de que se levantasen los edificios, en el término de un año, con uniformidad y simetría por parte de las calles y con arcos arreglados al plano, por la plaza, según las reglas de arquitectura.
En 1807, el arquitecto Agustín Humaran, se presentó con el presupuesto y plano por ausencia de Miranda.
En diciembre de 1819 se nombró por real orden al señor Luis María Salazar, a fin de que propusiese los medios para vencer los obstáculos que se habían presentado.
Muchos propietarios se opusieron a la obra porque temían que traería una caída de alquileres. Se creó una junta de propietarios en el año 1816, eran muchas viviendas privadas.
Entre estos propietarios estaba José María Gortazar, que era propietario de los terrenos donde se iba ha construir la plaza.
Vivía en su casa palacio de la calle Correo nueve, le demolieron un torreón que tenía en dicha calle que pertenecía a su casa y le pagaron 3792 reales.
En el año 1821se vende un terreno de 1112 pies, existente en la parte zaguera, de una casa sita, en la calle San Nicolás hoy llamada Ascao.
Donde se proyecta la construcción de una nueva plaza, según el plan redactado por el arquitecto Silvestre Pérez, el vendedor Juan Antonio Enderica, vecino de Begoña y propietario de la casa. Se vende por 7784 reales de vellón.
Otro terreno en venta, se halla en la calle Ascao y que es propiedad del mismo señor, Juan Antonio Enderica.
Ocupa 494,50 pies y se vende para la construcción de la nueva plaza, por 4203 reales y ocho maravedís en el año 1828.
Juan Enderica , fue fiel regidor de la anteiglesia de Begoña, mayordomo ecónomo de la fábrica de la iglesia de Begoña.
Su nombre y datos completos eran: Juan Antonio Enderica Astegui, bautizado el 13 de julio de 1764 en los Santos Juanes de Bilbao.
Estaba casado con Susana Pérez de Onraita Gondón, la ceremonia se celebró en Begoña el 3 de junio de 1800.
A finales del 1700 fue capitán del primer tercio y habilitado para ciertos pagos de la tropa, avituallamiento, ropa y calzado.
Los hermanos Enderica vivieron en el Campo Volantín, entonces anteiglesia de Begoña.
También tenía casa en Uribarri (Begoña), de los hermanos en aquellos años se sospechaba que eran liberales.
Fundó una compañía de comercio con Agustín Izaguirre en 1807.
Se queja de un vecino por el humo que sale de una tejera, porque dice que perjudica a sus viñas.
Los padres se llamaban Mauricio Enderica Ayarrola Careaga y su madre Manuela María Astegui Mendizabal.
Susana y Juan Antonio tuvieron siete hijos y este murió con 68 años, el 9 de octubre de 1832 en Begoña.
Los señores regidores Pedro Novia de Salcedo, José María de Gortazar, comisionados para la ejecución de obras en la Plaza Nueva.
Gortázar, fue miembro de obras y tesorero de los fondos destinados a la construcción de la plaza.
José María Gortazar y Loyzaga , había nacido en 1794 y se casó con María del Carmen Munibe, ostentó el título de Diputado General del Señorío de Vizcaya.
Las casas 5 y 6 de la calle Correo con fachada a la Plaza Nueva hubo que reformar.
Otro damnificado fue Manuel Victoria de Lecea, era capitán de navío retirado de la Real Armada. Tenía su casa palacio, en la calle Zabalbide tres. Fue tercer alcalde de Bilbao y comandante del Primer Batallón de Voluntarios de Bilbao, en 1808 durante la invasión francesa.
Su mujer se llamaba Antonia Justa Mazarredo.
Tenía una lonja y un obrador arrendado en esa plaza y un problema con la servidumbre de paso. Además tenía dos viviendas de su propiedad en la Plaza Nueva, que fueron arrendadas a la Sociedad Bilbaína en el año 1839, esta es la fecha en que se fundó dicha sociedad.
Otro de los terrenos en cuestión era de Juan Bergé, que se encuentra en la calle Ascao y era necesario para edificar en esos terrenos la nueva plaza.
Había más poseedores de terreno, uno de ellos don Pantaleón Pérez de Nenín, obligado a ceder terrenos a la villa.
En el año 1821 cedieron los propietarios y se levantó un plano de Silvestre Pérez, también arquitecto, para impulsar con regular éxito, demoliendo las tejavanas y algunas casas del recinto para fijar la delineación, según el plano del expresado profesor.
Estatua de Don Diego Lope de Haro, se inauguró 31 de agosto de 1890 en la Plaza Nueva, con la asistencia de la reina María Cristina, Foto del Archivo del Ayuntamiento de Bilbao. |
El cuantioso presupuesto, las necesarias expropiaciones y la resistencia de los caseros a quienes afectaba la reforma, hicieron que se aplazara su realización.
Érase finales de 1828....
Cuando Fernando VII, gastaba paletó
y había anunciado su visita a los bilbaínos.
Se aprovechó la oportunidad
solicitando el regio patrocinio con objeto de allanar obstáculos.
Y halagando a su vez al monarca, que no debía ser muy fuerte en el arte de los Herrera, se ordenó construir sobre el terreno que ocupaba la actual, una plaza de tabla revestida con yeso.
Un exacto facsímil al natural.
Para que con la mayor naturalidad pudiese el egregio huésped apreciar de un real vistazo y tal como podría ser hasta el primer cuerpo, de la que había de llamarse plaza de Fernando VII.....con sus arcadas y cornisamentos dóricos.
De cuyo trabajo llevado a buen término en el breve tiempo de 29 días, de ello se encargó el arquitecto Antonio de Echevarría.
Parece ser que gusto el aspecto al monarca y lo aprobó, se obligó a los propietarios del recinto, a levantar sus fincas con fachadas uniformes de arenisca y sillería de Berango.
