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viernes, 8 de septiembre de 2023

JUAN ANTONIO ZUNZUNEGUI LOREDO- LA SEGUNDA PARTE



Los padres de Juan Antonio Zunzunegui, Casimiro Zunzunegui
y Rosa Loredo, del pintor ALBERTO ARRUE.


Para Zunzunegui, "el don más hermoso era la verdad".

"¡Ría mía! hija de la niebla, del humo, el hierro y el agua. Que impresión estallante de fuerza da toda la ría. Quiero cantar ría mía, al hierro cárdeno, tus montes y el arrabio de tus altos hornos y las barcas deslizantes de tus atarazanas."

"Ría mía, espejo de las riberas, conciencia de tus orillas, cordón nutridor que atas a Bilbao con la placenta del mundo."

"Las mujeres suspiran, cuando la tarde miran la gran fatiga hecha pasión del mar. Toda mujer quisiera en una noche encapotada y fiera estarse a solas abrazada al mar."

 *Cuentan en la villa que cuando ya era académico y famoso, leyó su madre por primera vez una de sus novelas, quedando escandalizada de los argumentos y escenas que chocaban con su formación conservadora.
¿Porqué que no escribes historias de gente decente?, le preguntó.
A lo que replicó el novelista: Madre las personas decentes no tienen historias que contar.*
"Yo empecé a escribir bajo este cielo."
Portugalete, fue tierra de vinos, donde el chacolí gozo de gran tradición, las viñas se extendían alrededor del casco urbano, principalmente en Abacholo, Abaro, Peñota y Repelega en el siglo XIX.


Caricatura de Zunzunegui
de joven, periódico Bilbao.

En todas sus biografías dicen que nació en el seno de una familia acomodada como los llamaban "Los Señoritos del Muelle", el único varón de seis hermanas.
Juan Antonio Zunzunegui Loredo nació en Portugalete y fue bautizado el 24 de diciembre de 1900 en la Iglesia de Santa María, sus hermanas Rosa, Pilar, Concepción, Mercedes, María del Carmen, Rosario religiosa del Sagrado Corazón y él era el más pequeño. En la casa de la calle Nueva junto al Cantón del Muelle, nacieron los Zunzunegui-Loredo.
Sus padres Casimiro Zunzunegui y Rosa Loredo Vicuña se casan en Portugalete el 26 de noviembre de 1894.
El padre a Juan Antonio lo quiso convertir en un futuro hombre de negocios igual que él. Su abuelo Miguel Loredo fue una de las figuras más representativas del Portugalete del siglo XX.
En su casa de Portugalete, a Juan Antonio de niño y adolescente, después de cenar lo que más le gustaba, salir a la terraza sobre el muelle de Portugalete y en silencio contemplar el cielo metalúrgico, "Porque uno es hijo de su cielo y su paisaje".
Sus primeros estudios lo fueron en el Colegio de Orduña de los Jesuitas, era un internado donde iban los niños de las clases acomodadas de Bilbao y Bizkaia, en régimen de internado. De su estancia en ese colegio escribió un cuento titulado el Binomio de Newton, que se publicó en la colección Crisol de Aguilar, con otros cuentos en el año 1945.
Es un poco la vida en el internado de Orduña, donde el protagonista es Josetxu Arriola que puede ser su alter ego.
Su casa de Bilbao estaba en la calle Gran Vía, 33 hoy 37 principal izquierda. Por detrás tenía una hermosa galería acristalada, desde donde veía el Circo del Ensanche. A los pies de la casa estaba el caserío de Luciano con su huerta por donde corrían unas ratas como conejos de grandes.
También veía la casa donde vivía una niña enfermiza y un hombre grueso de hermosa cabeza aleonada, aquél señor al que se le murió la niña enfermiza, que era hija única. El señor se llamaba Pedro Eguillor. El hombre más genial y brillante que yo he tratado en mi vida, dijo Zunzunegui.
Estudia derecho en la Universidad de Deusto, sufre una crisis personal que le obliga abandonar esos estudios, asistió a los cursos 1917-18, 1918-19, 1919-20 para marchar a Salamanca y da clases de filosofía y letras con don Miguel de Unamuno, con el que mantiene una amistad y despierta su vocación de escritor, sino la tenía ya antes, de más joven. Miguel de Unamuno, era su viejo amigo y profesor de lengua española en Salamanca. Fue a Salamanca por recomendación del doctor Enrique Areilza, le aconsejó el cambio de aires y le dio una carta de recomendación para don Miguel Unamuno.
Lo recuerda en su casa de Salamanca, atrincherado de libros en doble fila, tras la mesa de trabajo, aparecía parapetado entre periódicos y libros, con sus ojillos de buho.
Le hizo una entrevista a Unamuno, en sus comienzos reporteriles para la revista "Semana".
Joaquín Adán "Argencio" escribe en el Noticiario Bilbaíno un artículo del joven Juan Antonio Zunzunegui, el 12 de enero de 1926.
Habla de los cuentos recién publicados, que es una obra sincera y rica de juventud. También se refiere a los paseos que hizo Zunzunegui cuando residió en Salamanca, con don Miguel de Unamuno, del vasco que fue a enseñar el castellano a Castilla.
Al morir su padre en 1947, le trajo a su madre para vivir con él en Madrid y no se separó de ella hasta morir.
Es en Madrid donde hace la licenciatura en Madrid, pero nunca ejerció la carrera de derecho.
Emilio Botín fue compañero suyo de estudios.
En la Universidad de Deusto Juan Antonio conoció al famoso hermano Gárate, este jesuita vio pasar a muchos jóvenes por su portería: Víctor Pradera, José María Urquijo, Gregorio Balparda, Esteban Bilbao, Ortega y Gasset, Alfonso Churruca, Juan Irigoyen y Juan Antonio Zunzunegui entre otros.
Francisco Gárate dejo el caserío de joven y primero fue al Colegio de Orduña de los Jesuitas, como criado y luego decidió su vocación religiosa.
El "Hermano Finuras" como así se le llamaba murió el 9 de septiembre de 1929.