Chorizos y pájaros en la Plaza Nueva, a mediados del siglo XX. Archivo Histórico de Euskadi, Germán Elorza. |
Fue de oficio en el año 1828 don Francisco Tadeo Colomarde del Ministerio de Gracia y Justicia, el que autorizó para que esa plaza llevase el nombre de Fernando VII y que se colocase en el centro de la plaza una estatua ecuestre de Fernando VII. Pero con la tardanza de las obras y los vaivenes políticas, ni la plaza llevó su nombre, ni se edificó a estatua ecuestre.
La Plaza Nueva sufrió muchos cambios, desde la estatua ecuestre que no llegó a feliz término, las fuentes y en 1890 se colocó la estatua de Don Diego de Haro, a este monumento le siguió un quiosco de música. Una nueva entrada, el quinto acceso por la calle de el Correo, obra de Emiliano Amann rematada en 1939.
Todo el interior de la plaza fue desmantelada en 1966, para construir el aparcamiento subterráneo, remodelado en 1988, fue cubierta con una carpa en 1990 y retirada un año después.
La Plaza que Mañé y Flaqué calificó de relativamente grandiosa y Delmas monumental, ocupa un claro de 234 pies de largo y 196 de ancho, componiéndose de 64 arcos con 66 columnas dóricas, de 18 a 9 pies por su parte más ancha y 14 por la menor, siendo de 24 pies la elevación del primer cuerpo, fabricado, como las casas que sobre él se levantan, de hermosa piedra de sillería. La parte interior forma los soportales donde se celebra el animado paseo especialmente en los días lluviosos del invierno.
En las cuatro pilastras jónicas, con su respectivo cornisamento formaban el testero ocupado en su mayor parte por la Diputación.
Rematan en esa fachada, un reloj de esfera transparente fabricado por José María de Zugasti y bajo el escudo de Vizcaya, un tarjetón que aún aguarda que se grabe el nombre oficial de la plaza.
Al morir este, fue su hijo Faustino Zugasti Cancedo, el que reparó, limpió y llevó el mantenimiento del reloj en 1872. Estaba casado con Carmen Cucullu Orbeta y fue alcalde de Abando, tenían la tienda en el Arenal número quince y murió el 8 de octubre de 1882.
El centro de la plaza lo ocupaba una magnífica fuente de juegos de aguas, compuesta de diez y nueve surtidores que arrojaban el agua, excepto el de la cúspide, a una altura de 25 pies sobre la base. Los surtidores asemejaban sirenas y ranas y algunos de ellos se pueden ver todavía en el estanque del Paseo del Arenal.
Alrededor de la fuente había varios jardinillos, en cada uno de los cuales se elevaba un bonito surtidos de agua y crecían magnolias, naranjos y otras plantas propias de los países cálidos.
Hubo una época que con harta ligereza se colocaron allí unos mingitorios que tenían vistas desde los balcones.
También por allí apareció Don Diego López de Haro, que era un señor muy cumplido y muy rumboso, pero no era rey. Modelado en bronce por Benlliure sobre un airoso pedestal.
Durante se construcción se dio alguna corrida general de toros. Para festejar tan fausto suceso en la inauguración se hizo funcionar en el centro una fuente de vino, que por medio de una ingeniosa cañería afloraba el vino que pagaba la Diputación Foral. Hubo abusos, se pagaron cantidades exorbitas por las ventanas y balcones para ver la corrida.
Fue en el año 1827, cuando se dieron cinco corridas de toros de muerte en la Plaza Nueva, se construyeron unos tendidos de gran solidez para tal ocasión, a finales de ese año pide Juan Basterra que se le autorice para derribar las talanqueras porque están muy deterioradas. Las talanqueras eran las vallas o parapetos para ver las citadas corridas.
Cuando en el año 1872 el rey Amadeo de Saboya visitó la invicta villa, se convirtió la plaza en un espacioso estanque, por donde navegaban dos o tres góndolas, fue una fiesta veneciana y al rey se le recibió con cordialidad y simpatía, no así en otras ciudades que antes había visitado.
En la Plaza Nueva vino a reconcentrarse todo lo que constituía el progreso humano......
La representación de la fuerza armada la guardia de los miqueletes, a las puertas de la Diputación, con sus sombreros de copa alta metidos en fundas de hule y luciendo al frente la dorada y flamígera chapa....
Juan José Palme, Fernando Landecho, Sociedad Goossens e Hijo y la viuda de Miguel Manuel Elorriaga, concedieron un empréstito a la Diputación, con destino a la nueva sede en la Plaza Nueva en el año 1836.
El platero de oro y diamantista Scala, este famoso establecimiento que fue lugar de bullanguera tertulia, donde un chicuelo escribió con tiza en su puerta: En esta litografía
no se trabaja de noche.....
pero tampoco de día!
Antonio Scala y Gavin nació el 4 de octubre de 1804 (en Bayona-Francia) y era platero y diamantista y vino a Bilbao el año 1835, para establecerse en la Plaza Nueva. Vivía en la calle Sombrerería,4 tercer piso, se casó con Eladia Lera Sabater y tuvieron cuatro hijos.
Otra litografía fue la de los hermanos Bringas, José e Ignacio, ambos solteros de 44 años el primero y 34 el segundo, en la Plaza Nueva, 3.
Tiburcio Astuy, impresor, editor y librero, en la Plaza Nueva dos.
Editó los periódicos el Euscalduna y el Villa de Bilbao.
La política se ejercitaba en la redacción y en la imprenta de El Euscalduna, periódico Neo que se decía entonces......de don Tiburcio.
Don Tiburcio Astuy fue administrador de la Sociedad Bilbaína, en el año 1851, con un salario que se adjudicó de 10,50 reales diarios.
La tienda del Óptico Guiard, en cuyo escaparate los bilbaínos podían ver y consultar el termómetro y el barómetro, todos los pobres de espíritu y de bolsillo.
José P. Calvo, en el dos tenía una tienda de instrumentos musicales, ya fallecido, Dotesio se hace cargo del negocio y de todas sus existencias y liquida todo el género, pianos e instrumentos de cobre.
La relojería de Arrizabalaga, en el número uno de la Plaza Nueva.
Las bellas artes del escultor Garamendi, el Café Suizo, con su rótulo primitivo y venerable, que es todo un cuadro de costumbres de la época y la fe de bautismo de la razón social de Matossi, Fanconi y Compañía. En junio de 1833 dio un festejo en sus salones y en la plaza.
Junto al café suizo, había un tiendita que vendía cerillas finas sin humo, se venden por docenas y gruesas, también en el número siete hay otra tienda de cerillas. La Tabaquería de la Unión en los mismos soportales, la Litografía de Leguina, la Peluquería de Silverio Clemente junto a la Diputación. Este señor era de Pancorbo y llevó su peluquería a Abando y al poco tiempo, murió en 1909. Era un barbero para las clases populares, con la bacía de barbero colocada en la fachada.
A diferencia de Carbonell y Enrique Valero Acín, que era alta peluquería, generalmente de señoras.
La Academia de la Lengua, en las Peluquerías de Pon y Carbonell...
aquél ladino francés, era políglota, se podía leer en cuatro tablas explicativas sus respectivos idiomas, la más peregrina por su purismo euskeriano era aquella que empezaba: Peluqueriaco Saloya.......
Este peluquero francés deja el negocio en 1880 y se hace cargo su oficial más antiguo, Enrique Valero Acín. En el mismo sitio la Plaza Nueva en el tres. Es proveedor de la Real Casa y vende restauradores para el cabello, aguas de sales y agua de tocador, sin ácido ni vinagre. Sigue la tradición de su maestro y atiende a todas las señoras más encopetadas de la burguesía bilbaína.
Pero ahora tenemos la Bolsa y bolsistas de verdad, se juega de largo a la bolsa y a la lotería.
El Senado y el Congreso estaban en la Sociedad Bilbaína y Recreativa, las que solo queda la primera.
La policía, correos y telégrafos.
Las bellas letras de las librerías.
El café de Mariana Inchaurbe, fundado antes de 1840 en la Plaza Nueva. Esta señora daba servicio a los socios de la Sociedad Bilbaína, parece ser que los socios no estaban no estaban muy contentos con su servicio y prescindieron de ella.
En el año 1842, el Café Suizo sustituyó a doña Mariana, pero estos también tuvieron algunos fallos y bajo la presidencia la Sociedad Bilbaína de don Francisco Uhagón, se le llamó la atención.
Se advirtió al señor Matossi que cumpliera el contrato y que diera mejor servicio, prontitud y mejoría en los vinos, siguió prestando sus servicios el Café Suizo durante muchos años.
El café de Murga de Ramón Bilbao, en un primer piso de la Plaza Nueva, tenían una mesa de billar.
Fuera de los soportales de la plaza y de 5 a 9 de la mañana estaba permitido tostar café.
La cervecería de Carlos Meins, junto al café Suizo, también en la calle de los Fueros y en Autonomía, pero ya a principios del siglo XX. Fabricante de cervezas, bebidas gaseosas y licores, la marca de fábrica era la cabeza de un toro. Tenía una Cervecería llamada Vascongada.
La botillería de Benigno López en la Plaza Nueva,8 donde se vendía toda clase de vinos, salchichón de Vich, chorizos de Candelario y garbanzos muy baratos.
Una administración de lotería, donde también se vendía agua de Urberuaga.
Antes de 1878, estuvo en la Plaza Nueva dos, el Colegio de San José.
Su director y propietario se llamaba, Ramón Leal Sierra, era un antiguo director del Colegio General de Vizcaya. Este colegio marchó a la calle La Ronda años después. Aquí estudió sus primeras letras, José Orueta Pérez de Nenín.
A mediados del siglo XIX el café de Lazurtegui, en la Plaza Nueva fue punto de encuentro y de reunión social. Se organizaban bailes con piñata con fines caritativos, como para las familias de los marinos que naufragaron en una galerna en el Cantábrico. También se daban conciertos. En cierta ocasión la autoridad gubernativa prohibió que se cantaran aires vascos y zortzicos.
En el café del hablamos, cantó el bardo Iparraguirre recién llegado de la Argentina, donde tenía la familia y lo hacía por los cafés para reunir algún dinero y poder repatriarlos a su país. Aquí fue donde se encontraron Iparraguirre y el maestro de música y organista Nicolás Ledesma para hablar de sus cosas. Su dueño José Lazurtegui Mojas, nació en el año 1829 y vivía en la calle La Ronda, 2-4º, fue Auxiliar de la sexta compañía durante el sitio a Bilbao.
Era tesorero de la Fraternidad (Sociedad de Socorros Mutuos).
En el año 1876 con el servicio de tranvía, de locomoción de sangre de Bilbao a Las Arenas, abre un Café-Restaurante y Pastelería Lazurtegui, en Las Arenas. Recibe huéspedes y hace cocina francesa y española, tiene mesa de billar, tresillo, piano y otras distracciones.
En el año 1874 se fabricó un licor, delicioso néctar bélico dedicado al ejército español, en Bilbao lo vendían el Café Suizo, la Sociedad Lazurtegui, la Tabaquería de Asúa y el Café de Murga todos en la Plaza Nueva.
En la Plaza Nueva en el número uno y luego en el diez y seis, estaba la zapatería de Galbarriatu. Él se llamaba Millán Galbarriutu Lacarrera, era de origen guipuzcoano.
Casado con Florentina Izurco Machimbarrena, se desposaron en Mendaro el 15 de noviembre de 1863.
Millán tenía un hermano que era presbítero y capellán del Colegio de San Antonio de Bilbao, era un colegio privado para las élites bilbaínas y se llamaba Ramón. El dueño de la zapatería perteneció al Sindicato del Fomento del Trabajo.