La casa de Casimiro Zunzunegui, donde nació Juan Antonio Zunzunegui.

Parece ser que su madre doña Rosa Loredo influyó decisivamente en su formación infantil y le trasmitió los dotes de sensibilidad y de curiosidad que poseía. Era una señora portugaluja de buena planta. Con muchas hijas y un solo hijo, ama de casa eficaz y de una piedad religiosa berroqueña y cotidiana. Acudía a la misa tempranera de la capilla de Santo Tomás en el muelle.
Cuando ya su hijo comenzaba a ser una figura literaria célebre, comenzó a leer alguna de sus novelas y quedó escandalizada.
El joven Zunzunegui escribe en los periódicos de Bilbao con el seudónimo "Zalacaín".

Zunzunegui vivió sus años creadores y más fecundos mirando a la ría, a nuestra incomparable ría, enlodada de mineral y de barro turbulento, envuelta con frecuencia en niebla, nuestra ría de Portugalete y de Bilbao.
*José María Areilza conoció a Juan Antonio Zunzunegui, el primero era un mozo adolescente nacido el 3 de agosto de 1909 y Juan Antonio un hombre joven, le llevaba nueve años.
En mi niñez tenía yo un vecino adolescente que vivía a corta distancia en el muelle de Portugalete y era según oí decir escritor a aspirante a serlo.
Tenía prestancia física, cabellera negra espesa y una mirada inquisitiva y profunda. Tras los lentes de montura negra y ancha, usaba sombrero de ala flexible y un tic nervioso le castigaba el cuello empinando la cabeza hacia el costado y hacia arriba.
Juan Antonio era el único varón de una familia burguesa y bien acomodada, que residía frente a la bocana en que el Nervión se convierte en Cantábrico.
A pesar de la diferencia de edad, trabamos pronto amistad y conversación, íbamos en el mismo tren suburbano a Bilbao yo con los libros escolares, él con ensayos, novelas y cuentos de autores contemporáneos españoles y franceses en su mayoría que iba anotando al margen cuidadosamente.


Juan Antonio Zunzunegui

Me hablaba de Unamuno, Baroja, Andrenio, de Machado, Amado Nervo, me preguntó si me había asomado a Proust, cuyas primeras ediciones leía mi padre.
Empecé a leer las primeras prosas que salían de su pluma, en periódicos y semanarios locales.
Era un narrador fluido y ameno, de cuando en cuando sorprendía al lector con un neologismo restallante.
Decidió reunir sus primeros cuentos en un volumen "Vida y paisaje de Bilbao".
En el Imparcial en enero de 1927 le hace la crítica a esos primeros cuentos: Tal  como indica el título, es una colección de estampas que refleja con vivos colores y acertado dibujo de la vida y paisajes de Bilbao. La composición esta trazada con gallardía y desenfado, con estilo pulcro y cuidado.
El autor relata sus luchas y anhelos refiriéndose a las dificultades que ha tenido que vencer para dedicarse a la literatura. Esos bellos cuadros nos parecen todavía más interesantes y meritorios, la lozanía de su imaginación unida a una magnífica perspicacia observadora.
Mi padre, al que quería y respetaba profundamente, le prometió escribir el prólogo de su libro de cuentos, eran los comienzos de 1926.
Recuerdo aún la cuartilla sobre la que trabajó con su menuda letra de medico, un esquema de ese proemio.
A las pocas semanas, sin haber terminado el prólogo, cayó enfermo y murió mi padre el doctor Areilza, el 14 de junio de 1926 en Portugalete.
Zunzunegui se quedó sin su primer prólogo, lo hizo el mismo y lo dedicó a la memoria del doctor Enrique Areilza.
Medio siglo después me pidió que prologase la que debía ser su última novela "El don más hermoso", así se cerró el ciclo de la que fue siempre una inalterada relación de amistad y paisanaje.
Era un caso el suyo de vocación indiscutible, resistida con escéptico recelo por parte de su padre, hombre de negocios, poco sensible a las aventuras intelectuales de su vástago.
Trabajaba sus libros con el tesón de un artesano y dedicaba muchas horas del día y de la noche a elaborar sus novelas y sus cuentos.
Buscaba el entorno, la raíz poética y el dramatismo humano que convertían a los personajes en seres de carne y hueso y a la vez en símbolos.
En su primer cuento "El binomio de Newton" aparece una de las más sutiles y logradas evocaciones de la vida estudiantil en el colegio jesuítico de Orduña.
Después iba a ser la Ría de Bilbao la que sirviese de escenario a sus fabulaciones, "La alcantarilla navegable" la llamó socarronamente don Antonio Maura, en una de sus visitas a sus seguidores en Bilbao, que eran la clase dirigente.
Pero el escritor portugalujo, intuyó que a través de las aguas torcidas de mineral y barro, cuanto de empuje dinámico y de vidas difíciles y trabajosas pupulaba a su alrededor.
Después de sus novelas sobre la ría, extendió sus dotes de observación minuciosa a los muy variados sectores de la sociedad española, subió a la meseta y se instaló en Madrid.
Entró en la Academia por derecho propio y escribió algunos discursos bellísimos, influyó en su estilo la novelística francesa e italiana, que había conocido a fondo en sus años de aprendizaje en Perugia y en Tours.
Además de los clásicos de nuestra lengua, que estudió detenidamente, buscaba en los textos de la oratoria sacados del siglo XVII y del XVIII, eran vocablos perdidos, locuciones olvidadas que pronto hacían acto de presencia en sus novelas. Con escándalo de algunos y regocijo de la mayoría de sus lectores.
Llevaba una vida reservada y serena de hombre que rumiaba sin cesar argumentos y datos y que se entregaba a la meditación solitaria, al ensueño creador.
Zunzunegui llevaba dentro el talento de escritor que consiste básicamente en disponer al lector para soñar despierto en compañía del autor.* Esta es la visión de José María Areilza de su amigo Juan Antonio Zunzunegui, ABC 3 de junio de 1982.


Zunzunegui hacia 1945

Juan Antonio era el hijo de un hombre de negocios don Casimiro, al que cariñosamente le llamaban don "Cachi", poco sensible a sutilezas y su madre cuyo linaje tenía connotaciones oratorias y políticas en nuestra historia de Portugalete.
La lucha de Juan Antonio adolescente por superar los obstáculos paternos y lanzarse de lleno a su vocación, despreciando el "escritorio" de su padre.
Tenía aspecto de hombre solitario y huraño, ajeno al vocerío juvenil y fiestero del pueblo.
Escribía en los comienzos de los años 1920 en el periódico de Bilbao "La Noche", cuentos cortos que los firmaba con el seudónimo de Zalacaín. Lo hacía en cuartillas con una plumilla y su correspondiente tintero. Colaboró con el Pueblo Vasco, el Noticiero Vasco, el Abra y la Nueva Estafeta.
En este libro cada capítulo lo dedica a sus amigos: Ramón Basterra, Pedro Mourlane de Michelena, Joaquín Adán, Teodosio Mendive, Joaquín Zuazagoitia, Alejandro de la Sota.


Juan Antonio hizo la mili en Bilbao, en la Batería de Punta Lucero y San Ignacio en Algorta hacia el año 1920.

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Curso de la Universidad de Deusto 1917-1918, donde está Juan Antonio Zunzunegui.




Juan Antonio Zunzunegui, comenzó a frecuentar el café del Lion D´or,  el presidía esa tertulia era Pedro Eguillor y su talento consistía precisamente en dotar a una agrupación de gentes diversas, escritores, funcionarios, periodistas, profesionales y que tuvieran una plataforma de exposición cada uno.
Don Enrique Areilza cuando sus ocupaciones se lo permitían acudía a esa tertulia.
El café era muy belle époque en su decoración con espejos múltiples, asientos de peluche rojo y las mesas de mármol adosadas a la pared.
El rincón tertuliano se hallaba entrando a la derecha y cabían en él, las tardes de lleno, hasta veinte o veinticinco tertulianos. Era un sector vedado para el resto del público que respetaban ese lugar, al intercambio de palabras e ideas, sin apenas concesión al consumo de libaciones.
Los asistentes variaban según la época del año. Por allí pasaron Lequerica, Zuazagoitia, Basterra, Mourlane de Michelena, Quadra Salcedo, Juan de la Cruz, Juan de la Encina, Manuel Losada, Balparda, Rafael Sánchez Mazas, Calle Iturrino, el jovencito Juan Antonio Zunzunegui. En esporádicas apariciones Unamuno, Aranzadi, Maeztu, Pio Baroja, Ortega y Gasset, Salaverría, Manuel Aznar, Zuloaga, el escultor Moisés Huerta.
Junto a Pedro Eguillor se sentaban, tres o cuatro de los más fieles amigos que mantenían encendida la lumbre de la conversación hasta alcanzar los niveles del alto coloquio.
Años después la tertulia del Lion D´or fue deshecha por la guerra.
Otra de las tertulias a las que en la postguerra asistió, fue la del café Gijón en Madrid, donde se podía ver al poeta Gerardo Diego, García Nieto, Manrique de Lara, Buero Vallejo, Alfonso Millán, Gerardo Diego era un asiduo a la tertulia y sentaba cátedra de silencio.
Por la tarde asistían Aldecoa y Luis de Castresana entre otros.
Entre 1929 y 1935 su vida transcurre entre Madrid y Bilbao y es arropado por su familia.