Otro clásico debajo de los arcos de la plaza, era Cipriano Escudero y su tienda de ultramarinos o de comestibles. Su comercio empezó en el número 8 de la plaza, tiene un letrero y una bonita portada decorativa de madera y vende un licor llamado Chatreux.
A principios del siglo XX, Cipriano se establece en Abando y hasta compra un aparato para limpiar cereales y sobre todo legumbres, principalmente las lentejas que venían con muchas piedras, pero ya estamos en el año 1934.
El paseo de la Plaza Nueva estaba muy animada los domingos, los soportales eran el lugar idóneo para el paseo los días de lluvia, con música lo que hacía muy agradable el paseo, con la banda de música de Santa Cecilia. Las señoritas y sus madres con sus mejores y encopetados vestidos, daban vueltas a la plaza, todas y todos se conocían y se saludaban, Bilbao era entonces muy pequeño
Había chiflados que contaban los pasos por la Plaza Nueva, sin tener otra cosa que hacer y otros que nunca pisaban las líneas del enlosado, dando zancadas con la vista puesta en el suelo.
Otros que al finalizar la vuelta tocaban disimuladamente la pared con la punta de la bota.
Un matrimonio muy económico, que daba vueltas y vueltas a la plaza antes de acostarse para ahorrar luz en su casa.
Las señoras que salían altas horas de la noche de alguna reunión, la señora del doctor Zearrote, Sagarbinaga y las de Bengoechea.
La doncella o dueña que había salido en busca de la señorita, traía un farol de hojalata con sus velas de sebo, muy adornadas con rizadas arandelas de papel, para llevarlas hasta su casa ya anochecido el día.
Y algún par de pollos insustanciales que seguían de cerca al grupo, echando piropos vulgares a las bellas rescatadas de la noche, envueltas en su nube.
Los corazones inflamados con alguna propensión a enamorarse de las cigarreras, intrépidas como ellas solas, las cocineras inocentes y pudorosas o las altivas doncellas de labor.
Encontraron ejemplares dignos de ellos donde consagrar su corazón gracias a una polka o una cadenciosa habanera.
Para los que no quieren el ruido de los bailes, ni las apreturas de la Plaza Nueva, ni tragar humo en las sociedades, el mejor goce es el retiro a su hogar.
Un domingo lluvioso en la Plaza Nueva y después de misa de doce, aquello se convierte en un enjambre de zánganos, el tacto de codos y algo más, se impone por necesidad, la charanga atruena bajo los arcos, no se puede hablar, sin detrimento de los pulmones.
Los años 1854-55 fueron los peores de ese siglo descontando la invasión francesa, una epidemia de cólera morbo asiático causó muchas muertes, no hubo familia que no se viese tocada por la desgracia.
A finales del siglo XIX y principios del XX, se prepara el traslado de la Diputación, al nuevo lugar que se esta construyendo en la Gran Vía de Bilbao.
Desde las ocho de la mañana, comienza todos los días a formarse en la Plaza Nueva una gran reunión de escolares, que forman corrillos, prestan atención a uno que hace de presidente de cada uno de ellos.
Suele ser un buñuelero, mozo campanudo y listo como el aire, el cual colocando la cesta de sus mercancías en el suelo y cubriéndola con un hule que forma pared, detrás de ella juega a los naipes con varios de los escolares. A cada instante ocurren dudas y para dirimirlas hacen de jueces, un pillo que da candela, o algún barquillero que allí no faltan y que esta en connivencia con el presidente de la reunión.
Durante aquellos elocuentes discursos y profundos estudios en el libro de 40 hojas, jamás se presenta la vara de un chinel, y esto enciende el apetito de los contrincantes.
Otras veces la prestidigitación aplicada a las chapas, traslada de un bolsillo a otro los cuartos, pagando por lo general la patente los más párvulos traductores de Cicerón o los menos adelantados en las ciencias numéricas, esto sucedía en los arcos de la plaza el 16 diciembre de 1856.
Cuando se vendían pájaros en la Plaza Nueva, a mediados del siglo XX. Archivo Histórico de Euskadi, Germán Elorza. |
El mercado de Santo Tomás que tradicionalmente siempre se celebró, en el mercado de la Ribera (mercado viejo) pasa a la Plaza Nueva en el año 1915. Dentro de los soportales se pueden ver toda clase de productos del campo, aves, frutas, hortalizas, los pavos y patos, los productos lácteos, con todo lo mejorcito del campo vizcaíno.
Las gentes de los caseríos bajaban a la ciudad para pagar las rentas a sus caseros, entregando productos de la huerta y sus animales, aprovechando para vender sus excedentes en el mercado de la Plaza Nueva y en el paseo del Arenal, siendo todo más pausado y menos tumultuoso que en la actualidad.
La idea de llevar el mercado a la Plaza Nueva, fue por iniciativa de Félix García Arceluz "Klin-Klon" y Ramón Echagüe, el marido de la marquesa de Parabere.
*La Plaza Nueva supuso para Bilbao otra forma de vivir a la ciudad. No era la City londinense, tampoco un boulevard parisiense de Haussman. Era ágora, foro, parque, salón, mercado.
La multifunción que se le iba adjudicar crearía un multi-órgano de asombrosa entropía. Supersinérgico que dirían los modernos.
Administración, comercio, cultura, fabril y lúdica a la vez, un oasis con fuentes y con árboles.
La Plaza Nueva no solo fue el corazón de Bilbao. Era corazón, cabeza y estómago. Como ahora van a Víctor, los gourmets iban a la Prusiana y los gourmands al Torróntegui.
Y era el ombligo , todo estaba allí. La Diputación, la Bolsa, la primera sede de la Sociedad Bilbaína, la Escuela de Ingenieros, Correos y Teléfonos, el Colegio San José y toda clase de establecimientos. El café Suizo y Bilbao, el estanco de Eguidazu, la zapatería de Galbarriatu, la botica de Orive, la tienda del barbudo y la famosa peluquería de Carbonell.*
Hubo un tiempo en 1937, que empezó a llamarse a la Plaza Nueva, la Plaza de los Mártires, cuando los números 1 y 2 correspondían al acreditado Café Suizo, el más antiguo de Bilbao, con un servicio esmerado de siempre, exquisitas meriendas en la pastelería de la casa. Sus propietarios los señores Matossi y Compañía.