Juan Antonio Zunzunegui

Juan Antonio Zunzunegui fue falangista de primera hora, antes de la guerra compañero de aula de José Antonio Primo de Rivera. Pilar de la intelectualidad falangista.
Perteneció a la corte literaria de falangistas como, Rafael Sánchez Mazas, Gonzalo Torrente Ballester, Álvaro Cunqueiro, Eugenio Montes, Agustín de Foxá, Rafael García Serrano, César González Ruano.
Le dedicó a José Antonio Primo de Rivera, un libro de "No queremos resucitar" en el año 1938, que es una sátira feroz de la guerra, un canto a los ideales que la censura no le dejó publicar. El fundamento de su ideología tenía principalmente un carácter social y cristiana, decía que el peor de nuestros males era la burguesía adinerada, también le subleva la endeblez espiritual de su ciudad Bilbao.
Entre 1929 a 1935 sus estancias en Madrid y Bilbao son frecuentes, cuando se produjo la rebelión militar se refugió en la embajada de México, para después escapar a Francia y en 1937 estaba en el San Sebastián ocupado por las tropas de Franco, fue uno de los novelistas más populares de la falange.
Colabora con la revista de falange "Vértice" se publicó por primera vez en San Sebastián desde abril de 1937 hasta 1946 que desapareció.
Fue un novelista de la Falange pero con tintes trágicos, críticos y un realismo descarnado. Publicó por primera vez en 1938 "El hombre que iba para estatua", Guerra, Falange y la vocación en 1939, La Vocación en julio de 1939, la Correspondencia de Eugenio Montes con Juan Antonio Zunzunegui en la editorial Vértice.
Todos sus artículos en esa revista eran de temas muy variados, historia, arte y pintura, costumbrismo y algunos artículos sobre Bilbao, un artículo sobre su amigo Perfil humano y político de José María Areilza.
En el año 1948 marchó a vivir a Madrid y en ese año publica La Úlcera, premio Nacional de Literatura. Era admirador de San Juan de la Cruz, Cervantes y Quevedo.


5 de junio de 1944, falangistas desfilan por la
Gran Vía de Bilbao, junto a la pastelería de Arrese, 

Estuvo colaborando en la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda durante la guerra civil, era uno de los chicos de Dionisio Ridruejo, su amigo y consejero literario.
Perteneció al grupo de los "Falangistas Puros e Idealistas" que no se dejaron sobornar durante el franquismo, con prebendas, cargos o dinero.
Hay falangistas buenos y malos y Zunzunegui ha pasado por la prueba de la nueva censura.
Los señores censores dejan en el cajón "El mundo sigue", novela olvidada y maldita, años después se llevó al cine con Fernando Fernán Gómez en el año 1965.
Se desarrollaba en el Madrid triste, del desarrollismo y la postguerra, muchos de los personajes eran seres desarraigados, donde se refleja la miseria y la pobreza de los madrileños de aquella época.
Años después Zunzunegui sufriría el ostracismo y la censura del régimen franquista.
El ministro de Franco, de información y turismos Arias Salgado, de ideología falangista y a fin al integrismo católico, le llamó un día por teléfono y le aconseja escribir "Pierna" en lugar de "Muslo", quizá por la carga erótica que pudiera tener esta última palabra.
Decían los apologetas del régimen, que Zunzunegui solo cultivaba la ridiculización de la sociedad burguesa, pero fue el primer escritor social y urbano del siglo XX.
Pasaba los veranos en San Sebastián, antes en la costa de Alicante, que es la costa del toser, allí van todos los jubilados de Bilbao.
Cuando venía a Bilbao, paraba en la Sociedad Bilbaína y dormía en una de esas habitaciones que tiene la sociedad para alguno de sus invitados y se empapaba de lecturas de la excelente y variada biblioteca que tiene la Sociedad Bilbaína.
En el año 1943 recibe el premio Fastenrath y en 1948 el Nacional de Novela y el Miguel de Cervantes en 1961, el premio Luca de Tena, de los Hermanos Álvarez Quintero 1951,dos veces el Nacional de Literatura y el de la Real Academia de la Lengua. El premio Circulo de Bellas Artes en 1952.
El cinco de octubre de 1952 se absolvió a Zunzunegui, le acusaba por injurias a Alfredo Marquerie escritor y crítico teatral.
Zunzunegui le llamó a Marquerie "Currinche" de las letras, una especie de principiante o gacetillero y con otras frases que aluden a su desvergüenza e impudor. Zunzunegui asistió a la vista, no así el demandante.