En el número tres la tienda de Justo Elejalde, con novedades en tejidos y peletería. El doctor Luis de Artaza tiene su farmacia en el cuatro, con toda clase de específicos y un despacho rápido de recetas.
En el primer piso del número cuatro, tiene su peluquería de señoras Antolín González, con los aparatos más modernos , ondas de agua, tintes, esta casa se fundó en 1837.
En el cinco admiramos la tienda de The British Waterproof, vende impermeables de todas clases con un corte perfecto y líneas elegantes. La sastrería Dueñas en el mismo número, montada con mucho gusto y un corte y confección esmerados.
En el seis la tienda de impermeables Nati, colección de gabardinas para señora, caballero y niño.
Don Lorenzo García en el ocho, con su hermosa tienda tan popular y única en la plaza, de ultramarinos finos, embutidos, quesos, licores.
En el nueve don Valero Lancina con su bonita frutería.
En el diez Adolfo Rui-Wamba, gran variedad de imágenes de todos precios, orfebrería, reparación de toda clase de objetos de culto.
En el catorce taller el Convenio, reparación de toda clase de calzados, especialidad en gomas y además fabrica botas altas para militares.
ALGUNOS VECINOS DE LA PLAZA NUEVE, DESDE 1871.
Los números de la plaza iban del número uno al diez y ocho.
Don José de Mazarredo Urdaibay, nacido en Bilbao 3 de junio de 1815, viudo y propietario. Estaba casado con Francisca Echezarreta Ugarte
Vivía con sus hijas María Concepción, nacida en 1849 y Teresa de 1851, vivían con tres sirvientas en la Plaza Nueva dos, segundo piso.
Don José Mazarredo falleció el 3 de noviembre de 1890.
Juan E. Carbonell, peluquero y perfumista, nacido en Agen(Francia)
el 15 de febrero de 1828, vino a Bilbao hacia 1850 y vivía en el número tres- primero bajo. Con su segunda mujer Luisa Fichet, nacida en París, una hijastra Sofía, parisina y un sobrino de él Julián.
Vivían con ellos cinco peluqueros y dos sirvientas.
En el tercer piso mano derecha, Blas Lazurtegui, promovió la fundación del Banco Bilbao, en unión de Epalza, Zabálburu y otros.
Blas nació el 25 de julio de 1824 en Bilbao y figuraba como comerciante y rentista, casado con una señora de Juárez (México) llamada Joaquina González, tuvieron tres hijos Julio nacido en 1859, Pedro de 1861 y Asunción de 1863.
En la Plaza Nueva en el número catorce, en el segundo piso estaba telégrafos.
En el año 1879
José Sinforoso Arrizabalaga del Río nacido el 18 de julio de 1842 en Bilbao y soltero, su hermana Matilde, Máxima, vivían en la Plaza Nueva,1-1º. De profesión relojero.
Un arquitecto, Atanasio Anduiza, nacido el 2 de mayo de 1823 en Bilbao. Su mujer Juana Goicoechea Ugarte nacida el año 1827.
Vivía con sus hijos Alfredo de 1850, Luis de 1858, Soledad de 1861.
Vivían en el número tres en el cuarto derecha, con dos sirvientas.
Soledad, se casó con Víctor Chávarri.
Atanasio Anduiza construyó el palacio de los Chávarri en la Plaza Moyua, según los planos del belga Paul Hankar.
En el cuarto piso del número dos, vivía don Calixto Ansoategui Santos, nacido el año 1826, casado con Cristina Preulla Acha, con cinco hijas: María, Pilar, Amalia, Rita y Valentina.
Don Calixto, fue un notario de prestigio en Bilbao.
En el número dos, tercero derecha vivía Joaquín Aguirre Cucullu, nacido en el año 1827 en Bilbao, era comerciante.
En el año 1877 Justa Mac Mahón Aguirre, salió de la casa paterna por malos tratos, por querer contraer matrimonio con un teniente del ejército llamado Manuel Cortes Castellón, la joven fue trasladada a casa de su tío Joaquín Aguirre, este señor murió el 10 de marzo de 1898.
Estuvo casado con María Asunción Laca Martínez el 12 de febrero de 1861.
Justa María Mac Mahon Aguirre, fue bautizada en Santiago el 22 de noviembre de 1857. El amor pudo más y se casó con Manuel Cortés Castellón en San Vicente Mártir de Abando, el 28 de febrero de 1878. Su padre se llamaba Pedro Mac Mahón Jané y su madre Josefa Antonia Aguirre Cucullu.
En el quinto piso de esa casa vivía una estanquera, llamada Francisca Pipaón Aldecoa, había nacido el año 1828 en Begoña y era viuda.
En el número cuatro, segundo piso vivían unos rentistas, Emilia de Jané y Nenín nacida el año 1838, su hermana Elisa 1846 y Ernesto del año 1847 que figuraba como empleado.
Esta familia era originaria de Suero (Asturias) y en el siglo XVIII se establecieron en Olaveaga (Bilbao) y se dedicaron al comercio e hicieron fortuna.
De esta familia destacó Pantaleón Pérez de Nenín, inmortalizado por Goya. Fue bautizado el 27 de julio de 1776 en San Antón y fallecido el 29 de mayo de 1842.
Eran siete hermanos y de ellos destacamos a Cirilo, Vicente y Pantaleón dedicados al comercio y considerados capitalistas por el Consulado de Bilbao a la hora de fijar la cuota.
Pantaleón fue miembro de la milicia nacional en 1824, en 1795 ingresa en el Regimiento de su Majestad, previo expediente de nobleza y limpieza de sangre. Estaba encantado de posar con su uniforme de gala y exhibirse en cualquier acto social, no destacó en ninguna batalla. Fue Síndico Personero del consistorio bilbaíno, propietario de una finca llamada Indautxu (Olaveaga). Propietario de montes en Santo Domingo y Artxanda.
Pantaleón en 1816, encargo siguiendo instrucciones del Ayuntamiento, pagó un retrato del Cardenal Francisco Antonio Gardoqui a Roma, por un importe de 8877 reales y 16 maravedís.
La familia Pérez de Nenín protegieron a Juan Crisóstomo Arriaga, cuando viajó a Paris por estudios.
Tenía varias casas en la Plaza Nueva de Bilbao, donde vivían familiares.
Aunque no vivieron en esa plaza, la familia Orueta Yturrioz- Pérez de Nenín Urbieta, José nacido en la calle de La Estufa tuvo una relación afectiva y familiar con la Plaza Nueva.
El padre se llamaba Francisco y la madre Lucinia, tuvieron un hijo llamado José Orueta Pérez de Nenín, bautizado el 10 de mayo de 1866 en la Iglesia de San Nicolás, al poco de nacer José murió su madre quince días después, no sabemos si el parto tuvo algo que ver con el fallecimiento. Vivían en la calle de La Estufa, calle residencial por aquellos años.
José estudió en el Colegio de San José, que estaba encima de la casa de Correos en la Plaza Nueva.
José estudio el bachillerato en Mont de Marsan (Francia) y concluyó sus estudios con buen aprovechamiento en el Instituto Vizcaíno.
Era una familia de tradición liberal, en el último sitio a Bilbao permanecieron en Francia hasta su final.
Su padre fue arquitecto municipal en Bilbao, con numerosos proyectos y obras.
Sus padres se casaron el 9 de enero de 1856 en San Nicolás y luego un segundo matrimonio con Prudencia Jané Pérez de Nenín el 15 de julio de 1869. Ella también era viuda de Manuel Jané Ochoa.
En el año 1878 José ya era huérfano, fue la familia paterna la que se encargó de su cuidado y educación, estudio derecho en Valladolid, fue letrado de la Diputación de Bizkaia.
Se casó con Aurora Rivero, hija del que fue alcalde de Bilbao Alejandro Rivero.
Dejó la abogacía para dedicarse a la actividad industrial y por razones profesionales marchó a Gipuzkoa donde hizo su vida, hasta fallecer en el año 1934.
En el seis entresuelo un sombrerero, llamado Segundo de Eguía Hormaechea, nacido en Bilbao en 1827. Casado y una hija.
En principal derecha un sastre, Juan Castillo, su mujer se llamaba Baldomera Luzarraga y tres hijos. Con la familia vivían dos escribientes, un sastre aprendiz y un empleado.
En el padrón municipal de 1882 ya vivían los del Café Suizo, en el siete de la Plaza Nueva, primer piso, eran la gran familia de los cafeteros: Juan P. Salis Fasciati nacido el 15 de agosto de 1842, en Soglio, que pertenece al cantón de los Grisones en Suiza, era cafetero y habitualmente vivía en Ginebra, llevaba residiendo en Bilbao unos 27 años.
Su esposa Margarita Salis Belli, nacida el 4 de noviembre de 1853, en el mismo lugar que su marido, residía en Bilbao desde hace 16 años. Tenían un hijo llamado Juanito, nacido el 12 de febrero de 1880 en Soglio.
Pedro Pozzi Mengotti, socio del anterior nacido el 17 de septiembre de 1859 en Brusio, cantón de los Grisones en Suiza y su residencia habitual era Poschiavo y residía en Bilbao desde hace 14 años.
Estaba casado con María Pozzi Olza, nacida el 1 de julio de 1861 en Brusio, llevaba en Bilbao cuatro años.
Los numerosos empleados Rodolfo Schmidt Lanzi, dependiente y nació en Bivio otro cantón Suizo, llevaba cuatro años en Bilbao.
Herminio Parli Pozzi, nacido en Brusio, tres años en Bilbao.
Loza Florinelli, Paravioini Salis, Clemente Mengotti, Lucio Zogg Cabiezel, muchos de estos eran jóvenes parientes de los anteriores, que vinieron a Bilbao a la llamada de sus mayores, para trabajar en la pastelería y cafetería Suiza.
Pero antes que todos estos suizos, Andrés y Rodolfo Pozzi trabajaban en Bilbao en el año 1803, Andrés tenía la reputación de un excelente pastelero. Junto con su hermano Rodolfo explotan la tienda del teatro de Bilbao en el año 1816, fueron los fundadores del Café Suizo.
En el número ocho, primero entresuelo, vivía Juan Arzuaga Zavala, nacido el 26 de diciembre de 1849 en San Sebastián, era comerciante, corredor e interprete de buques. Fijo su residencia en Bilbao el año 1854. Su mujer se llamaba Salomé (Sabina) Anítua Echeverría, nacida en Eibar 30 de diciembre de 1849.
Hijos Juan Arzuaga nacido en 1880, Eduardo en 1878 que murió cuatro años después. Jesusa la mayor en 1875 y Elena la más pequeña en 1882.
Juan fue un fundador del Athletic, jugador, árbitro, entrenador del Athletic, una figura destacada en su faceta de capitán y delantero del club.
En ese mismo número, en el segundo piso, vivía José Acillona y Garay, nacido el 12 de agosto de 1842 en Arrieta (Bizkaia).
De profesión abogado y estaba soltero, vivía con su hermana Segunda nacida el 1 de junio de 1857.
Dirigió el periódico El Euskaro, el Papa Pío X le nombró Marques de Acillona el año 1902, por su defensa de la religión católica.
En el tercer piso de la Plaza Nueva número ocho, Petra Lemonauria Villabaso nacida en el año 1830.
Era viuda de Matías López Landa Martínez. Se casaron en 1847, Petra falleció en 1886.