Cuando ya peinaba canas Juan Antonio llevaba un bastón con empuñadura de plata que ponía el nombre de su padre Casimiro Zunzunegui, aquel señor que fue un hombre de empresa y no consiguió que su hijo lo fuera.
El 27 de marzo de 1958 se casa con María Teresa Marugán Encinas, es segoviana y se casan en la Parroquia de Santa Teresa y Santa Isabel de Madrid y el matrimonio no tuvo hijos.
Toma posesión de asiento en la Real Academia Española de la Lengua el 24 de abril de 1960 sustituyendo a don Pío Baroja, con el sillón "a" minúscula, le ganó en votos a Juan Benet. Elena Quiroga le sustituyó al fallecer Zunzunegui.
Al tomar posesión leyó un discurso dedicado a don Pío Baroja, En torno a su obra y le dio la bienvenida el poeta y académico Gerardo Diego.
En el año 1961 un grupo de intelectuales catalanes dirige un escrito al rector de la Universidad de Barcelona, en contra de las sanciones que se querían imponer a un estudiante de ese centro.
Los intelectuales de Madrid se sumaron a la protesta, haciéndose solidarios y el primero fue Juan Antonio Zunzunegui, Ignacio Aldecoa, Gonzalo Torrente Ballester, Eva Forest, Antonio Buero Vallejo, Antonio G. Pericas .......
Y en 1966 protesta, contra el referendum de la Ley Orgánica y lo hace en un periódico de Madrid.
Zunzunegui fuera de España era de los escritores más traducidos, junto con Camilo José Cela, Ana María Matute, Alfonso Grosso, Juan Goytisolo, en ese mismo año la Editorial Noguer de Barcelona publica los nueve tomos de sus obras completas.
Pero antes de terminar sus obras completas, que para él eran algo así como la Comedia Española y desagüe en el mar de la muerte que es mi natural fin, bien podré decir como el otro: Estos son mis poderes.
En medio de mi vagancia habitual he creído siempre como buen vascongado que lo importante es la obra.
En el año 1977 se estrena una película titulada Dos hombres y en medio dos mujeres. El director es Rafael Gil y en el reparto Nadiuska, Alberto Closas, Gemma Cuervo, basada en una novela de Zunzunegui. La película era muy mala, fue rodada en Bilbao, Santander y Hamburgo, el director cambió lo social por lo sexual con Nadiuska y el protagonista era un naviero adúltero.
Como casi siempre en las novelas de este escritor, una mujer se convierte en el eje de un mundo de personajes y acontecimientos humanísticos hasta el paso de esa frontera que es la muerte.
Con la obsesión en sus escritos, por la gramática y por la obtención de un lenguaje de verbos y adjetivos expresivos y brillantes.
El 25 de enero de 1979 se le tributa un homenaje a Juan Antonio Zunzunegui.
Al hacer recuento de su obra nos encontramos con una enorme cantidad de títulos, más de cuarenta novelas, aún más que las de su maestro Honoré Balzac.
Que pensaría este escritor si viviera hoy en el País Vasco, grande parte del mundo por él retratado se ha desmoronado, aunque hoy y siempre el dinero será el objetivo de los codiciosos.
También en el País Vasco como en los personajes de sus novelas, hubo un periodo histórico con un clima de violencia que asoló a todo el País Vasco, pero aún así puede existir un resquicio  de esperanza para la paz o un principio de reconstrucción moral.

Este escritor silencioso y controvertido, murió en Madrid en el Hospital de la Cruz Roja el 31 de mayo de 1982 a los 81 años, por la agravación de una arterioesclerosis que padecía desde 1973.
Su deseo fue morir y ser enterrado en su querido Portugalete, era lo que dijo entre sollozos su mujer Teresa Marugan, tampoco pudo ver publicadas sus últimas novelas que había entregado a la editorial y que eran su gran ilusión.
Ya últimamente escribía poco debido a su edad y caminaba con sigilo y hubiera cumplido los 82 años en el próximo diciembre, su enfermedad se había agravado, sus novelas prohibidas durante el régimen anterior "Entre la vida y la muerte" y "Una vida drogadicta" ahora se publicaron a título póstumo.
Aunque residiendo en Madrid desde 1939, siempre recordó su lugar de origen, que junto a Bilbao y su ría eran sus lugares donde plasmó sus novelas.
Visitaba con frecuencia Portugalete y Bilbao, son muchos los de Portugalete los que le recuerdan paseando con su esbelta figura y su pelo cano, por el muelle de Churruca y la plaza de la villa en los veranos.
Junto a las tapias del cementerio una calle lleva su nombre, eran siete hermanos uno de ellos murió muy joven, también han fallecido Carmen y María y viven aún Rosa estaba casada con Estanislao Larrucea, Mercedes murió el 20 de abril de 1996 con 93 años en Portugalete y Concepción era la esposa de Eduardo Chávarri Aburto y murió en Las Arenas el 6 de abril de 1985. Un hijo de esta, Manuel era el prior de la Cartuja de Miraflores en Burgos y su hermano Federico cartujo en el mismo convento y la hermana Elena monja,
Pilar estaba casada con Antonio Aroco.
María del Rosario, fue religiosa del Sagrado Corazón y murió en Neguri el 15 de septiembre de 1977.
Todas las hermanas protestaron en los periódicos de la época, en el año 1933 cuando se quiso derribar el monumento al Sagrado Corazón en la plaza de Bélgica en Bilbao.
No tenía una obra preferida aunque le gustaban "La vida como es", "El barco de la muerte" y "Ay...estos hijos".
Le gustaba escribir en la terraza de la casa del muelle de Portugalete, por la noche hasta altas horas, bajo ese "Cielo metalúrgico" como él lo llamaba.
A las dos y media de la tarde del 1 de junio de 1982, llegaron al cementerio municipal de Portugalete los restos mortales de Juan Antonio Zunzunegui y Loredo. cumpliéndose su reiterado deseo.
Un padre agustino de la parroquia de Santo Tomás de Villanueva de Portugalete. rezó un responso en presencia de la viuda del escritor.
En el momento de la despedida final, se produjeron sentimientos de dolor de la viuda a la que tuvieron que separar del féretro sus sobrinas. Teresa tomó en sus manos el crucifijo del féretro y lo besó en un acto de gran emotividad. Quiso ver por última vez el cadáver, pero no fue posible ya que el ataúd estaba sellado y precintado.
Sobre el ataúd quedaron dos coronas la de la viuda y la otra de la Real Academia Española de la Lengua.
A los funerales asistieron los escritores, Luis de Castresana, Alfonso Sainz de Valdivielso,  Mario Ángel Marrodan, Iñaki Ezquerra, el jesuita padre Alfonso Moreno, el editor José María Martín de Retana y familiares, también muchos amigos del finado.
El padre Alfonso Moreno dijo de él: Ha sido un gran trabajador del lenguaje y tenía prurito de ello, pues yo le visto trabajar con cinco o seis diccionarios a la vez.

*Zunzunegui ya reposa en el pequeño cementerio de Portugalete, antaño aislado, en la soledad campestre de una colina y hoy cercado por un urbanismo avasallador.
Nos dejó su relato novelesco que refleja literariamente un trozo vivo de nuestro siglo, grandioso y sombrío.
Si Unamuno encarnó la conciencia civil y liberal de un Bilbao finisecular, dividido por las guerras ideológicas.
Juan Antonio Zunzunegui nos legó su visión  personal e íntima de otro Bilbao que había dado el salto hacia la gran urbe moderna, creadora de riqueza y extendida a lo largo de la ría, como una inmensa aglomeración urbana, entorno a fábricas, astilleros, muelles y navíos.
El novelista buscó y encontró en ese abigarrado conjunto lo que parecía tener un toque de eternidad en la dimensión vertical del tiempo hacia arriba que brota del centro del espíritu de cada uno de nosotros y en cada uno de sus personajes de ficción.
Yo quiero depositar esta pequeña corona de hojas de laurel y de roble sobre la tumba de mi viejo amigo, José María Areilza.*
Zunzunegui, vivió y escribió en cierto modo para Bilbao, escritor de vocación y voluntad increíbles, con la robustez de un vasco.

"Si mi voz muriera en tierra,
llevadlo al nivel del mar
y dejadlo en la ribera,
en tu ribera ¡Ribera mía!
en tu ribera."

"Que me entierren
en el camposanto de mi pueblo,
oyendo el rumor del Abra.
porque no se porqué, se me ha metido
a mí en la cabeza, que los muertos oyen."

Existe un instituto de bachiller en Portugalete, que lleva su nombre
y también una calle en el mismo lugar.



El féretro con los restos de Zunzunegui y su viuda.
Foto de el Correo.


Al de poco de morir Zunzunegui, murió su esposa Teresa, no dejando descendencia, en el testamento de ambos dejaba la biblioteca que se componía de medio millar de libros, la condición era que la biblioteca permaneciese unida y no se disperse.
Los libros estaban en Madrid y depositados en la Sala Durán, para ser subastados por decisión de los herederos de la mujer de Zunzunegui.
La subasta fue suspendida a instancias del Ayuntamiento de Portugalete, se fundamentaba la suspensión en un legado bibliográfico a su favor, dejado por Zunzunegui y su esposa y la voluntad de los dos de que la biblioteca permaneciese unida, esto fue en el año 1986.
Los herederos de la mujer alegaron que el testamento databa del año 1960 y que los libros comprados con posterioridad a esa fecha no forman parte del legado y que además son los de más valor.

"Las veces que he visitado la ferrería del Pobal, en San Julián de Muskiz, donde todavía existe un martinete para forjar el hierro fundido, he recordado a Juan Antonio Zunzunegui, pues este enclave ferrón estuvo en manos de sus antepasados los Zunzunegui, los suyos y los míos acariciaron las pesadas levas  de la rueda hidráulica del Pobal, mientras que el agua lanzada  desde la presa irrumpía hasta la antepara.
Le sobro coraje a Zunzunegui para decir no, a un buen porvenir en el mundo de los negocios.
Pero esa negativa va unida a la crítica despiadada de la propia sociedad que le rodea, en especial su novela la Quiebra, el boom-minero, la fiebre de los negocios fáciles a raíz de la primera guerra mundial, él a novelado el Bilbao de la primera mitad del siglo XX, erigiéndose en un moralista irónico y pesimista. La orgía financiera de la época, la inflación y la quiebra de los bancos, enmarcan la acción de la novela citada.
Sus escritos los conservaba metidos en una caja de zapatos que se han mantenido hasta su muerte.
La Biblioteca Nacional Española compró el 31 de enero de 1996, el archivo personal de Zunzunegui: Correspondencia, documentación personal y familiar, documentación  profesional, obra ajena relacionada con su persona, obra propia, recortes de prensa y obra varia.