Tuvieron tres hijos Gerardo, Ramiro, Tomasa.
Pedro Lemonauria Puch padre de Petra, fue un personaje en la vida de Bilbao, fue abogado, auxiliar en el sitio de Bilbao de 1836 distinguiéndose en el asedio al convento de San Agustín, perteneció al batallón de veteranos urbanos. Este apellido para ser que es originario de Lemona.
Su madre María Eusebia Villabaso Monteano.
En ese mismo piso vivía Florencio de Orueta Iturrioz nacido en Bilbao 1822, era cafetero y su mujer se llamaba Rosa Aguirre.
Tenían tres hijos: Serafín, Máximo y Milagros y vivían con tres mozos de café.
En el número doce entresuelo, vivía el sastre Luis Mogrovejo Tovalina, que nació el 12 de mayo de 1838 en Bilbao y casado en primeras nupcias con María Sarasola Goitia y al enviudar con Juana Foruria Inchaurraga, de Busturia nacida el 16 de marzo de 1852 mucho más joven que él. Tuvo cinco hijos: Aurora 1872, Amalia 1873, Luis 1877, Manuel 1878 y Juana 1880, vivían con una sirvienta. En el padrón de 1882 ya vivían en la Plaza Nueva.
Fue un destacado republicano, fue alcalde de barrio de la Plaza Nueva en 1880 y concejal del consistorio de Bilbao, por la coalición republicano-liberal.
Por ser hijo de viuda se libro de la guerra de África en el año 1854.
Su padre se llamaba Justo Mogrovejo Buón y Felipa Tobalina Jané.
Su padre se llamaba Justo Mogrovejo Buón y Felipa Tobalina Jané.
Un hijo de Luis, también llamado Luis participó en una corrida de toros en la Plaza de Indautxu, como novilleros debutantes, él y Pepe Arrue en 1909.
Nemesio Mogrovejo Buón era hermano de Justo, nacido el 20 de diciembre de 1819 en Bilbao. Se casó con Nicolasa Abásolo Salavarría. Un hijo llamado Salustiano Mogrovejo Abasolo bautizado en San Nicolás el 10 de junio de 1863, fue un personaje en Bilbao. Fue hermano del escultor Nemesio y se casó con Inés Rebollo Luzuriaga el 16 de abril de 1885.
En el diez y seis la casa de huéspedes, en el principal era de Bernardino Sobral Granada, nacido el 18 de agosto de 1829 en Vigo y de profesión cocinero.
Estaba casado con Saturnina Zugazabeitia Sagarduy, nacida en Algorta, tenían cinco hijos. Se trasladó de la calle Bidebarrieta a la Plaza Nueva.
En esas casas hubo algunos maestros, también zapateros y algún médico como don José del Olmo nacido en Bilbao el 14 de noviembre de 1820, casado con Antonia Pérez Gorbea y siete hijos.
Vivían en el número doce segundo izquierda.
En el año 1892 Mariano Viau Rabadán, natural de Murcia y nacido el 18 de diciembre de 1859. Vivían en el número uno, primer piso.
Casado con Maximina Arrizabalaga del Río, nacida en Bilbao el 20 de mayo de 1856.
Era hermana de José Arrizabalaga que también era relojero y vivía en la Plaza Nueva.
En el número dos vivían los Borné, Félix Borné Goiri nacido el 20 de noviembre de 1858 en Bilbao y su esposa Casimira Gómez.
Tenían dos hijos Luis y Carlos, un Nicasio Borné fabricaba guantes.
Luis fue de la junta directiva del Zamacois, fue periodista de la Tarde, Excelsior y la Gaceta del Norte.
En la otra mano del mismo piso José María Solaun Mugaburu, rentista, nacido el 8 de diciembre de 1845 en Bilbao. Casado con Emilia Igartua.
En el cuarto piso Calixto Ansuategui, notario de profesión nacido el 14 de octubre de 1825 y viudo de Cristina Acha Presilla. Se casaron el 29 de diciembre de 1856.
En el número tres de la Plaza Nueva, primer piso, vivía Enrique Valero Acín Aragües, nacido en julio de 1852 en Aisa (Huesca). Casado con María Artiñano Olivares y nacida en Bilbao en octubre de 1850. Valero era el oficial de peluquería, el más antiguo de Carbonell y fue el continuador del negocio, una vez jubilado este.
Un notario recién llegado a Bilbao, llamado Laureano Tejada Alameda, de Tubilla del Lago (Burgos) nacido en julio de 1847.
Vivía en el número tres, el principal.
En el portal cinco, primer piso, la familia Lequerica.
José Lequerica Aguirre, de profesión ingeniero y nacido en Bilbao, en marzo de 1840. Casado con Eloísa Erquicia Meave nacida en octubre 1860. Vivía con sus hijos José de 1889, Enrique 1891 y una hermana del padre llamada Telesfora y a su servicio tenían dueña, cocinera y niñera.
En cuarto piso, Julio Enciso Robledo de profesión escribano y amigo de Julián Gayarre, periodista y escritor. Nació en mayo de 1849 en Munilla (La Rioja), vino a Bilbao hacia 1852.
En el número seis, tercer piso vivía Ciriaco Gondra Robles, nacido en abril de 1857, en Meñaca y de profesión abogado.
Casado con Asunción Lazúrtegui González nacida en enero de 1863, en Bilbao, era la hermana de Julio Lazurtegui (1859-1943) y a decir de mucha gente una de las personas más influyentes en el desarrollo económico y la cultura vizcaína de la mitad del siglo XIX y principios del XX.
Con esta familia vivía Blas Lazúrtegui Moja, el padre de Julio y Asunción. Blas, nació en Bilbao el 25 de julio de 1824, era viudo de Joaquina González Batiz, se casó en Mexico. Hizo fortuna en Durango (Mexico) y figuraba en el padrón de 1892 como rentista.