EL PRIMO DE JUAN ANTONIO ZUNZUNEGUI
Miguel de Loredo y Viguera, fue abogado y tenía su despacho en la calle Estación cuatro de Bilbao en 1905. Además de alcalde de Portugalete, armador, diputado provincial y Dios sabe cuantos cosas más. 
Fue prototipo señorial de la ría, era la estampa de un vigía, del viejo Consulado de Bilbao. Cuyo perfil de humanista, resaltaba en el mirador-atalaya de la casa portugaluja de los Zunzunegui.
Personalizada por una serie de objetos, catalejo con funda de cuero desgastada, caracola gigante, una bitácora donde guardaba olorosas bebidas, maquetas de barcos construidos en horas de relax y una serie de artículos amarillentos.
Que escribiera su antepasado el abuelo foralista, en la Paz y en la Unión-Vasco Navarra.
Loredo aficionado desde niño a vencer maretones, a bordo de una embarcación de recreo de estilizada silueta, con cubierta corrida y velas latinas, con una leyenda alusiva a Simbad el Marino, en la popa.
Fue quién enseñó a su primo el académico Zunzunegui, desde el puente de unas carboneras con bandera inglesa.
Las complicadas terminologías nauticas que enriquecieron el juvenil "Chipichandle".
Perteneció a uno de los linajes más arraigados en las empinadas calles, que bajaban a las atarazanas de la villa y a la batería del consulado.
La abogacía le apartó de su afición marinera, minero en Galdames y la Arboleda. Combatió en el Tercio de Nuestra Señora de Begoña en la guerra civil, alcalde a lo largo de dos mandatos de la villa de Portugalete.
Presidente de la Federación Vizcaína de Remo, cuando siendo alcalde se descubrió el milagro de la penicilina.
Planeó y creó un servicio en complicidad con los contrabandistas, marinos y gentes del muelle, para que los enfermos portugalujos pudiesen contar con las ventajas de la penicilina.
Puso siempre color cordial, supo escuchar a los humildes, ejemplo de bondad, comprensión y generosidad sin límites.
Por eso para los palangreros, amarradores, consignatarios y gentes del muelle y de la ría. Miguel Loredo era la representación viva de las mejores virtudes humanas.
Él, que sufrió en la guerra, la muerte de dos hermanos, pero jamás se refería a ello en sus conversaciones.
Era un placer escuchar sus detalladas explicaciones, de la batalla de Somorrostro tal como lo había aprendido de otro ilustre portugalujo, el doctor Enrique Areilza.
Hasta el pasado marzo cuando en plena paz familiar, con los hijos ya titulados, cuando su quilla apuntaba a buen puerto, tuvimos mala suerte que se desviara media cuarta la rosa y enfilase a las vísceras del temporal que lo ha llevado a la otra orilla, Dios le habrá premiado tanta generosidad.
Murió el 13 de mayo de 1972, su esposa Cristina Mutiozabal y vivían en el Muelle de Churruca cuarenta de Portugalete. Sus hijos José Manuel, Miguel, Javier -Federico, Juan José y Marina.

EL NOVELISTA
Para Zunzunegui, el novelista si lo es de verdad, es un ser intuitivo.
Por eso la novela tiene tanto de milagro: De ahí que el verdadero novelista sea siempre inferior a su obra, si la obra es auténtica.
En cuanto a lo de ser buen o mal escritor, la gente no se ha puesto aún de acuerdo sobre esto.
Para mí el mejor escritor narrador, no digo novelista de la literatura española viva se llama Pio Baroja. Sé que a muchos esto les parecerá una broma. Colocar a dos cirujanos, a uno con un instrumental moderno y al otro con una sola hoja de afeitar y  a los dos realizando la misma intervención con idéntico resultado ¿Cuál será el mejor?.
Sin duda el segundo, el de la hojita de afeitar. Pues la verdad es que yo jamás he visto con un instrumental literario tan pobre llegar más allá en la escala de la emoción que es el arte supremo de don Pío.
Yo que ya he pasado de los cincuenta años no puedo leer sin que se me empañen los ojos, Elizabide, el Vagabundo y algunos otros relatos cortos y muchas de las páginas de sus novelas y eso con léxico pobrísimo y su sintaxis atropellada.
Al verdadero novelista se le ve en el diálogo. Pues hablando es como se muestran las personas y en el diálogo es donde se dibujan los caracteres.
El verdadero novelista suele ser denso y macizo, el novelista tiene algo de gran músico sinfónico y los temas van y vienen por sus novelas, una y otra vez como las olas del mar con oceánica repetición.
Todo gran novelista al lado de su problema de arquitectura, tiene su problema de orquestación y ha de llevar acompasado en el relato la madera y el metal y ahí esta su arte.
Desgraciado el que empieza una novela sin saber como va a terminarla, ese no es un novelista.
La verdadera novela avanza  por las cuartillas en función de la terminación y si no es así, no habrá novela, sino un esquema de narración.
La novela necesita como primera medida un argumento o fábula que es su esqueleto, pues no se ha inventado hasta ahora nada mejor para sostener la carne que el hueso y sin esqueleto sería el caos, de blandenguería gelatinosa.
Del prólogo a Mis páginas preferidas de Juan Antonio Zunzunegui