En portal seis, cuarto derecha vivía Casto Zavala Ellacuriaga nacido en Elorrio en marzo de 1844. Arquitecto municipal de profesión, proyectó la primera cruz del Gorbea en 1901.
Se casó el año 1871 con Concepción Eizaguirre Azcarraga, nacida en Ermua en noviembre de 1851. Sus hijos Juana, Joaquín, Modesto y Casto, fue cónsul de Polonia en Bilbao y de la junta directiva del Colegio de Sordomudos de Bilbao, se casó con María Luisa Astigarraga Bandrés, sobrina de Antxón Bandrés. Casto hijo falleció en octubre de 1969 a los 75 años.
En el portal siete, tercer piso vivía un médico llamado: Saturnino Mugartegui Gogeascoechea Mazarredo, nacido en Markina el año 1854. Lugar del lindero, es la traducción literal de su apellido: Mugartegui.
Casado con una Mendezona de Mundaka, Carmen Mendezona Torres nacida en marzo de 1858.
Su padre se llamaba Pedro Valentín Mugartegui Mazarredo, fue abogado y escribano de Markina y su madre Franca Gogeascoechea Urien.
Tuvo cuatro hijos nacidos en Mundaka, Federico, Ramón, Juan , Joaquín y José María en Bilbao. Vivían con una domestica y tres criadas.
El hecho de que varios de sus hijos nacieran en Mundaka, lo que nos hace pensar que fue durante algún tiempo médico en ese pueblo.
Fue presidente del Club Nautico de Bilbao, de la Junta Municipal de Sanidad, en el año 1894 le dieron la Cruz de Beneficencia por los servicios prestados la última epidemia de cólera. Los hijos estuvieron exentos del servicio militar por los méritos de su padre.
Era profesor de cirugía y tenía la consulta en su casa de la Plaza Nueva, fue accionista del ferrocarril Amorebieta-Bermeo y murió en diciembre de 1898.
Médico de la compañía del Ferrocarril de Bilbao-Lezama, cuando ocurrió el accidente ferroviario en 1894, acudió al siniestro en el descarrilamiento murieron 13 viajeros y 18 heridos.
En el número diez y seis vivía Francisco Busquet Arro de profesión odontólogo, nacido en Lérida el 20 de mayo de 1830 y en el año 1864 ya residía en Bilbao, casado con Tomasa Zulueta Ysasi y una criada. Francisco se casó con Tomasa en San Nicolás el 2 de julio de 1866.
Se hacía llamar profesor dentista, tuvo la consulta primero en la calle Correo y después en la Plaza Nueva. Llegó a Bilbao hacia el año 1862.
En la Plaza Nueva, portal 18, cuarto piso, vivía Juan Pantaleón Arancibia del Puerto Unanue, nacido el 6 de mayo de 1837 en San Juan de Luz y de profesión abogado.
Casado con María Mercedes Lebario Munitivar de Rentería, se casaron el 30 de mayo de 1868.
Falleció el 20 de septiembre de 1911 y su mujer catorce años después.
Fue apoderado de la Iglesia de Mendexa en las Juntas Generales 1864-68-72 y septiembre 1876.
Miembro del Cuerpo de la Administración de Gipuzkoa y perteneció a los Oñacinos en 1868.
En el Sitio a Bilbao, perteneció a la Séptima Compañía de los Auxiliares de Bilbao, en 1874.
Abogado de pobres y defensor de oficio, Secretario de la Diputación Provincial de Bizkaia, Decano del Colegio de Abogados entre 1890-91 y secretario de la Sociedad Bilbaína.
En el año 1877 cuando ejercía la abogacía, había en Bilbao 23 abogados en ejercicio y tocaba a 1423 vecinos por abogado.
Existió una fonda o casa de huéspedes "Ande Trifona", una casuela de cordero en salsa, con esparraguitos y patatitas nuevas. Por si acaso llevaremos medicina. ¿Pa que? pa las indigestiones.
No se ponen de acuerdo en el sitio donde ejerció sus trabajos culinarios, unos dicen que en la Plaza Nueva y otros la sitúan en el Arenal número seis, o en la calle de Los Fueros por detrás de la Plaza Nueva. Dicen que era la más antigua hacia 1810.
En la casa de la Trifona´
donde el incansable Ibarra,
igual manda a la patrona,
como atiende a un bizkaitarra
y en menos de un periquete,
sube, baja, viene y va
y en todas partes se mete,
con franca amabilidad.
Te traigo..... ¿A que no calculas?.
La fórmula de la Peña,
para poner angulas,
como Cristo nos enseña.
Elegir las angulas,
que sean blancas de veras,
sequitas, sin mucha sal,
limpias como una patena.
No dejes meter los dedos
a ninguna vendejera.
Cuando vayais a probar....
porque es una cosa fea,
al meter el tenedor,
que ha de ser de madera de boj,
si veis que resbalisan,
buena señal, pero espere.
Algunas las hacen chis,
sobre todo por cuaresma,
para que duren tres días.
Si queréis compra angulas,
no os arriméis por favor
a ninguna regatera.
Y más si es sospechosa
y mucho más si es maketa.................
del Periódico Patria 27 de septiembre de 1903.
FIN
El Nervión, Argos Pasavolantes.
Archivo Diputación Foral de Bizkaia.
Liburuklik.
Hemeroteca de el Correo.
Historias de Tripasais, Ana Vega Pérez de Arlucea.
El Hotel Excelsior, Ana Vega Pérez de Arlucea.
Julio de Lazúrtegui, María Antonia Gancedo.
Hemeroteca del Correo.
Liburuklik.
Eusko Entziklopedia-Auñamendi.
*Las siete plazas de Bilbao, Alfredo Amestoy, periódico Bilbao
José Orueta Pérez de Nenín 1866-1934,Un liberal vasco entre
el fuerismo y el autonomismo, de Beñat Bengoechea Lopategui.
Blog de César Estornés, de historia y deportes, Juan Carbonell el peluquero de la Plaza Nueva, primera y segunda parte.
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