MI CIELO METALÚRGICO
De niño y adolescente después de cenar, me gustaba salir a la terraza de casa sobre el muelle de Portugalete y allí sentarme solo en silencio, contemplando el palpitante cielo metalúrgico. Su fogosa y descoyuntada hermosura se prolijaba por los atanores celestes envolviéndome y manoseándome con sus impetuosidades de fragua.... y yo sentía un sabroso temblor.
Mi madre cuando no me encontraba por casa, se asomaba a la puerta  del mirador y me conminaba cariñosa:
Entra ahora mismo y lávate los dientes y las manos y vete a la cama, que luego vienen las perezas a la hora de levantarte.
Pero yo seguía imperturbable dejándome empollar por tan desaforado cielo.
Sobre todo en las noches maduras de agosto los convertidores Bassemers improvisaban un cielo misterioso y fantasmal.
Yo me acurrucaba pensativo y deslumbrado, bajo aquél cielo poderoso y viril, del que mi madre me había dicho alguna vez servía para orientar a los marinos en las noches bituminosas y torvas....
Uno es hijo de su cielo y de su paisaje. Pero sobre todo de su cielo y recibe y muestra lo que el cielo le da....
El cielo conforma y modela y viste el alma de los que han nacido bajo él.... Yo empecé a escribir bajo este cielo... Y no lo puedo evitar, pero más tarde he llevado siempre este cielo, derramador e impetuoso, en mi retina.
Cielo de níquel, frío de Nueva York....
Cielos de azul profundo e insondable de Sevilla.. Cielos ojerosos de París como de haber pasado la noche de juerga....Cielos de seda y plata de Lisboa....Cielos enneblinados y amarillos de Londres....Cielos esponjosos, sensualones de Roma...Cielos tersos y heladores de Salamanca....Cielos altos, alegres y elegantes de Madrid....
Pero no, no sois mi cielo.....Yo llevo dentro de mi otro cielo y soy hijo de otro cielo bajo el que he nacido y a la hora de ordenar mi prosa, sin poderlo evitar, lo nuevo con andadura metalúrgica.
Mi madre insistía una y otra vez.
Pero aún sigues ahí.... ¡ Hijo, que es muy tarde!
Ahora, ahora voy.
Y me costaba enormemente arrancarme de aquel celeste sortilegio.
Uno da la medida de su cielo y su estatura y su color y su sabor y su ímpetu en tanto camina sobre sus dos pies y sus ojos abiertos le permiten mirar y escudriñar lo alto....Hasta que la muerte volviéndonos a la gran Madre Antigua y convirtiéndonos en tierra nos desciela, porque morir es no tener ya cielo en los ojos.
Ya de hombrecito cuando salí de mí pueblo y me moví bajo otros cielos.... no podía evitarlo, pero lo llevaba en mi memoria y soñaba y pensaba en él y me lo figuraba y lo reproducía.
Ahora gemirá todo el Abra de Bilbao como un correntón y elástico rubí, me decía cerrando los ojos...
Y me parecía verla, sentirla y casi palparlo y recibía en las venas un fuego itinerante, como si por ellas se moviese en vez de sangre arrabio. Si mi obra, si algo vale, es hija de este cielo sojuzgador e impetuoso y está hecha un poco a su imagen y semejanza.
Uno es hijo de su cielo porque el cielo es la única posibilidad de escapatoria a nuestra limitación.
No se concibe un hombre sin su cielo, como puede ser casi siempre el de su nacimiento. Desgraciado del que tenga que adoptar otro cielo, porque pocas veces se acierta.
Todo cielo impregna y contagia sus humores y sus temores, sus pasiones y sus cariciosas suavidades y sus relampagueos y sus violencias. Su cielo es para uno, su placenta y su matriz.
Todos nacemos de nuestro cielo con sus tornasoles y difuminaciones, sus ardores estrellados y sus lluvias ....
Así se dan en la vida hombres de cielos altos y hombres de cielos bajos, chatos..... y a veces hombres descielados. Pero desgraciado el hombre que no tenga un cielo y haya sabido atarse a él y nutrirse de él, porque nunca alcanzará la salvación y la gloria.
Pero sucedió que estando bastante tiempo lejos de él, necesité de su calor, de su luz y de su brío y volví bajo él una noche de verano serena.....
Hay cielos tan suntuosamente hermosos que quisiera uno estarse toda la vida apretándolos contra su pecho....acariciándolos en silencio....y aquí era no de esos.
Me sentí bajo él vestido otra vez de mi niñez, embebido y empapado de su deslumbrante poderío....
Instintivamente volví la cabeza a la puerta del mirador. Pensé que mi madre vendría de un momento a otro a suplicarme:
Anda hijo, entra, que es muy tarde y mañana no habrá quién te levante de la cama.
Esperé en vano... un gran rato..... Pero no vendría mi madre, porque mi madre había muerto.....
Solo bajo el cielo tan tumultuoso, me ganó el alma un enorme desamparo.
Al día siguiente hice la maleta y partí.

SU OBRA LITERARIA
Cuentos:
Vida y paisaje de Bilbao 1926.
Cuentos y patrañas de mi ría 1934.
Tres en una o la dichosa honra 1935.
El hombre que iba para estatua 1942.
Dos hombres y dos mujeres en medio 1944.
La poetisa 1961.
El contrabando.

Novelas de gran tonelaje:
El chiripi 1931.
El chipichandle 1940.
¡Ay estos hijos! 1943.
El barco de la muerte 1945.
La úlcera 1949.
Las ratas del barco 1950.
El supremo bien 1951.
Esta obscura desbandada 1952.
La vida como es 1954.
La quiebra 1956.
El hijo hecho a contrata 1956.
El camión justiciero 1956.
Mis páginas preferidas 1958.
Los caminos del señor 1959.
El mundo sigue 1960.
El premio 1961.
El camino alegre 1962.
Don Isidoro y sus límites 1963.
Apuntes y esbozos: Bajo mi cielo metalúrgico 1963.
El adiós a una mina de hierro 1952.
Novelas de Bilbao 1958.
Un hombre entre dos mujeres 1966.
Todo quedó en casa 1964.
La frontera delgada 1968.
Una ricahembra 1970.
La hija malograda 1973.
El don más hermoso, edición completa y sin censura 1979.
De la vida y de la muerte 1984.


FIN DE LA SEGUNDA PARTE



Foto del Archivo de la Universidad de Deusto, Nerea Torrubia Elías.
La Biblioteca Nacional de Madrid.
Hemeroteca de El Correo
El maratón siderúrgico de Zunzunegui, Enrique Ybarra, El Correo.
Un encartado del agua delgada, José María Areilza, El Correo.
Tres batallas por Bilbao y otras páginas, de José María Areilza, Ediciones el Tilo.
Blog el Mareómetro de Portugalete.
Obituario de Miguel Loredo Viguera, el Correo 1 de mayo de 1972
de Manuel Llano Gorostiza.

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